22.2.08

Patamulo






Hoy en mi hora libre para comer me ha apetecido tomar el sol y comprarme en el mercado municipal 100 gramos de queso y un pedacito de pan. Me he comprado patamulo de Teruel, que no lo conocía, y me ha resultado muy reconstituyente. Delicioso. Era bastante indiferente al fragor de la Ronda de Dalt, incluso a un irresponsable que conducía un camión y de un acelerón ha pasado el semáforo en verde o en rojo, según se mire. Yo lo veía verde para los peatones. El sol, el patamulo y el pan mío me han permitido ver la escena no sólo con presencia de ánimo, sino con estoicismo y despego. Como si fuera una película o menos.

Una vez me dijo un amigo mío del Hospital de Bellvitge que hay temporadas buenas y temporadas malas. Y he visto que así es. Manuel Hernández Prieto era de Salamanca, y era el jefe de Radioterapia. Era del curso de Charo López. Pero sería de secundaria, porque me parece que Charo López no estudió Medicina. Un día me lo encontré en el comedor, al que en realidad llamábamos "Auxilio social" y "Bene" (por "Beneficiencia"). Hacía tiempo que no lo veía y cuando le vi no hacía muy buena cara. "¿No estarás malo?" le dije. Me contestó "Sí". "¿Pero no te irás a morir?" le dije. Y me contestó: "Sí". "Pues, anda, antes de morirte me vienes a ver un día a mi sitio". También dijo que sí, como así fue. Parece que le estoy viendo y sé (o creo) que lo volveré a ver pero no aquí porque a los tres meses se murió. El día que lo enterraron llovía tanto como al final de Casablanca.
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Manuel me marcó una época, su muerte fue como un recodo en mi trayectoria. Ante un hombre así, sobrio, de bonitos ojos azules, con esa locuacidad y esa castellanidad charra contenida pero sentida de "le mot juste", yo no tenía ninguna duda: había temporadas buenas y había temporadas malas. Esperemos que ésta sea para todos una temporada mala, porque si es una temporada buena a lo mejor eso la haría peor. O no. Es un absurdo, puesto que ya sabemos (por lo menos una buena parte de la humanidad) que la desgracia no es lógica. Ya me he aprendido bien las palabras de Manuel y para mí ya no hay distinción entre las temporadas buenas y las temporadas malas, simplemente las vivo y las sobrevivo como vienen y digo aquello de nuestro mejor poeta: "ni cogeré las flores, ni temeré las fieras", o lo de Chuang Tzu:
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"El placer y la ira,
la tristeza y la alegría,
las esperanzas y los arrepentimientos,
el cambio y la estabilidad,
la impaciencia y la pereza:
son todos sonidos de la misma flauta,
todos hongos del mismo moho húmedo.
¡El día y la noche se persiguen y caen sobre nosotros
sin que veamos cómo brotan!"
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Recomiendo vivamente además del patamulo, las palabras de Manolo y las del taoísta, otras buenas palabras de hoy: que nos recuerdan que no todos los libros son novelas. Y tal vez que no todas las novelas son libros.

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