27.4.08

La voz debajo


"Parla, canta, sorridi al tuo bambino, fin da quando viene al mondo:
la tua voce lo accarezza, lo conforta, lo circonda.
Ripeti per lui filastrocche e parole. Aspetta, con calma, che lui ti risponda.
Con libri illustrati spalancagli un mondo:
viaggia con lui, tra parole e colori, trasforma il suo mondo in piccole storie:
fagli capire, con gesti e parole, la tenerezza dell'essere insieme.
Parla, canta, sorridi al tuo bambino. Leggigli i libri che ama di più.
Le storie che ascolta lo portano in volo, gli danno parole che non conosceva,
gli mettono in fuga i mostri più cupi, rispondono quiete a mille perché.
Leggi ogni giorno una storia al tuo bambino.
Digli così quanto bene gli vuoi, fagli un regalo che dura per sempre".
Rita Valentino Merletti (Nati per leggere)


ste fin de semana he estado en un taller intensivo de tai chi en Sans, en la calle Papín. En un momento dado la monitora nos hizo describir los movimientos que intervenían repetitivamente en el ejercicio que nos mostraba con su propio cuerpo. Había un desplazamiento fluido del peso de un pie al otro, estando uno un poco más atrasado que el opuesto y a cuarenta y cinco grados. Había un movimiento de las manos complejo de ser descrito con palabras e incluso con dibujos: primero se estiraban los brazos frente los hombros, como empujando, después se recogían las manos sobre el lado del pie atrasado y con las palmas mirando al suelo con el dorso de la muñeca de una mano apoyada sobre la muñeca de la otra mano. La idea del vaivén y de las fuerzas opuestas está claro también en el baile de las sevillanas.
La monitora, Madalena, de Lisboa, nos hizo ver todos los elementos que participaban como un crisol en el movimiento. Incluso la sonrisa, que es lo más difícil de mantener. Y no nos estamos refiriendo a la sonrisa de máscara y mecánica. Madalena nos invitó a hacer ese mismo ejercicio pero cada cual debía fijar su atención sobre todo en dos elementos de todos los que se habían enumerado. Elegí la sonrisa, pero como si la sonrisa fuera algo que se pudiera extender a todo el cuerpo; y la mirada, de gata, elemento del cual se habían olvidado y que es más difícil aún de conquistar que la sonrisa. Y en eso estoy.
Hace unos cuantos años que practico tai chi aunque discontinuamente. Cada vez que he regresado a este potente arte marcial vuelvo a descubrir la alquimia interna y la meditación en movimiento, pero también paso unas cuantas semanas en que cuando hago la tabla tengo un mareo del copón o bien me relajo tanto que no puedo hablar durante un ratito y se me taponan los oídos. El cuerpo es extraño. Ya con el yoga se me tiene parado el corazón si hacía nidra (sueño consciente). Pero cuando regreso al tai chi siempre me paso unas semanas en que después de cada tabla o estoy mareada como un pato mareado o bien no puedo hablar si no es con esfuerzo. Ya sé yo que hay muchos escépticos respecto a los beneficios del tai chi y del yoga. Incluso hay escépticos del tai chi en el yoga y del yoga en el tai chi. No tenemos remedio. He podido comprobar sin embargo lo bueno que es el tai chi en enfermos severos y desahuciados por la medicina de la Seguridad Social. Bueno para el cuerpo y para la mente. De hecho yo creo que no haber llevado el cuerpo y la mente al potencial que le es propio, es algo así como una minusvalía, como un violín que nunca ha sido tocado. Para mí el yoga como el tai chi me abrió a una dimensión que nada tiene que ver con el esoterismo, que fue como aprender a leer y poder entender o no lo que había en un sinfín de libros. Como en todo, el taichi que me gusta más es el más sobrio, sin manierismos, esquemático, suave y silencioso.

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