15.3.09

Mis Reyes (2)


A Inés, tan querida, a quien tanto le pesan a días sus bellísimas alas, que a veces recuerdan las barba de abuelo de las ferias o el Luna Park y a veces las nubes del desierto.

A Manolotel.

"Només la trencadissa de tots el miralls pot fer / ha fet
que vegi en els seus trossos l'infinit" (Àngels Fortuny, 1975-2009)(+)

(+) Sólo los añicos de todos los espejos pueden hacer/hacen
que vea en sus trozos el infinito.
(*)

No sé si alguien se habrá preguntado que qué tal me va con mi regalo de Reyes. Pues que se sepa aquí y donde haga falta que una de las últimas representaciones de La Cubana a la que yo fui era una obra de teatro que nos hacía deambular dentro del CCCB (**) y que incluía una encuesta por la cual se supo o extrajo que el invento mejor del siglo XX ha sido o fue la lavadora.
La lavadora va muy pero que muy bien. La voy pagando, encendiendo y apagando. El primer día que la usé creí que había abducido la colada, porque iba a tantas revoluciones que por un momento la perdí de vista. A veces la escurre tanto en el centrifugado que no sé, cuando acaba, si estoy abriendo la puerta o cerrándola. No sé si acabó o empezó. Y es que, no es por criticar, pero mi colada no es como la que hacía Carmen Maura en el anunció de Ecce Omo del post de ayer. Todo lo más que me ocurre es que se me desparejan los calcetines, pero eso le pasa a todo hijo de vecino. La mayor parte de las veces es debido a la prisa o a que se queda uno de ellos en el hueco de la parte ajustable de una sábana. Pero como ésto no tiene el menor interés, no debería ni reparar en ello.
En lo que sí reparo es en la cantidad de altercados y peloteras que había en mi hogar familiar, en el patio al que daban los lavaderos, cuando alguien tendía la ropa chorreando. Lo que salía por las bocas de las vecinas inferiores en posición no lo pueden oír los tiernos oídos de las personas y los personajes que pasan por esta enciclopedia. Es que no hay cosa que fastidie más que tener la ropa casi ya como para recoger del tendedero y que alguien se ponga a hacer sardinas o que te la mojen. Además, por cuestiones que ahora no son al caso, a uno sus sardinas no le huelen tan mal como las sardinas del vecino de al lado. Ni su ropa moja tanto como la propia. Pero mojar, mojaban.
Un día, cuando yo tenía más o menos mi edad actual dividida por 3,9 (***) la vecina del ático tendió la ropa en el patio y goteó una poca de agua. No era mucha, pero la suficiente como para que la vecina del sotano saliera como un basilisco y una de las cosas que dijo fue: "Tú, que tienes un hijo en la cárcel...". Esa frase al vuelo me dolió a mí y yo creo que me llegó tan directamente como frase al vuelo en toda su magnitud porque clamaba al cielo. ¿Qué culpa tiene una madre de que el hijo esté en la cárcel? ¿Y que culpa tiene un hijo que esté en la cárcel de que se madre moje el patio de la vecina del sotano? Ninguna. Ese hombre fue uno de los primeros casos de SIDA que conocí de cerca. Luego, sin intervención divina alguna, de eso estoy casi segura, 3 de los 4 hijos de la vecina del sotano estuvieron en la cárcel. A la vez y por diferentes delitos. Y a mí me dio mucha pena, la verdad. El del ático era más joven que servidora, los del sotano mayores, pero todos están ya fuera de la cárcel y de este mundo.
Quien esté libre de culpa, ése, que eche la primera piedra. A veces somos el sujeto, a veces el objeto. A veces un adjetivo que no nos gusta o que es impreciso. Casi nunca somos un nombre, que es de lo que se trataría. Y eso porque el verbo se hizo luz. Si algo bueno tuvo haber prolongado tanto mis estudios de Filología Hispánica, empezando porque perdí un año en Clásicas y acabando porque me di cuenta de que no soportaba la Universidad, es que pillé varias "modas" gramaticales. Sólo el artículo lo he visto desde tantas teorías que el otro día me preguntó mi sobrina que qué era un artículo y a poco más me da un ataque de nervios. No sé que pensará Joselu si le confesara que de haber seguido estudiando ininterrumpidamente hasta ahora (lo dejé cuando mis oposiciones imposiciones), ya no sabría ni donde tengo mis pies.
Si vinieras o vinieses por aquí, Joselu, me gustaría que nos explicaras cómo puede ser que si una persona estuviera estudiando desde los 3 años hasta los 44 cada día no sólo sabrá menos -y no en el sentido socrático de la palabra saber y sólo- sino que quedará irrecuperable para cualquier programa educativo más. Conmigo no funcionaría ni el electroshock.

(*) Tomado de su exposición en el Centre Ton i Guida estos días pasados.
(**) Centre de Cultura Contemporània de Barcelona.
(***) Por si alguien no conocía esta función del buscador Google, es posible utilizarlo de calculadora. Se escribe: "47/3,9" sin las comillas y da el resultado con todos los decimales.

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