28.11.11

Gus-Gus

Si hubiera un solo hombre inmortal sería asesinado por los envidiosos
José María González Castrillo ("Chumy Chúmez")

a foto de hoy es de Juanita, hija de W. Eugene Smith, que ya la habíamos tenido por aquí cuando publicamos "The walk to paradise garden" (1946). Hay muchas fotos en internet de Juanita, de las cuales mi preferida es "Juanita in party hat". La de este post, "Death of Gus-Gus" (1953) tiene otras instantáneas previas. Esta fue subastada en Christie's el año pasado y obtuvo un precio de 6.875 dólares.
La imagen con la que pretende ilustrar el tema del dolor psíquico y físico no sé si es la más adecuada. Tal vez, del mismo W. Eugene Smith, nos hubiera servido la de la misa en Filipinas el año 1944, o tantas otras sobre la guerra. Y es que hay dos cuestiones que caracterizan el dolor: su grado y que no se puede descargar en otra persona por lo menos como si se tratara de un peso. Esta foto nos habla del grado del dolor puesto que se suele decir que el dolor psíquico más grande que existe es el de perder a un hijo. Eso sin entrar en detalles, porque ya sabemos que si esa muerte esta precedida por una larga enfermedad y hay una despedida y el cadaver recibe sepultura o cualquiera de las atenciones que ayudan el duelo, tendemos a creer que es menos doloroso que una muerte violenta o con ultrajes, e incierta.  De manera que la muerte natural de un ratoncito, en la escala del dolor estaría muy por debajo de la muerte violenta de una hija en manos de un degenerado. Llegados aquí habrá que recordar que hay quien encuentra precisamente su placer en el dolor ajeno, sea por crueldad o por sadismo. Cosa que -por dar una explicación rápida- es muy elocuente del enorme parecido que guardan el placer y el dolor.
También se suele decir que el dolor psíquico puede ser muy reconfortado con el dolor físico, cosa que reviste un no sé qué de autopunición que tiene su aquel. El dolor más insoportable que yo he conocido es el dolor de oídos y el de una torsión de ovario. Tal vez en el extenso catálogo de horrores de la patología humana y animal, se conoce más la torsión testicular que la oofórica, pero les aseguro que existe. Luego siempre hay algún galeno que dice que el dolor "es psicológico", cuando lo que es si acaso es subjetivo,  pero eso es porque seguramente nadie le ha dado un golpe con un attaché Samsonite en la espinilla o algo parecido. Ideas no me faltan. Se suelen colocar en la escala del dolor el cólico nefrítico, el parto y el disparo de arma de fuego en los intestinos, yo no sé. Del típico golpe en el codo que duele mucho pero dura poco, precisamente por eso, porque duele mucho y porque dura poco, se llama dolor de la viuda. Pero hasta aquí llegan mis conocimientos del dolor.
La mayor parte de las veces confundimos el dolor con la rabia o hasta con el orgullo herido o una identidad maltrecha, pero quien más quien menos, más tarde o más temprano, sabe que el dolor tiene que ver con algo más profundo y transformador. A los enfermos les solemos oír decir, en los hospitales, "no puedo más" y cosas así. Cada vez menos, por cierto, gracias a que la analgesia y el tratamiento del dolor ha mejorado. Aún me acuerdo de un verano en Finisterre, con un enfermo terminal con cáncer de estómago al lado de la casa de mis abuelos. Eran otros tiempos. El dolor psíquico también tiene su evolución, su proceso. Por eso dicen que hay tantas advocaciones de la Virgen tras la muerte de su Hijo, porque pasó por el Dolor, por las Angustias, etcétera. Hay momentos en que el dolor se ahonda para crecer. Y en el dolor físico hay momentos de reflujo en que el daño se disipa para enraizarse mejor y llevar al doliente a un padecimiento extremo. Parece que el dolor físico no tenga otra utilidad que la de anunciar que algo va mal y que tenemos que ir al médico, mientras que el dolor psíquico se suele decir que sí tiene utilidad, que es como un camino para sensibilizarnos, para hacernos conectar con nuestra verdadera naturaleza y abrirnos a ser alguien mejor. Lo que no ayuda en ninguno de los dos casos, todo lo contrario, es la impaciencia y el miedo. Por lo demás, así como hay dolores agudos los hay crónicos. Lo mejor con el dolor crónico es abrazarse a él e ir pasando.
Hay personas a quienes el dolor solo consigue hacer más egoístas, o les aísla más. Y por el contrario hay gente que siempre piensa en los demás, incluso cuando padece. Por eso resulta tan inopinado que Juanita le pusiera precisamente narcisos a Gus-Gus en ese féretro que bien podía ser el estuche de una cámara o de un brazalete. Pero no hay que ir a buscar siempre el significado de todo como en un código cerrado. Los ratones pueden llegar a oler tan mal incluso cuando están vivos que ni los nardos pueden contrarrestar su peste.

A mí me hubiera tocado llamarme Consuelo, a no ser porque mi madre hizo valer sus derechos y me impuso el nombre de Marta, ya que Laura lo dejó para la sobrina que nunca nos pudo dar mi tía y madrina Raquel. Si me hubieran preguntado a mí, que no lo hicieron, yo hubiera dicho que Rita. Pero lo que me importa ahora subrayar, en la línea de mi manía de romper las dicotomías es que lo contrario al dolor no es el placer sino el consuelo. Y por lo tanto lo contrario del placer es el alivio. 

W. Eugene Smith. "Death of Gus-Gus" (Deceso de Gus-Gus), 1953

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