21.11.17

Todo es cierto

 veces se conocen tantas versiones y aproximaciones de un caso, que podemos pensar incluso que todo es cierto y todas las explicaciones se pueden compatibilizar. Y eso porque pensar que todo es mentira —cosa que es posible en muchas situaciones— resulta más difícil, aunque nada más sea porque quienes mienten suelen entreverar sus falsedades con medias verdades. 
Figuras como la de Miguel Mañara y Vicentelo de Leca (tout court Miguel de Mañara), no es que sean poliédricas o muy complejas, es que son todo un constructo. Lo que sería ahora un producto del marketing. Miguel de Mañara vivió en Sevilla entre 1627 y 1676. En eso están todos cuantos lo mencionan de acuerdo. De ahí en adelante ya hay muchos matices. Por ejemplo, hay quien dice que procedía de una familia aristocrática genovesa, otros que esta familia se enriqueció en cuanto llegó a Sevilla, como puerto de Indias, y que la familia (venida a menos) procedía de Génova y Córcega. Siendo aún un niño fue nombrado caballero de la Orden de Calatrava. 
Vivió en la casa palacio de la calle Levíes, que luego fue la sede de la Hermandad de la Santa Caridad, en la que ingresó como Hermano Mayor el 1662. Actualmente es una dependencia de la Junta de Andalucía. Es corriente afirmar que a raíz de la muerte de su esposa el 1661 Miguel de Mañara sufrió una profunda crisis y pasó por un proceso de conversión y penitencia, que incluso vivió como eremita por Ronda una buena temporada. Regresó a Sevilla renovado y para refundar la Hermandad de la Santa Caridad. Este detalle no es menor si pensamos que toda su trayectoria vital ejemplifica el modelo por el cual las clases productivas o burguesas del Siglo de Oro accedían a la nobleza a través de la filantropía.
Su proceso de beatificación ha sido muy atropellado. No sabemos si debido a la pérdida de documentación fundamental a causa de los estragos de la Guerra de la Independencia, o a causa del descrédito de su santidad. Hay que decir, a su favor o al de San Juan Pablo II cuando era Papa, que fue nombrado por este Venerable. La única venerable que conocía hasta ahora es Dorotea de Chopitea, ascendiente de Núria de Gispert, la presidenta del Parlament entre 2010 y 2015.
Mañara se encargó parece que personalmente del programa iconográfico del Hospital de la Caridad de Sevilla. Hay que señalar las esculturas de Roldán y las pinturas de Murillo y de Juan de Valdés Leal, que eran rivales. Marguerite Yourcenar en su ensayo "Andalucía o las Hespérides" en El tiempo, gran escultor, da buena cuenta de esta rivalidad cuando comenta que Murillo se refería a la obra que colgamos en el blog la semana pasada (Finis gloriae mundi) diciendo que apestaba. Naturalmente Murillo se refería al cadáver. Tal vez Mañara vio bueno encargar a Valdés las imágenes escatológicas y tenebristas que inspiraban el temor a los novísimos (muerte, juicio, infierno y cielo) y a Murillo las que inspiraban la dulzura de la caridad, precisamente alentado por una rivalidad previa. Curiosamente cuando las invasiones napoleónicas el marisal Soult se llevó cuatro Murillos pero dejó los Valdeses. Los tuvo en su casa, además de la Inmaculada llamada de Soult, de manera que es fácil creer que lo que no tenía ganas de ver cuando desayunaba eran las postrimerías jeroglíficas que recordaban que todo está condenado a corromperse y desaparecer.
Podría ser también que la dificultad para beatificar a Mañara sea a causa de su disipada juventud, en la que algunos estudiosos hablan incluso de amores incestuosos y sacrílegos. Mañara se ha llegado a relacionar con El burlador de Sevilla atribuido a Tirso de Molina, pero que se publicó cuando nuestro caballero tenía 3 años y eso después de haberse representado unas cuantas veces. A pesar de todo cuanto hizo en sus últimos años de paso por este mundo en pro de los más pobres y desfavorecidos, resulta que al pasar del tiempo se le identifica con Don Juan y el Tenorio, con el arquetipo del seductor hedonista sin escrúpulos ni remordimientos que tanta tinta ha motivado desde la crítica literaria hasta la Medicina y el psicoanálisis.
Tiendo a creer yo que Mañara se parecería algo a aquel Don Guido del maravilloso poema de Antonio Machado (*), salvadas las distancias. El Llanto nos hace una semblanza de un caballero andaluz que de viejo se vuelve un gran rezador. Es un poema precioso, y la versión cantada de Joan Manuel Serrat se podría situar entre una de sus mejores recreaciones a no dudarlo. Esta poesía me sugiere que tal vez la crisis penitencial de Miguel de Mañara al quedarse viudo algo tendría que ver con un descalabro económico.
El célebre soneto de Mañara (**) es muy convencional, a cambio, un memento mori sobre la brevedad de la vida y sobre los placeres fugaces e inconsistentes. Nos señala la necesidad de arrepentimiento y del amor a Cristo en la cruz. La verdad es que durante un instante casi me creo la tesis del soneto, con ese estrambote tan tópico. Pero no, mis ojos y mis oídos están malogrados por haber visto infinidad de programas iconográficos del poder económico y del control eclesiástico. Y no es raro que quien ganara sus riquezas sin tener una ascendencia noble de altura quisiera legitimarlas con un cierto ascenso social y unas no menos ciertas obras de caridad y misericordia.
La Sevilla del siglo XVII aunó el lujo y la ostentación barrocos al lado de una depresión demográfica y social terribilísimas. La decadencia de Sevilla iba pareja a la de la España de los Austrias menores. Al final del reinado de Felipe II Sevilla era cosmopolita, el puerto de Indias y atraía religiosos, artistas e intelectuales pero también truhanes, sujetos de moral disoluta, etc. Pero las epidemias de peste y las hambrunas dejaron la población muy mermada, empobrecida y desengañada.
El pintor Velázquez, aunque nació en Sevilla, se fue a Madrid pronto, el año 1623. Seguramente sus aspiraciones eran mayores que las de Leal y Murillo: ser pintor de corte y ser caballero de la Orden de Santiago.
*
Me siento tan inclinada a creer en los sentimientos filantrópicos de algunos personajes históricos, como en los de los actuales mecenas de acciones solidarias y ambientalistas de Hollywood. Claro que es mejor que dediquen su dinero a los huérfanos de las regiones más pobres del planeta que no a la compra de armas, pero ya nos entendemos.
*
El personaje de Don Juan nunca me ha interesado gran cosa. Ni poca tampoco. De hecho, en casi 1600 posts que llevo escritos nunca me había referido a él. Si digo la verdad me resulta repugnante. Que sea una de nuestras contribuciones a la Historia de la cultura me apena. Por suerte hay muchas más.
Hendrik Goltzius, Quis evadet?
_________
(*)

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!

Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.

Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.

Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito: cero, cero.

¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.
Antonio Machado, Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de Don Guido

(**)
Vive el rico en cuidados anegado,
Vive el pobre en miserias sumergido,
El monarca en lisonjas embebido,
Y a tristes penas el pastor atado.

En los triunfos el soldado congojado.
Vive el letrado a lo civil unido,
El sabio en providencias oprimido,
Vive el necio sin uso a lo criado.

El religioso vive con prisiones;
en el trabajo boga oficial fuerte,
y de todos la muerte es acogida.

¿Y qué es morir? —dejarnos las pasiones.
¡Luego, el vivir es una larga muerte!;
¡luego el morir es una dulce vida!

Miguel de Mañara, Soneto

En algunos lugares he visto citado en vez de "larga muerte", "amarga muerte". "Amarga muerte" está en la edición de 1878 que se reproduce en archive.org, que en un mismo volumen el Discurso de la verdad dedicado á la inmortal majestad de Dios y Varios escritos breves. El soneto está grabado en mármol en el patio principal del Hospital de la Caridad, en la entrada al botiquín, y pone "larga muerte".

(c)SafeCreative *1711214895489 (2022: 2212172888142)