27.10.07

A agua, a fuego, a torcidas, a la fuerza, a tomar por saco

“¿Qué diferencia hay, según esto, entre los que desde dentro de la cueva de Platón se maravillan de las sombras y figuras de diversos objetos proyectados en la pared –sin querer ni jactarse de nada, y con tal de que estén contentos y no sepan lo que les falta- y el filósofo?”
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura


l santuario de Nuestra Señora de la Barca o Nosa Señora da Barca en Muxía, La Coruña, está tan cerca del mar que no podría estarlo más. De vez en cuando los temporales han dejado posarse a mar tirada, sobre el atrio, alguna barca o una chalana que el oleaje habría destrozado como si fueran copitas de cristal de Bohemia.

Tengo entendido que esa especie de plataforma de salvación con su jardín megalítico es la que inspiró un santuario. El que ahora vemos no es el santuario primitivo. El que ahora vemos es barroco. Un barroco sin pretensiones, de construcción sólida y bien integrada en el lugar. Granítico. Al sur, en la desembocadura del Tajo, resisten las ruinas de la catedral lisboeta con su crucería al aire. Como el costillar de un monstruo mitológico por cuyas ojivas descarnadas clarea la luna y reverberan los portazos de las furgonetas. Cuando la tierra tembló en Lisboa el año 1755, la iglesia de Santa Comba de Bande en la Baixa Límia orensana, no se inmutó. Sigue ahí desde el siglo VI contra todo lo que se podría haber esperado. Y sin embargo el mismo terremoto de Lisboa resquebrajó los hastiales y las vidrieras de la Pulchra leonina, la tercera catedral de León. La segunda la había dejado malparada la campaña de Almanzor.

Cuando el terremoto, Voltaire aprovechó la ocasión para llevar el agua a su molino y demostrarle a Leibniz que no estábamos en "el mejor de los mundos posibles" sino en el peor. Luego hubo la revolución francesa, la desamortización de Mendizabal y todo lo demás. En la catedral de León quedan restos de los hipocaustos de la séptima legión romana, con la misma irreversibilidad con la que los Monegros están hundidos en el fondo del Canal de la Mancha convertidos en la Armada Invencible vencida. La selva de Indonesia está repartida por las terracitas y los jardincillos de inspiración zen del primer mundo. Todo encaja. Y eso que vamos a obviar entre todos el enigmático hallazgo de veinte mil pinzas depilatorias en el sitio de Numancia, a pesar de lo terribilísimo del cerco sobre todo cuando llegó Publio Cornelio Escipión y una barbaridad de elefantes. Pero todo va encajando.


Santuario de Muxía




Está el magnífico artículo de Julio Llamazares sobre Las campanas de Foncebadón (en "El País" de 26 de marzo de 1993) cerrado en elpais.es a los no abonados. Una vieja, la última vecina de ese pueblo maragato –un día floreciente y hoy abandonado-, defendió las campanas de la ruinosa iglesia de Foncebadón magistralmente:

"[...] la solitaria María saltó a las primeras páginas de los periódicos de la provincia. Por lo visto, coincidiendo con el Año Jacobeo, y con la excusa de evitar posibles accidentes ante la masiva afluencia prevista de peregrinos, el Obispado de Astorga decidió retirar las campanas de la iglesia de Foncebadón, que está a punto de caerse, y trasladarlas al Museo de los Caminos. El día señalado para ello María recibió a la expedición (integrada por dos curas, seis obreros y cuatro guardias civiles) armada con un palo y subida en el tejado de la iglesia, decidida a defender las campanas con su vida. En vano intentaron convencerla para que se bajara y les dejara llevarse unas campanas que, al fin y al cabo, legalmente no son suyas. Mientras les arrojaba piedras, María decía que las necesitaba, entre otras cosas, para avisar a la gente de los pueblos cercanos si un día se declaraba un incendio en el suyo, puesto que ni teléfono tiene para sustituirlas. Y cuando un cura le dijo que para eso no le servían, puesto que las campanas no tienen ya badajo, la enrabietada María le contestó que, si hacía falta, lo tocaba con el suyo (el del cura). Al final, la mujer zanjó la disputa gritándoles a los escandalizados curas y a los obreros y guardias civiles, que se fueron sin intervenir, sorprendidos quizá por la actitud de aquella pobre mujer y por la amenaza del hijo, que permaneció también sin intervenir, contemplando los hechos a distancia sentado en una piedra del camino, pero después de advertir, eso sí, que si alguien tocaba a su madre cogía la escopeta y le metía un tiro, que aquellas campanas tenían que tocar a muerto por ella y que luego hicieran con ellas lo que les diera la gana, incluso deshacerlas si querían."

Lo ideal sería colgar aquí todo el texto de Llamazares o, para no contravenir la ley, publicarlo fragmentado simultáneamente en varios blogs amigos vinculados. Ya veré.

Tengo para mí otra historia de campanas y badajos pero no quisiera comprometer a una pequeña comunidad de monjas de una ciudad española que no tiene mar pero que tiene mucho cielo. Malvendieron su convento con su claustro cisterciense y su altar mayor grandioso. No obstante se llevaron la puerta del torno del siglo XI y la llave y alguna cosita más que empieza con "c". Para ponerlos en la casa nueva. En una furgoneta y con nocturnidad. A pesar del obispo. Precisamente un día le preguntamos a la superiora qué voto era el más importante de los tres (castidad, pobreza u obediencia). "El de obediencia", nos dijo. Y su boca se cerró como si no pudiera mostrarse mejor un sacrificio más rematado ni más perfecto.

No veo en las contemplativas de la tierra del cielo, ni en general en los religiosos, la idolatría que podría deducirse ante la neoiconoclastia que resurge. La obsesión de algunos iconoclastas por el erotismo de los religiosos para mí es comparable a la de los consumidores de pornografía hacia las escenas lésbicas, y a los fetichistas en general. Les pone. Las fotografías de la exposición de J.A.M. Montoya auspiciada por la Junta de Extremadura que tanto disgustaron a la Iglesia, son en mi modesta opinión ejemplos elocuentes de mi sospecha o hipótesis. Este fotógrafo probablemente hastiado del habitual reportaje de BBC (bodas, bautizos y comuniones) se aventuró por el clarobscuro más rotundo. No le falta técnica, aunque no es ni un Cartier-Bresson y ni siquiera un Mappelthorpe ni mucho menos. Si tengo que decir la verdad, a mí me dio como pena. Tiene algo de repetitivo, de falso, como los montajes de Spencer Tunick. El de las conglomeraciones nudistas organizadas. Cuando al que mira la foto lo que le gustaría ver es donde está la ropa. Y el que sale en la foto es un señor gregario, o una señora gregaria. Alguien que cree que el espectáculo lo hace el tamaño. Que cuando más alto se habla más razón se tiene. Que juran por el Libro de los Récords.

Por lo demás, la aportación de Montoya y tutti quanti a la fotografía creativa o artística es la obscenidad explícita. Son imágenes rígidas y estereotipadas como las viñetas de una fotonovela. Montoya se debe creer que es poco menos que Fassbinder o Fellini. El ecce homo onanista con su corona de espino está obviamente bebido y no aporta ninguna idea nueva o de disensión a la del Jesús del madero ni al que anduvo en la mar. Montoya no crea ninguna composición que no hubiera labrado mil veces la imaginería castellana o andaluza: el éxtasis, la crucifixión, etc. No me quisiera detener ni un día más en el tal Montoya y su galería freaky tan convencional en el fondo, tan comedida con las leyes civiles, con una sexualidad genital y de tópicos que no dejan nada a la imaginación.

El agua de los pantanos cubre las iglesias desconsagradas de los pueblos sumergidos. El agua acaricia fríamente la arboladura de la flota imperial invencible derrotada. Se pudre y verdea entre las costas de Francia e Inglaterra. Montones de agua amordazan la madera que no sirvió ni para cunas, ni para catafalcos ni para leña ni para sombra ni para nada. ¡Ah! Pero donde no llega el sol, ni el cielo, ni el fuego, llega el agua. Y donde no llegue el agua, ahí llegan las palabras de los políticos. La virgen que había hasta hace bien poco en el pinar del Turó de la Peira, en el distrito de Nou Barris de Barcelona, era una virgen okupa. Creo que era una advocación de la Purísima. Hará unos 40 años alguien la puso al pie de una gran pared de roca viva. Luego se hizo una verja. Siempre había flores, aunque fueran del propio monte, hasta donde yo recuerdo. Hacía ahora tiempo que no iba yo por el pinar. Estuvo algo más de un año cerrado al público por reformas. Se volvió a abrir el último verano con el número de bancos doblado. Lo que me pareció desacertado es que se hubieran asfaltado los caminos que rodean la colina en ascenso. Era el único sitio donde de verdad una se podía refrescar en las tardes más tórridas y desalmadas de la canícula.

La semana pasada descubrí que el santuario de la virgen okupa se ha convertido en un área de perros y que donde estaba la figura han puesto una palmera gorda como un buzón. La palmera suele formar parte de la imagen corporativa de nuestro ayuntamiento. Es un calimbo vegetal que sanciona el delirio urbanista y marca los límites de la llamada "actuación" o "acción". El plátano se aclimató como pudo al Ensanche. Pasó de las avenidas fluviales a los boulevards y hasta fue el fondo desvaído de algunas campañas electorales de Convergència i Unió. Las palmeras de Barcelona están estresadas. La decadencia del plátano suele ser estoica. La plenitud de la palmera urbana es epicúrea y así le va. Prefiero las palmeras del desierto.

En nuestras ciudades y en nuestros pueblos todo acaba teniendo un significado: los plátanos, las palmeras, beber cava, no beberlo, las áreas de perros, todo. Instalar un pipicán en un lugar abrigado en la umbría (en vez de hacerlo en la solana ventilada) no resiste el análisis más somero e ingenuo. El hedor de las meadas y las cacas que puede llegar a mezclarse ahí puede ser proporcional al deseo de quitar a la Purísima del medio. No me refiero a un milagro adverso o invertido. No hablo de un castigo divino, sino de la retroalimentación perniciosa en el mundo de la apropiación de los significados. Los políticos se apropian de los significados, y no sólo porque los monopolizan. Se apropian de los significados porque les añaden un lastre. Y encima nos implican en su monopolio de símbolos dándonos a pensar que poner un pipicán donde había una Purísima es una especie de secularización, modernización, o buen-rollonización del lugar. Nos convierten en sus testigos, en sus cómplices. No los necesitamos. En realidad la virgen no está por esas historias. Quien la puso y quienes le llevaban flores ya no están o ya no tienen las piernas buenas para acercarse al parque. Por lo tanto, el caso merece ser señalado pero nada más, no hay que concederle de momento mayor importancia.

Cuando se inauguró el Auditori, hubo un muy buen reportaje en "El País" demostrando cómo representaba y materializaba la ideología del PSOE-PSC. Mientras, el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) –a pocos metros y encarado- era la viva imagen de la Cataluña convergent. Desde que leí el reportaje no he podido ver los edificios sin ignorar el análisis que había leído y hasta releído. Hace una barbaridad de tiempo que no fui al TNC. Si digo que la última vez que fui vi un espectáculo de Pina Bausch, "Masurca Fogo" que había estrenado para la Exposición Universal de la capital lusa... Entre lo que había leído en "El País" y que Pina Bausch en persona se sentó a mi derecha en una fila central, no pude aprovechar bien la coreografía. Me sentía intimidada. Otra le hubiera pedido un autógrafo o cualquier cosa. ¡Pina Bausch! ¡En persona! Yo me quedé más tiesa que un palo y hasta mi acompañante se extrañó de mi inexpresividad. "¿No te gusta?". "Mucho, mucho" le dije vivamente. No veía oportuno indicarle con el dedo o con una ceja que mirase más allá de mí a la coreógrafa. Ahora ya sé que lo que hubiera hecho si no hubiera sido tan rematadamente tímida es precisamente preguntarle a la coreógrafa: "Do you enjoy it, don't you?"

Hay que ir más allá de los significados. No necesitamos a los políticos. O no podemos dejarles creer que dependemos de ellos. Por una sola vez voy a definirme: me gustan el cristal de Bohemia, las vidrieras de la catedral de León, la luna portuguesa; prefiero el hijo de María de Foncebadón a los héroes que se depilan, prefiero Cartier-Bresson a Mappelthorpe, prefiero Cartier-Bresson a Montoya, prefiero Fassbinder a Hereu y prefiero la Purísima a todas las mujeres. Los perros sólo me gustan cuando los conozco.

Cuando yo aún no había nacido, ni ganas, ¿para qué?, mi abuelo iba al mar. En Costa da Morte, en los caladeros de Finisterre. A veces traían pescado, a veces no. A veces tenían comida, a veces no. A veces ni siquiera volvían. El mar no les dejaba. O la niebla. Pero yo tengo muy presente la sirena de la lonja llamando a los marineros en la niebla, como llama el lamento desgarrador de un perro abandonado a su amo. Llegado un momento dado, el perro ya llama no a su amo sino a un amo cualquiera. Cuando mi abuelo ya no podía ir al mar aún iban mi tío y mis primos. Tengo presente el dolor que no sabe de significados. Y tengo la medallita de la Milagrosa de mi abuela. Otra cosa no tenía allí ella en el muelle esperando horas y mirando a la puta niebla, a la nada. Para algunos de nosotros, no sé cuantos ni me importa, Nuestra Señora está con nosotros en la nada.

In memoriam Erasmo de Rotterdam que nació en tal día como hoy de 1466, y en memoria de todos los erasmistas; el primero, Cervantes.

Post scriptum (4 de agosto de 2019): El 30 de mayo pasado hablaron de la cueva a que me refiero en "La familia Barris" (BTV). Curioso que Josep Maria Babí, que creo que colabora como historiador con el Arxiu de Roquetes, diluya la desaparación de la virgen okupa ─término que por cierto asimila en su intervención─ en la vaguedad. Naturalmente su relación con el Ayuntamiento de Barcelona le inhibe de revelar que la desaparición está directamente relacionada con la rehabilitación del parque de los años 80. Ya sé que por ahí se lee que fue en los años 70 pero eso, de ser cierto, se prolongó tanto que su misma imprecisión es también motivo de apreciar también ahí falta de rigor. No debe de ser tan difícil precisar más los datos. Era alcalde Narcís Serra.

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20.10.07

Variaciones sobre el mito de Eco y Narciso y Narciso y Narciso

La historia de Eco y Narciso donde mejor está explicada y es más sugestiva es en las Metamorfosis de Ovidio. Se encuentra en el libro tercero y sigue a la historia de Tiresias.

Disputaban Juno y Júpiter sobre quien consigue mayor placer, los hombres o las mujeres. Decidieron consultar a Tiresias, que había sido hombre y mujer y otra vez hombre. Como el Orlando de Virginia Woolf o el Quim/Quima de Maria Aurèlia Campmany. Ovidio explica que Tiresias aprobó la opinión de Júpiter (que la mujer consigue mayor placer) y se ganó la ira de la diosa. Lo condenó a la invidencia. Júpiter intervino como pudo (ya que no es posible contradecir la obra de un dios) concidiéndole como contrapartida a la invidencia la clarividencia. El primer augurio que le dio fama fue el de que Narciso llegaría a viejo únicamente si no se conocía a sí mismo. Nada de Sócrates.
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"Eco y Narciso" (John W. Waterhouse, 1905)


Sigo. Un día, cuando Narciso tenía 16 años (exactamente igual que mi Carmona buxiforme enana, pedazo de bonsai adolescente), un día, fue visto por la ninfa Eco. Mientras él perseguía ciervos. Hago notar lo de los ciervos para que nos demos una idea fugaz del entorno, de un lugar en donde no sólo había ciervos sino que además podían correr. Eco vio a Narciso y no podía decirle nada. Solamente podía repetir las últimas palabras que pronunciase alguien. Y eso era debido a un castigo de Juno a causa de que Eco la había entretenido con su charla para despistarla y hacer que la diosa no sorprendiera a Júpiter persiguiendo ninfas. Narciso, alejado del grupo de jóvenes que lo seguían siempre, notó la presencia de Eco y preguntó: “¿Hay alguien?”. De esta manera, sin proponérselo, dio pie a que Eco pudiera repetir: “Alguien”. Después de una especie de diálogo posible porque Narciso estaba intrigado y Eco enamorada, la ninfa fue desdeñada. Se escondió y fue a vivir a las grutas llena de vergüenza. Su cuerpo insomne se disipó y sólo pervivió su voz. Dice Ovidio: “Omnibus auditur”. Todos la oyen. Bueno, yo diría que no todo el mundo la oye, pero eso ahora no interesa y no tiene nada que ver con el mito.

Repasemos: Juno perseguía a Júpiter, Júpiter perseguía a las ninfas, la ninfa Eco perseguía a Narciso y Narciso perseguía a los ciervos que a su vez corrían.

La historia sigue. Un muchacho de tantos que Narciso despreció pidió a los dioses que le concediesen que Narciso amara y que no consiguiera el objeto de su amor. Juno, que ya hemos visto que estaba siempre presta a impartir castigos, le concedió su petición. Narciso un día bebe de una fuente cristalina, descubre su propia imagen y se enamora de sí mismo. Dirá: “Al mismo tiempo provoco y padezco las llamas” (flammas moueque feroque). Y todo lo que iba diciendo Eco lo repetía y lo hacía suyo. Según el mito, el cuerpo de Narciso se convirtió en la flor.

***

Incomprensiblemente o no, la historia de Narciso ha recibido mucha más atención que no la historia de Eco. No me voy a dedicar a probar mi afirmación. Es lo que tiene un blog. No es mi intención instigar una investigación del motivo o los motivos por los cuales se utilizan unas fuentes “literarias” tan pésimas.

El libro deMcLuhan, La galàxia Gutenberg, podría aclarar una de las posibles razones o explicaciones sobre el predominio de Narciso. En mi ejemplar en catalán del libro hace años que subrayé un párrafo que por lo menos a mí sí que me justifica la permanencia de Narciso (la vista) sobre Eco (el oído) en la memoria occidental. Transcribo el dichoso parágrafo porque calculo que es difícil de encontrar a estas alturas precisamente de la película:

“Pero las culturas no alfabetizadas experimentan una tiranía tan avasalladora del oído sobre la vista que cualquier interrelación equilibrada de los sentidos es totalmente desconocida para los extremistas auditivos, de la misma manera que este equilibrio es extremadamente difícil a partir del momento en que la imprenta acelera el componente visual de la experiencia occidental hasta la intensidad más alta.”
(H.M. McLuhan, La galàxia Gutenberg: la formació de l’home tipogràfic. Barcelona: Edicions 62, 1973: 39)

Al lado de este fragmento de la historia del libro que cada día que pasa sabemos apreciar más, está el hecho de que incluso se conoce más el narcisismo que a Narciso. Ya pasa.

El mito de Eco y Narciso fue tratado por Sor Juana Inés de la Cruz y por nuestro Calderón de la Barca. El divino Narciso (1690) de la monja mexicana es una alegoría cristiana donde Narciso es el redentor y Eco el demonio. La ninfa se expresa en verso y parece un trasunto de Sor Juana, tan ingeniosa y redicha, empequeñeciéndose ante las magnitudes colosales de la Creación verdadera. En el drama de Calderón, Liríope (la madre de Narciso) envenena a Eco. Me gustaría ser capaz de exagerar este desplazamiento escenográfico de la diosa a la pre-suegra. Tiene un no sé qué monoteísta. Calderón deshace la estructura de espejo o geminaciones de Ovidio y forma una estructura centrípeta, jerarquizante y con el centro en la familia. Parece una teleserie de esas americanas que pasa en torno a un sofa o a una nevera gigante. El mito ovidiano se expresaba en parejas: Juno y Júpiter, Tiresias hombre y Tiresias mujer, invidencia y clarividencia, Eco hablando por los codos y Eco que no puede hablar, Narciso que no puede amar y Eco que no puede ser amada.

Llega un momento en que a fuerza de apreciar esta estructura pendular, que culmina y acaba cuando Narciso se ve reflejado en el agua, una se queda absorta y embobecida. Es así como resplandece la escena VII del acto III del Cyrano de Bergerac, cuando Cyrano primero dicta y luego suplanta a Cristiano en una escena de balcón y jardín. Las palabras de Cyrano enardecen a Rosaura, que quiere bajar al jardín o que Cyrano-Cristiano suba al balcón. Dice Cyrano:
“No, dejad que aprovechemos así esta ocasión que tenemos de poder hablarnos dulcemente sin vernos”.

[El post transcribe del catalán substancialmente una colaboración con “Via fora!” de 1997]

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17.10.07

"El fracaso" y otros nombres

“El fracaso” está en la calle Petrarca, en Barcelona. Es uno de los pocos establecimientos del barrio cuyo nombre me gusta. Cada vez van quedando menos comercios. Casi todos los negocios que se abren son bares –como es el caso de “El fracaso”- y cuando no lo son, son extensiones inpersonales de una cadena, o tiendas de chinos o de pakistaníes. Los pakistaníes no ponen letreros. Una vez fui al Raval a un “Mesón egipcio”. Ese nombre no está nada mal. Pero a mí la cocina me pareció libanesa. No hice preguntas. El “Asador patagónico” de Heron City promete. Si algún día tuviera algo que celebrar iría allí, aunque no me gusta la carne. No iré porque no tengo nada que celebrar, no porque no me gusta la carne. Ahora bien, ya puestos, prefiero “patagonio” a “patagónico”, por aquello del “babilonio” del cuplé de Mary Santpere, que en gloria esté.

“La comercial alpargatera” es un comercio casi singular, donde encontrar zapatillas de cáñamo. Le hacían las esparteñas a Juan Pa Wojtila, que en gloria esté. Sólo por el artículo, “La comercial alpargatera” ya parece asumir un algo ultramarino. Como “La sonora matancera”. Me gusta creer que uno de los numerosos músicos que pasaron por esta formación cubana, estuvo en la penúltima actuación de Celia Cruz en el Grec del año..., no sé, 1991 o 1992. No estoy segura, pero tenían que ser muy buenos músicos los que acompañaban a la cantante porque tenía ella, descanse en paz, un tempo muy voluble –debido a la carga de los años- y el matiz más bien errático tirando a forte y a presto. A presto smorzando. La Sonora Matancera te viene siendo como la Preservation Jazz Hall Band de Nueva Orleans (la Babilonia afrofrancoamericana), un septeto o un octeto en donde siempre hay algún nonagenario que toca como los ángeles cuando tocan para si).

Otra virtud que tiene “La comercial alpargatera” es que lo mismo es catalán que español. No sé si debo aclarar en “mi” propia bitácora que en la Facultad de Filología, los profesores del Departamento de Filología Hispánica, se refieren al español cuando hablan de una de las lenguas oficiales de España, mientras que el castellano es el sustrato histórico principal del español y, según y como, un dialecto. Matizando y, en otras palabras: yo no puedo hablar castellano porque lo conozco muy poco y lo que hablo y escribo y hasta lo que callo es lo que Agustín García Calvo denominaba “espofcón” (español oficial contemporáneo) remendando el “Rosalba Cavà” (rosellonés, alguerés, balear, catalàn, valenciano) de Salvador Espriu, d.e.p., en Les roques i el mar, el blau. Uno de los nombres que hasta hace poco se elegía para las niñas nacidas en Barcelona era “Marta” y se dice que se debía a que lo mismo pasaba por rosalbacavano que por espofcón. No sé, esto de las modas y los otros factores tiene su miga. Es fácil deducir la edad de una persona por su nombre.

Todo esto de elegir nombres que indistintamente puedan leerse en rosalvacavano, aranés, castellano, espofcón y patagonio es también un ardid. De hecho, según la Ley 1/1998, de 7 de enero, de política lingüística, las empresas y los establecimientos dedicados a la venta de productos o a la prestación de servicios que desarrollan su actividad en Cataluña, sin excepción, y aunque tengan los servicios organizados desde fuera, deben tener los rótulos fijos por lo menos en catalán (art. 32.3). Y para el que incumple la ley, hay una multa que no sé a cuanto asciende pero que debe ser claramente disuasoria para quien tenga veleidades rotuladoras. La política lingüística es eso, política.

Se dice que los dos nombres más socorridos para los bares y cafeterías es “Bar Avenida” y “Bar Plaza”. Como dije, mi nombre preferido de bar es “El fracaso”. La traducción (“El fracàs”) traiciona el aroma canallita y colillero, le quita su algo de dignidad. Al menos me resulta a mí así, por la misma razón por la que a Rimbaud la “a” le sugirió sinestésicamente el negro y la “i” el rojo. ¿O es que va a haber una política lingüística que también nos diga que la “a” nos debe sugerir el azul y la “i” el carmesí?

A los que las políticas lingüísticas nos ponen no en cián ni en marengo sino negros, nos gusta el último disco de Manu Chao, “La radiolina”. Con sus boleros multingües y arrabaleros, sus trompetas de banda borracha y de serafines que le tocan a la Virgen algo que está entre el pasodoble, Bollywood, Telemann y la pobre cabra equilibrista de los gitanos. La Virgen, Refugium pecatorum. Los gitanos, por cierto, llaman Undivé (también Devel) a Dios. Me mola Undivé.

Vengo del Templo de Salomón
traigo las leyes del faraón
me manda Undivé
con palabras que conserva la memoria
sobre la historia de la raza calé
ay no me dejes gitanito canastero
porque te quiero como nadie querré

Lo mismo que el Sol
lo mismo que el Sol
ay un lerele y un leré y un lerele
ay un lerele y un lerele y un lerá

Nunca te caiga la maldición
porque a los tuyos hagas traición
que arriba Undivé
está siempre vigilando la memoria
de tos los pobres de la raza calé
ay lo mismito que se funden los metales
en mi sentío se ha fundío un querer

Lo mismo que el Sol
lo mismo que el Sol
ay un lerele y un leré y un lerele
ay un lerele y un lerele y un lerá
(Cantada por Lola Flores, la Faraona)

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16.10.07

Ugb (y 2)

Si  la imagen de la portada se viera ampliada se podría apreciar que el libro fue editado el año 1959. Es la decimosexta edición de una primera impresión del año 1921. Por lo que llevo leído, se diría que el contenido está más cerca de la edición de 1921 que del año 1959. ¿Qué es lo que me hace afirmar tal suposición? Pues fragmentos como éste:
“A gentleman’s underwear consists of vest and pants: that of a lady of vest, knickers, corset, combined corselet and underslip. Some ladies do not wear vest, some no corset. Corsets are made of a cotton fabric with thin strips of whalebone at intervals; they are to give support to the lady’s back and to preserve a graceful figure” (*)
Some ladies do not wear vest, some no corset” (esp. “Algunas mujeres no llevan camiseta, otras no llevan corsé”) es una frase orientada a la enseñanza de la gramática inglesa y a la adquisición de vocabulario. En la frase se elide el verbo “wear”, cosa que en español –en oraciones de igual construcción- no se podría hacer por ser negativa. Pero es que la frase es muy sugerente porque nos da a entender el absurdo de que hay dos tipos de mujeres, las que no llevan camiseta y las que no llevan corsé. Además podríamos llegar a pensar que el hecho de llevar camiseta excluye el poder llevar corsé, de la misma manera que llevar poncho excluye las hombreras. Aunque aparentemente tal inferencia pueda resultar peregrina o disparatada no lo es. Piénsese que la mayor parte de los libros de historia que he intentado leerme están basados en disparates mucho mayores debidos a una interpretación ingenua o literal o algo peor de las fuentes.
A mí, la deliciosa asepsia o neutralidad de los libros de gramática me reconcilia con casi todo. Hay cinco cosas que consiguen siempre levantarme el ánimo: reencontrar un amigo, leer una gramática, encontrar un buen libro de Historia, mal que me pese la cerámica de Picasso, y una ferretería. Para mí el Servicio Estación o el/la Bauhaus es la leche. Cuántas veces no he tenido que reprimir un respingo de regocijo al ver en una ferretería algo que necesitaba y que no sabía que existía. Sí, otras veces he encontrado por ahí lo que necesitaba y lo que no sabía que existía (incluso dándose las dos condiciones a la vez), pero en una ferretería siempre hay sorpresas agradables. Los tornillos, las alcayatas o escarpias, los cáncamos, me chiflan. 
Con todo, admito que la curiosidad me lleva a leerme cosas como el celebrado discurso de Quim Monzó en la Feria del Libro de Frankfurt,  “El circo patriótico” de Nuria Amat hoy en “El País”, o la lista de los miembros que constituyeron el jurado del último Premio Planeta. ¿Tan mal está España que obtuvo el segundo premio alguien que ni siquiera "es" escritor? No he leído el libro de Boris Izaguirre, entre otras cosas porque aún no se ha publicado (¿o sí?), pero estoy casi segura de que no lo leeré. No me interesa, simplemente. Ya sé yo que no sabe él que existo y desde luego sospecho que no hay necesidad. Mientras quede una sola ferretería en el mundo, mientras hayan gramáticas, no creo que lea una novela de Boris Izaguirre.  Y éste también es mi homenaje íntimo a Wilde.

(*) “La ropa interior de un caballero consiste en la camiseta y los calzoncillos: la de una dama en camiseta, bragas, corsé de medio cuerpo o entero y enagua. Los corsés están hechos de algodón, con tiras de barbas de ballena a intervalos; son para sostener la espalda femenina y para preservar la gracia de su silueta”.


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12.10.07

Muladhara

ada día el Ayurveda, la medicina tradicional de India, se practica más en Europa y en los Estados Unidos. En las ciudades. Pero aún hay un gran desconocimiento de la medicina ayurvédica. Incluso podría hablarse de inconsciencia. Para muestra, los ejercicios de Arnold Kegel para fortalecer el suelo pélvico femenino, el famoso y hasta enigmático músculo pubo-coccígeo o perineal. Los ejercicios de Kegel prescritos para tratar la incontinencia urinaria de esfuerzo en las mujeres maduras, se publicaron el año 1948. Estos mismos ejercicios se han practicado en la India milenaria no tan solo por los practicantes de yoga sino por el pueblo, que lo ha transmitido en el entorno familiar, de madres a hijas, desde un tiempo inmemorial. Home training, dirían los antropólogos.
Tengo entendido que los maestros de la tradición del yoga no están interesados en quitarle el mérito a Kegel para devolvérselo al genuino mulabhanda o bhanda del muladhara. Tampoco hay, por lo menos en Asia, nadie que arrogue la paternidad o maternidad del método Pilates y la gimnasia sueca al Hatha Yoga.
Si acaso, lo que puede ser preocupante es que alguien o alguna escuela de yoga se lo quiera apropiar. Con una patente o marca registrada. Ese sería el yoga lucrativo (lucroyoga). Pero es más de temer el superhipermegayoga: corre por ahí un libro nefando de swasthya yoga en donde se presenta el editor como el difusor o seguidor del yoga “verdadero”. Y como prueba se da la de que es principalmente practicado por hombres, no como pasa con otras escuelas de yoga en la que hay sobre todo mujeres.
De todo ello es de donde yo creo que ha surgido la solución salomónica de que sea el yoga patrimonio de la humanidad. Aunque aparentemente que el yoga se declare patrimonio de la humanidad puede resultar generoso y chupiyóguico, tal declaración retiene aún algo de exclusividad porque deja fuera a los animales.
Hay un gran número de asanas que llevan nombres de animales (perro, vaca, liebre, tortuga, gato, cangrejo, águila, cobra, pez,...) por asimilarse a ellos, a esas otras especies de animales que con nosotros viajan en círculo en torno al sol. A un sol, si nos ponemos a poner los puntos en las íes (Yoga y punto). A mi me encanta la postura del cuervo (bhakasana) y la adopto siempre que puedo. La del león fortalece mi faringe, que es mi punto débil. Además hay el  asana del árbol, el de la montaña y todo tiene su dignidad. Mirad los lirios del valle.
El otro sábado iba yo a vuelo rasante por las calles vacías de la hora de la sobremesa, pensando en mis cosas, en la dulce vida. Me pasé de largo mi supermercado. No tuve más remedio que entrar a cambio en el Mercadona. ¡Uf! Vamos, ni las perfumerías de Andorra antes del euro. Había palés interpuestos en todas las secciones. Había carros y carritos por todas partes. En circulación y atascados. Atrancados o llevados con impetuosidad. Cuando llegué a la cerrada curva del aceite y el vinagre, me frenó una pareja entrada en carnes en agria disputa conyugal. Con que decidí estacionar mi carrito en un rincón e ir llenándolo sin moverlo del sitio. Se me dirá: “¿Y qué tiene eso que ver con el yoga?”. Pues que en la cola de caja hice tres respiraciones completas profundas. Que el yoga se puede practicar en cualquier momento y hasta con poca vida o con los sentidos disminuidos. O cuando se dice que tal y como uno se ha quedado postrado ya no vale la pena vivir.
La mejor lección de yoga la obtuve una vez de una enferma medular. Gail había sufrido una complicación quirúrgica por la anestesia. Estoy segura de que ya camina o poco le falta. Ese “poco” es mucho y es lo que es el yoga, para mí. Y no las túnicas azafrán y demás zarandajas. Conocí a Gail en Orangeville (Toronto), en la International Society of Taoist Tai Chi, en junio del 2000 (año del dragón). Estoy segura que lo que lleva andado Gail allí en Colorado es porque se rindió ante lo verdaderamente importante. Gail, do you remember the mouse in the shrine?

Día del Pilar de 2007
Track de regalo:Un gato dando un masaje a otro gato


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9.10.07

Divagaciones de Otoño (4)

a Vanguardia ha pasado de la letra Times a la Mercury porque, dicen, los ojos u óvalos del tipo actual son más abiertos, más legibles. Sabrán ellos. No sé. A mi la Times me resulta una letra más serena, más clásica. Está ciertamente inspirada en la romana de las inscripciones, la cual a su vez estaba pensada para ser leída al sol y a cualquier hora del día. “La Vanguardia” ha cambiado su tipografía de un día para otro y extrañamente la limpieza del corte entre el día con Times y el día con Mercury, es lo que nos permite hablar de “momento histórico”. No sabemos que nos da más rabia si los momentos históricos o los marcos incomparables. ¿Así que la historia se puede cambiar a voluntad?

Uno de mis primeros recuerdos es de un sereno en una noche muy fría de invierno. Acudió a nuestra llamada, salió de la oscuridad en su abrigo recio de personaje secundario, con su sombrero de plato y su vaho. Su aparición, il brûle encore. No recuerdo la transición al portero automático. Pasaron años. Ahora cualquiera tiene llaves. Pero recuerdo aquella noche y la recuerdo en blanco y negro. Hoy día las noches son amarillentas, por lo de la contaminación lumínica y alguna cosa del tráfico rodado, el marco incomparable o el momento histórico.  Me acuerdo del sombrero de plato, del frío y del abrigo recio como si fuera ahora. Mi abuelo llevaba entonces un borsalino –había estado en Nueva York cosa de 25 años por lo menos- y a mi me impresionaban mucho los señores con sombrero. Mi encuentro con el sereno debió de ser como el encuentro del Homo neanderthalensis con el Homo sapiens sapiens. Notas que algo se está yendo, que algo cede. Sí, todo se está yendo, pero no tanto o no siempre.

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8.10.07

El más pallá


El cementerio de San Andrés se desmorona. Las pintadas más atroces contra el ladrillazo y los alcaldes Clos y Hereu se han visto en las extensas tapias ruinosas que rodean el recinto. Hay que decir en su favor (en favor del cementerio) que se han urbanizado los aledaños y que lo rodean ahora un edificio a cuatro fachadas de El Corte Inglés, un punto verde itinerante de recogida de residuos problemáticos, el parque Can Dragó, un mall comercial con un cine multisalas y hasta un Mercadona. Sólo Mercadona ya merece un post y también la intriga que me produce la discreta seguridad de El Corte Inglés de Heron City. No se ve ni una cámara, ni un guardia. Nada.

Pienso en la película “Poltergeist” (1982). Unos difuntos pierden la calma cuando sobre sus tumbas se levanta una zona residencial. Lo que resulta más antipático de los muertos de “Poltergeist” es que se manifiestan a través de la televisión, aprovechando las tormentas herzianas de los aparatos mal sintonizados. Con el tiempo he tenido que admitir que la idea no era tan descabellada. Yo misma he creído oir psicofonías entre los cojinetes de mi maltrecha lavadora. También he oído una fanfarria de almas de purgatorio aullando en el sifón de mi WC. Sólo puedo tañer mi Guild en una pieza pequeña o atiborrada de libros porque oigo como un fondo de música de celesta flotando en mis oídos que me hace creer que alguien más toca una guitarra. Cuando suena el teléfono nunca sé si fue la radio hasta que oigo el La persistente del hilo vacío. Hay tanto ruido y tanta musiquilla en mi cabeza que un día no me extrañaría oír la voz del propio Quevedo o hasta una fiesta de querubines con arpas de agua, de vino y muchas rosas.


Las tumbas de los gitanos de San Andrés tienen figuras de palomas, guitarritas de latón, fotos esmaltadas, flores fosforescentes de plástico, cardos de cristal, mariposas, mochos y sillitas de playa. Hay una estatua del tío Cabullo, descanse en paz, sedente, en la tumba contigua a la de un Sagrado Corazón en majestad blanco y payo, incoloro, decolorido.

Hay también por allí en la tarde, sobre las lápidas, la paz y gatos tomando el sol, gatos que saben tanto del sol y de la transparencia y del paso del tiempo como los gatos del Trastevere y las campanas de Santa Cecilia.

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1.10.07

Alícia y Tania

Alícia Esteve Head y Tania Head son la misma persona. La primera nació en Barcelona y estudió un máster de los universos o MBA en Esade. Vio a su padre y hermano condenados a 6 años de cárcel por el desfalco del exconseller Planasdemunt. Tania, por su parte, dijo haber escapado del piso 78 de la Torre Sur de las Torrres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, con lo que se convirtió en una de las 19 supervivientes entre las casi 3000 víctimas de Al Qaeda, y en la presidenta de la Red de Supervivientes del World Trade Center. La fantasía prodigiosa de Alícia/Tania la había llevado el año 2000 a celebrar, o a decir que había celebrado, el fin de siglo entre la Polinesia y Australia, para –respectivamente- ver el primer día del siglo XXI y a continuación el último del siglo XX. No se le puede negar un don. El mismo don que Mario Vargas Llosa reconoció y celebró en Enric Marco Batlle, presunto deportado de la Gestapo y presunto represaliado en un campo de concentración nazi de Flossenburg. El supuesto deportado 6448 fue presidente de la Amical de Mathausen. Daba una media anual de 140 conferencias en su condición de vicepresidente de la Federación de Padres y Madres de Alumnos de Cataluña. Con tal motivo, obtuvo el año 2001 la Creu de Sant Jordi, que es la máxima distinción en el Principado. María Galiana, que estuvo en la presentación de su libro Memorias del infierno, reconoció –al saber el fiasco- que era “un gran actor”.
Marco fue secretario general de la C.N.T. en Cataluña entre mediados de 1978 y finales de 1979. Algunos veteranos anarquistas le llamaban “el fantasma”. Cuando la impostura de Enric Marco Batlle fue investigada y denunciada por el historiador Benito Bermejo, aún vivía la única superviviente viva y catalana del Holocausto, Neus Català. Tenia entonces Neus Català 92 años. Que Dios la bendiga.
La acción de Enric Marco Batlle, otrora Enrique Marcos, nos resulta más reprobable, más imperdonable que la chifladura de Alícia Esteve Head/Tania Head. Al fin y al cabo, Alícia se hizo polvo el brazo no en Nueva York sino en un accidente en el Ferrari de su novio. Hay que disculparle que busque la notoriedad y la redención de tamaña ordinariez en una historia más fascinante y rocambolesca. Como Alícia/Tania es rematadamente obesa, su error de bulto es objeto de mofa y recochineo, cosa que no hubo con Amical. Para más Henry –como diría Pedro, pedazo de metafísico- esto nos da qué pensar. Es como con lo del estrangulador de Boston, del que se ha sabido por un análisis forense del ADN de una de sus víctimas y del suyo propio que al menos uno de los asesinatos que se le imputaron no era suyo. Además de pensar en el error de la justicia, una piensa en el horror del que anda suelto y que aún puede estrangular por ahí a quien le venga en gusto.
Una vez, cuando se murió Lady Di de Gales y, a la semana, Teresa de Calcuta, se televisó un documental de alguna cadena alemana sobre una peregrinación india al Ganges. Siento no recordar el destino de la peregrinación. ¿Qué ciudad era? No lo sé. En cualquier caso, concentraba toda la tribu paraespiritual que junto con los romeros forma el paisaje humano de una concentración que es multitudinaria. Salvadas las distancias, lo mismo que para las Olimpíadas barcelonesas se vinieron cosa de 16.000 prostitutas y hubo mucho turismo sexual, la peregrinación al Ganges atrae una gran masa de profesionales de la pureza. El caso más tonante era el de un señor enjuto y sedente, con su turbante mugriento, que lucía el brazo en alto como un garfio seco y renegrido a los ojos curiosos y píos de los fieles. En una escudilla recogía las correspondientes limosnas y ofrendas. Devolvía los saludos o añjalis con una ligera inclinación de su cabeza. El comentarista alemán subrayaba poco más o menos: saben que no es un santo, pero lo reverencian como si lo fuera porque en su deseo hay algo de la santidad.
No he encontrado hasta ahora una parábola mejor de lo que es India, o de lo que para mi representa. No seré yo quien juzgue a Enrique o Enric Marco ni a Diana Spencer. De hecho ya ha sido juzgado y a nadie vamos a juzgar dos veces. Pero, lo que no acepto de ninguna manera es que se diga que la literatura siente una irresistible fascinación por los impostores (M. Vargas Llosa), o que el “impostor es la forma patológica del rebelde” (Gregorio Morán), o que todo va a favor de las víctimas que no pueden hablar. Eso no.

Enrique Marcos / Enric Marco

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