19.4.08

La señora Petrarca






egún la normativa del Nomenclátor los nombres de las calles de Barcelona se deciden por una "comisión que estudia las propuestas de nombre de las vías públicas de la Ciudad. La preside el concejal de Cultura y la componen representantes de varios sectores municipales: de Vía Pública, de Cartografía, de Urbanismo, de Población, de Relaciones Institucionales y Deportes, de Patrimonio y del Programa Municipal para las Mujeres, que promueve la presencia de la mujer en los nombres de las calles de Barcelona. La Ponencia recibe las propuestas de nombre, las estudia y consulta a los distritos municipales sobre los posibles emplazamientos. Cuando se ha llegado a un acuerdo, la Ponencia eleva la propuesta al alcalde, quien, en su caso, aprueba definitivamente la nueva denominación. [...] Entre varias normas de menor importancia, hay que destacar la siguiente: para poder dedicar una calle a un personaje deben haber transcurrido cinco años, como mínimo, desde su fallecimiento. La única excepción a esta norma es que en vida se le hubiera otorgado la Medalla de Oro de la Ciudad."




Ésta página municipal también proporciona una base de datos con la historia del nombre de las calles. Así he sabido que la mía se llamó "Sant Jacint" y que el nombre actual se aprobó en junio de 1980. Probablemente, aunque no se dice, el nombre lo adquirió porque duplicaba la calle de Sant Jacint de Ciutat Vella (antes Barrio Gótico), que existe desde antes de 1865. Y es que todos los pueblos que se agregaron a Barcelona como barrios (Horta, Gràcia, Sans, Sant Gervasi, etc.) aportaron nombres ya existentes. De una de las calles más estrechas de Barcelona, el carrer de les Mosques (moscas), se dice: "Calle muy antigua, puesto que ya existía con el mismo nombre en el año 1441, seguramente dado por los vecinos debido a la acumulación de basura y moscas por su proximidad con el mercado." El nomenclator también aporta en cada registro los nombres que precedieron el nombre actual. Aún me acuerdo de que una tía abuela materna llamaba calle Cortes a la actual Gran Via de les Corts Catalanes. La base de datos informa de todos los nombres: "Av. de José Antonio Primo de Rivera, 07/03/1939; Av. de las Cortes Catalanas, 04/02/1931; Cortes, antes de 1900; Lletra N (Plan Cerdà); Núm. 11 (Plan Cerdà)". La retahíla me hace deducir que si mi tía abuela en los años sesenta se refería a la Gran Vía (que es como en realidad la conoce todo el mundo) como calle Cortes, por su primer nombre, es porque seguramente era el nombre que prevaleció incluso después de la guerra. 
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El índice alfabético nos descubre que la primera calle es la calle llamada A, que está en la Zona Franca, zona que se caracteriza por las grandes naves industriales y por poseer calles dedicadas al acero (Hacer), al fuego (Foc), a los motores (Motors), al cobalto (Cobalt) y hasta al plomo (Plom). De alguna manera este canto al progreso industrial es una especie de réplica moderna de las calles nombradas por los gremios que perduran en el casco antiguo (Escudellers, Obradors, Argenteria, Mirallers, Assaonadors, etc). El último enclave del nomenclátor, siguiendo el desorden analfabético, no es la calle Z –que también existe- sino la plaza dedicada a Zurbarán, que va a continuación de la calle Zuloaga.

En un post anterior reparaba en la reflexión de U.E. Paoli sobre cómo había que orientarse en las calles de la Roma antigua:
"Ugo Enrico Paoli en su Urbs: la vida en la Roma antigua nos recuerda que en nuestra época el "tren que utilizamos tiene un número; y un número el vagón, el asiento, el ferroviario, el revisor, el libro de registro, el billete de ferrocarril, la taquilla en la que lo hemos adquirido, el papel-moneda con el que hemos pagado. En la estación tomamos un taxi, que tiene un número, conducido por un chófer, que tiene también un él un número [...]" Toda ésta prolija explicación sirve para hacernos ver la dificultad que suponía encontrar una casa en las grandes ciudades antiguas como Roma. Las pocas calles que tenían nombre en la capital del imperio no estaban numeradas y las señas se daban por aproximación: en la Vía Sacra, bajo la Velia, donde está el templo de Vica Porta."
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Reparar en como están organizados los nombres de las calles, al menos en Barcelona –no sé yo en otras localidades de España- permite ver una cierta "lógica" o, mejor dicho, una asociación de ideas. Por ejemplo, la Ronda de la Guineueta (zorrita) está cerca de las calles Gasela (gacela), Isard (rebeco), Castor y Esquirol Volador (ardilla voladora). El nombre está modificado, según mi opinión, porque ya hay un carrer de l’Esquirol en Ciutat Vella. Siguiendo ese misma lógica por encima de la Gran Via de les Corts Catalanes está la calle del Consejo de Ciento y por encima de ésta el de la Diputación. Luego, siempre en dirección montaña, puesto que en Barcelona nos regimos por la dirección mar o montaña, están las calles Aragón, Valencia, Mallorca, Provenza, Rosellón y Córcega. Y más arriba, aún en el Ensanche planeado por Cerdà están París, Londres y Buenos Aires. La calle Dante está cerca de la calle Petrarca y la calle Soweto está cerca de la calle Gernika. En Montbau hay toda una serie de calles dedicadas a la Danza, la Canción, la Mímica y hasta a las Musas, pero extrañamente es mucho más ancha y larga la calle dedicada a la Poesía que la dedicada a la Música y a la Pintura.
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Algo que siempre me ha llamado la atención es que hubiera tres calles dedicadas a la estenografía: Taquígraf Serra, Taquígraf Garriga y Taquígraf Martí. Creo que de una manera bastante excepcional, si quitamos los santos, la calle Pintor Casas, el Escultor Ordóñez y alguna más que ahora no me viene a la cabeza, estas calles incluyen el nombre del oficio.
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Cuando yo era más pequeña había un descampado al que sólo íbamos los niños. Ahora me parece que los niños no tienen un lugar que sea suyo de verdad. Se llamaba "la bòvila". Este nombre esconde para mí un sinfín de significados y hasta hace poco no supe que ese nombre en realidad tenía que ver con el hecho de que allí habría habido una fábrica de tejas. En el año 1992 hicieron sobre nuestro escondite una plaza dedicada a Olof Palme, el icono de la socialdemocracia europea, el amigo de Felipe González Márquez asesinado el año 1986. El año en que se inauguró ya se había dado a conocer, aunque por encima, el escándalo de los burdeles suecos. En fin, supongo que no es deseable irle cambiando el nombre a las calles. ¿Qué más da?
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Este post de hoy en realidad arranca de que descubrí esta mañana en mi feedjit (el cacharrito para observar el tráfico del blog) que me habían encontrado buscando literalmente "la señora petrarca que da nombre a una calle de horta". A ver: la calle de Horta está dedicada a Francesco Petrarca, el poeta, pero no voy a ser yo quien dude de que haya una señora Petrarca (como la hubo), que no fue Laura, la antepasada del Marqués de Sade. Por cierto, en Barcelona tenemos una calle para la Beatrice (Carrer de Beatriu) de Dante pero no tenemos una calle para Laura ni para Sade. No es justo. En cuanto pueda voy a enviar sin falta una sugerencia al Nomenclátor del Ayuntamiento. Recientemente se ha reparado la ausencia inexplicable de una calle dedicada a Aristóteles (habiendo como había calles para Platón, Copérnico, Galileo, Euclides, Pitágoras, Sèneca, Descartes, etc.), pero se ha hecho en un pasaje más corto que un día sin pan que va a dar a la plaza, "eso sí" (como diría Anne Igartiburu) de Álvaro Cunqueiro. Vaiche boa. 


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