27.5.11

Otro modelo de mujer

ué quieren que les diga? A mí el anuncio aquel de PavoFrio, con ese final en el que se nos acaba diciendo "no hay nada mejor que alimentar otro modelo de mujer" me produce como yuyu. Sí, hombre, el de una chica que roba una muñeca tipo Barbie de una cadena de montaje y la reforma hasta que parece una chica de Desigual. Cuando tenía 3 años mi padre me compró la muñeca Virginia, que era casi tan grande como yo y que con ese nombre y tamaña corpulencia no creo que hubiéramos podido ir muy lejos. Después tuve un Pinito que era más manejable y que hubiera podido despertar mi instinto maternal si es que el instinto maternal existe y si yo lo hubiera tenido, que no.  Pero a mí nunca me gustaron demasiado las muñecas ni los muñecos porque me gustaba más pintar, como le gustara a Leonora Carrington, que murió ayer tras 94 años en este mundo donde las mujeres pintoras siempre habían sido raras. Raras en todos los sentidos de la palabra "rara".
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Le digo a mi madre, a quien alguna vez habría que dedicarle un post entero, que podría alguna vez darme el gusto de quitarse las snickers y la T-shirt de color rosa chiclé para vestirse como se vestían las viejas de su pueblo tiempo ha. Con el pañuelo negro atado no "á curra" (por encima de la cabeza) sino bajo el mentón, y un mandil al estilo de Doña Rogelia, de cuadritos de luto o de alivio. Y con unas monedas en el interior de un pañuelo oculto en la faltriquera. Pero nada. Alimenta no un modelo pero sí un ejemplo de mujer que es ni que pintado para ir a Lidl, a la piscina, al ambulatorio, a La Caixa y a un sinfin de sitios con los que al cabo del día ha ido haciéndole la vida imposible a su sufrido ángel de la guarda que está el pobre para el arrastre y estresado tout à fait. Eso sin reparar en la manía que tienen en general todos los pensionistas de cruzar a campo través y con el semáforo en rojo. Se dirá que ese fenómeno, junto al de los ciclistas para quienes no existen las señales de tráfico, introduce la emoción en las calles. Pero, otra vez, ¿qué quieren que les diga? Es un sinvivir.

De entre todos los modelos y ejemplos de mujer el que me parece más penoso (¿qué quieren que les diga?) no es de la barbie rubia o morena ni Doña Rogelia ni la maruja arreglá pero informal  ("él me saca a pasear") ni nada. La que me levanta ampollas, y es un decir, es la Erasmus borracha maltratando una de nuestras lenguas oficiales y el no menos etílico espécimen de despedida de solteras. Realmente, aunque las fiestas de despedida de solteras parecerán modernísimas y uno de los más patéticos intentos de mundializarnos, yo diría que no andan lejos del culto antiquisímo a Príapo y otros ídolos de falos monstruosos en peremne erección. Es cierto que cada cual se divierte como quiere y como puede, aunque también se me ha de conceder que esos trances y rituales más que señalar la liberación son una manera de reforzar el sometimiento. Me atrevo a decir más, porque algo bueno ha de tener llevar casi 50 años sobre mis espaldas, y es que no he apreciado un cambio considerable en la condición de la mujer en vida mía. Tal vez ahora las mujeres podemos tener una cuenta corriente, en los dos sentidos de la palabra "corriente",  en el banco o hasta un piso o una moto sin que interceda para ello un marido o un padre o un hermano o un chulo o un líder espiritual. Pero se ve, aunque no se diga, como una amenaza a los pilares machistas que aún existen. 
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El machismo, como la cintura del maltratador en general, se mueve entre muchos calibres, desde el más aberrante y brutal hasta el más sutil y destilado pasando por el cínico. Una de las medidas de blindaje del machismo es paradójicamente el feminismo victimista, en mi opinión, pero lo es también el mamachichismo y el mamismo (<"mama"), aunque -como digo- el despliegue de recursos es apabullante. Y con todo quejarse de que la discriminación de las mujeres persista incluso subliminarmente cuando tenemos por ahí a la vuelta de la esquina la ablación de clítoris o la lapidación de adúlteras, es poco menos que lamentarse de que Nespresso no haga café Kopi Luwak, de civeta.
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Por lo demás, como somos así, a mí hay una conducta que siempre me alerta -más allá de las artimañas y los artimaños de PavoFrio- y es la manía que tienen algunos hombres de tratar a las mujeres como a niñas, como seres desasistidos e inmaduros siempre expuestas al error, a la banalidad y al ataque de nervios . Eso además me repugna profundamente.

Foto: Aaoiue (M.-R. Domínguez Senra)
"Coger la puerta
Estoy deseandito ria pita mira ria pita coger la puerta
y salir salir corriendo, como las locas.
Estoy mala de los nervios, ay que jartura dios mío
ria pita que me voy a la calle a pegar chillíos"

Martirio, Sevillana de los bloques

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