1.1.08

"Odi et amo"



 "I la cançó canta a cada bri de cosa"
Joan Salvat-Papasseit

as dos guías de visita de Barcelona que siempre he manejado son: la clásica de Alexandre Cirici, Barcelona pam a pam, y la editada por el Ayuntamiento que firman Josep M. Huertas y Pepe Encinas, 50 veces Barcelona. En ella se describen dos recorridos de las Ramblas. Uno desde el Portal de la Pau (Puerta de la Paz) hasta la llamada "Rambla de los pájaros" (?) y otro desde la Rambla de Canaletas hasta las Drassanes (Atarazanas). Ambas rutas se superponen pero van en sentidos opuestos. El primer recorrido sube desde el muelle hasta donde confluyen la calle del Carme (Carmen) y la de Portaferrissa. La segunda ruta recorre prácticamente la extensión de apenas 1.180 metros que hay entre la Fuente de las Canaletas y el monumento a Colón. Cuando yo era niña los turistas visitaban inexcusablemente el Barrio Gótico, Colón y la Sagrada Familia. Después se vio el filón del Modernismo, los paelladores y la sangría de garrafón. Los paseos propuestos por Huertas y Encinas son dos posibilidades entre muchas.

No creo que sea indiferente andar en un sentido o en el sentido inverso. No suele serlo. De la misma manera que no es lo mismo caminar con el mar a nuestra izquierda o a nuestra derecha o con el sol delante o detrás. Por extraño que parezca, hay personas insensibles a estas diferencias. O lo son por lo menos hasta el día en que ven claramente lo que intento demostrar. Y lo ven al verlo fotografiado. De la misma que cuando nos vemos en un vídeo, nos damos cuenta de que constantemente nos ajustamos los lentes o miramos de lado, un día descubrimos que hay paisajes o figuras que mejoran según la iluminación. Escribió Leonardo da Vinci sobre los "colores accidentales de los árboles" en su Cuaderno de notas: "Los árboles en un paisaje situado entre nosotros y el sol son mucho más bonitos que cuando estamos situados entre ellos y el sol". Claro que me figuro que tampoco hay que descartar todo contraluz. Esto es cosa de pintores y yo soy, como si dijéramos, de orejas de la misma manera que hay gente que dice que es "de ciencias".

Antes de seguir subiendo o bajando debo hacer una segunda aclaración y es que el libro del Ayuntamiento silencia el apelativo de "las Ramblas" y utiliza en exclusividad el de "la Rambla". Quienes nos referimos a "las Ramblas" tal vez lo hacemos pensando en su composición: la Rambla de Canaletas, la de los Estudios, la de San José o las Flores, la de los Capuchinos y la de Santa Mónica, que es donde estaba el antiguo convento de los Agustinos Descalzos. Esta composición no ha desparecido de los rótulos del paseo pero se silencia estruendosamente tanto en el callejero de la ciudad como en la guía oficial de que hablo. ¿Por laicismo? Ni idea. El caso es que "Rambla" o "Rambles" se usan ambas –en una distribución que desconozco- por igual aunque con una clara tendencia hacia la primera forma singular que han adoptado las instituciones. Tengo ahora y siempre la sensación de que en otras ciudades españolas la participación popular espontánea en dar nombres a lo que va pasando es muy superior y más numerosa. No digo un pueblo como el de Madrid o el de Cádiz o Huelva, digo Valencia o digo hasta La Coruña. En Madrid, los cronistas anónimos le llamaron enseguida "chocolatina" a la moneda de 100 pesetas que circulaba antes del advenimiento del euro. En Barcelona se les conocía como mucho como monedas de 20 duros, pero si el Ayuntamiento o la Santa Normalización Lingüística o las escuelas se hubieran propuesto llamarla ologustrichorrópolas, ya os podéis imaginar con qué docilidad se habría sometido la ciudadanía. Que sí. En días recientes el TermCat ha elevado a la categoría conveniente 200 palabras entre las cuales está bloc (para designar a un weblog como lo sería éste). Esa palabra ya designaba el típico cuaderno cuyas hojas están unidas en bloque y por una espiral. Las propuestas del TermCat y el IULA (Institut Universitari de Lingüística Aplicada) de la Universitat Pompeu Fabra son indiscutibles y están legitimadas por la necesidad social de que haya Terminología, por el supuesto genio de la lengua y por estar consensuadas por los filólogos que trabajan por la Normalización Lingüística. Es un círculo cerrado empalizado por el incuestinable método científico y un ágora que está de espaldas a la realidad y de cara a la subvención. Es un nudo que si lo queremos deshacer más se afianza y enreda.

Precisamente una parte de la Universidad Pompeu Fabra –una universidad que para lo que le interesa es pública y para lo que le interesa es privada- está ahí entre el Portal de la Pau y el Pla de l’Ós, cerca del pavimento-mosaico de Joan Miró. Su enclave desplazó siete u ocho esquinas de putas, que estaban a un tiro de piedra de la calle de las Tapias. A sus clientes potenciales se les reconocía porque llevaban un periódico doblado como los que corren en los encierros de Pamplona. En el lenguaje municipal a este tipo de operaciones urbanísticas se les llama de saneamiento y esponjamiento según se refieran a las actividades o a su magnitud.

Y sin embargo, las Ramblas, la Rambla, aunque nada tiene que ver con la manía de institucionarlo todo, como fue un torrente, siempre se les ha ido de las manos. Bueno, el Forum –esa mierda- también se les fue de las manos pero de otra manera. Y si nos disgusta ver a la venta animales en cautividad, nos demuestra la Rambla ("arenal" en árabe) ser siempre lo más opuesto a una línea fronteriza o un muro. Fue torrente, digo, y fue muralla hasta 1860. Luego ha sido lo más opuesto a una línea fronteriza o a un muro vergonzante. Barcelona está limitada por el mar y por la Sierra de Collserola, y por los ríos Besós y Llobregat. Pero esos dos ríos nada tienen que ver con el Tíber, el Mondego, el Danubio, el Ebro o el Sena. Barcelona no está recorrida por un río, pero es muy agradable notar la corriente de gentes bajar hasta el mar, los afluyentes que nos desvían al Raval sin que sintamos el remolino como un giro abrupto. El célebre brainstorming anglosajón o "lluvia de cerebros" tiene equivalentes o alternativas en el ancho mundo: la inspiración, la siesta, el paseo filosófico peripatético, el zoco, el ágora de verdad y no ese apaño de las universidades, el baño de multitudes, la feria de ganado, el vermú al sol en la Plaza Mayor de Salamanca o bajar por las Ramblas.

Hoy el cielo era azul celeste delicado. Había en la plaza de Cataluña, en el suelo pegajoso y resbaladizo, cristalitos de color olivina y charcos de cava al sol. Se oía a muchos turistas italianos con sus abrigos envidiables y esa dicción clara que desperdician en temas banales siendo más bien propia de la declamación de anfíbracos o del elogio. El español bien pronunciado más bien tiende a la argumentación, a la homilía, o al desafío.

Al llegar a la altura de la iglesia de Belén me acordé de Ocaña. José Pérez Ocaña pertenecía a las Ramblas como las fuentes Wallace o los nostálgicos del marxismo-leninismo, los plátanos que trajeron de la dehesa de Gerona y las mujeres desplazadas por el IULA-UPF. Ocaña era un progre con peineta, con la misma naturalidad con la que el Marqués de Bradomín era feo, católico y sentimental. En las Ramblas se cruzan todas las tribus urbanas y todos los sexos. La primera vez que vi transexuales entre el Centro Gallego, en la Rambla de los Capuchinos, y el Liceo, les vi un enorme parecido con cualquiera de nuestras folklóricas entronizadas (las que descansan y las que no descansan). Nada que ver con las queens que reinan en una orilla del Gayxample. Eran chicos marginados hasta por sus familias.

Hoy estaba bien predispuesta a dejarme llevar por el río de la vida. Estaba predispuesta a poder estar tranquilamente en el mismo lugar donde posaba una estatua viviente de Alien sin Sigourney Weaver, la estatua de Salvat-Papasseit meada hasta lo inverosímil, los bellísimos carromatos del circo Raluy en el Moll Vell y el olor de los goffres mezclado con el de los animales. Manolo llevaba una camiseta de Guns’n roses.

"ODI ET AMO" decía Catulo. Yo odio Barcelona, pero amo la Rambla.

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