31.5.08

Lo dicho


Libro en hojas de palma

Juliet: "What's in a name? That which we call a rose
By any other name would smell as sweet."
W. Shakespeare, Romeo and Juliet (II, ii, 1-2)
·
"Escribir es saber que lo que no se ha producido todavía en la letra no tiene otra morada". Jacques Derrida, Cómo no hablar.
·
Es fácil a veces situar el lugar y hasta el tiempo en que nacimos por nuestros nombres. Evangelina, María Rosa, Paula, pueden muy bien representar tres generaciones consecutivas. Donde yo intento vivir no se les pone ya a los recién nacidos José o Carmen ni Josep o Carme, y ya no digamos Emerenciano, Eulogio, Perseveranda, Dolores, o Manuel. Lo mismo nos ocurre con los títulos de los libros, hay modas e incluso podría advertirse una curiosa y pétrea uniformidad. Hojeando el último catálogo de ofertas de un librero observo hasta regularidad sintáctica en los títulos: El palacio de la medianoche, Las luces de septiembre, El príncipe de la niebla, La Biblia de barro, La catedral del mar, Los pilares de la tierra, El búfalo de la noche, El árbol de las cuentas, La casa de los espíritus, El hombre del salto, etc. ¿Qué importaría decir a cambio El palacio de septiembre, La catedral de barro, La Biblia del mar, La casa de la noche, El búfalo de la niebla? Y sin embargo me gustan títulos como El corazón de las tinieblas, y no sólo porque sea de Joseph Conrad, y Los príncipes valientes, de Javier Pérez Andújar. Y también me gusta como título La emperatriz de los etéreos, que creo que es una novela juvenil, de Laura Gallego (que a su vez es joven).
Parece que los editores se afanan mucho en los títulos y presionan en ese sentido a los autores. De ahí debe provenir la homogeneidad:
"¿Cuál es la gran meta de un título?
¡Todo! Es lo primero que el lector potencial leerá, la línea que atrapará la atención de un editor o hará que deseche a una papelera el libro. [...]
"Hay tres grupos distintos de títulos:
El primero el de los buenos: los que llaman la atención, hacen que el lector coja el libro, mire la cubierta frontal, lo gire para leer la contracubierta" [...]
"Haga una lista:
Los nombres de los personajes principales.
Los lugares más importantes de libros.
Cualquier objeto o talismán que juegue un papel específico o relevante (La espada de Shanara)
Criaturas, animales, aliens, nombres.
¿Cuál es el propósito de su libro?
¿Es un viaje? ¿A qué lugar? ¿Para qué?
¿Está escribiendo acerca de un significado más profundo?
¿Se relaciona su libro con hechos actuales o temas populares?
¿Qué persiguen sus personajes? [...]
(Post del blog de Leucrota Press, en California)

Para nuestros vecinos del norte -¡esos bárbaros!- y para sus descendientes en América todo cobra sentido y orden cuando lo convierten en una lista, en una check list. Tras haber releído algunas de las recomendaciones del post aún me resulta más evidente el patrón que rige en los títulos de los libros de ficción actuales. Merecerían además sendos posts dos géneros muy formalizados que me son particularmente llamativos: las tesis que se defiende cada año en nuestra universidades y los manuales de autoayuda. Miro la base de datos Teseo de tesis y ahondo en mi ignorancia ante títulos que no entiendo del todo independientemente de cual sea su especialidad: 

HETEROMERIZACIÓN DE RECEPTORES DE ADEVOSIVA AZA, DOPAMINA D2 Y CAMBINOIDES CB1. IMPLICACIONES PARACOLÓGICAS Y FUNCIONALES


LA OBRA RELIGIOSA DE GERARDO DIEGO (VERSO Y PROSA)

DIALÉCTICA DE LOS CONCEPTOS EN LAS POLÍTICAS CONTRA LA POBREZA (BRASIL 1995-2002)

EL KITAB AL-ANWAR AL-SANIYYA DE ABU I-QASIM IBN YUZAYY: EDICIÓN Y ESTUDIO


ESTUDIO DE LOS PELOIDES ESPAÑOLES

PROBLEMA DE GYLDÉN-MESCERSKIJ EM CENÁRIOS PERTURBADOS. MÉTODOS E APLICAÇÔES


L' AJUDA HUMANITÀRIA DELS QUÀQUERS ALS INFANTS DE CATALUNYA DURANT LA GUERRA CIVIL, 1936-1930


MIKELETEAK ETA BIDELAPURRAK: GIZARTE KONTROLAREN ALDAKETAK GIPUZKOA TRADIZIONALEAN, 1688-1808


Me pasaría ratos y ratos consultando esa base de datos, porque me pica la curiosidad ver en qué se interesa la ciencia universitaria, que cada vez es menos universal. Seguro que hay más de una tesis sobre los títulos que se ponían a los volúmenes romanos con una etiqueta de pergamino que colgaba de ellos cuando estaban en los anaqueles. Seguro que hay una tesis sobre los anaqueles, otra sobre las etiquetas de pergamino y otra sobre los rollos.
Sin embargo, por el contrario, el alud de manualitos de autoayuda no me suscitan interés y me resultan tediosos. Un libro cuyo título contenga modos imperativos (Aplícate el cuento o Cuida tu espalda), me resulta además disuasorio puesto que soy una rebelde y siempre lo seré. Ese imperativo, lejos de inspirarme decisión o coraje me inspira desesperación. Es curioso como la regularidad mercantilista se reproduce en las fórmulas del éxito y de la espiritualidad etnoguay organizada: la última arenga sideral de Tenzin Gyatso, el reencarnado dalai XIV, que a lo mejor ni siquiera está escrita por él, se titula Los siete pasos al amor. Aparece en el catálogo que hojeo por la misma sección que otro producto que se le asemeja, bien mirado: Aprenda inglés en siete días. Siete pasos y siete días. También hay un manual para aprender chino que si no recuerdo mal tenía 164 páginas. Debe de ser un prontuario para optimistas. Pero si con las Recetas de cocina para inútiles se me hacía una montaña, no digamos el inglés y el chino. 
Hay un grupo de novelas cuyos títulos invocan directamente el crimen, la perversidad, la devastación y la miseria moral, la sangre derramada, las enfermedades y otros males horrendos: Crematorio, Desaparecidas, Out, Boca sellada, Huérfanos del mal, La voz del diablo, Insomnia, Desesperación, Maldad bajo el sol, Dos niñas vestidas de azul, La cuna caerá, C de cadáver, Ese dulce mal, etc. Tenemos en la Barceloneta una librería especializada que se llama "Negra y criminal" por si hubiera alguna duda.

Los libros modernos impresos nos eximen de los datos legales que conllevan, a no ser el ISBN y el D.L. Recordemos el primer Quijote, un libro que tenía tras la portada, la dedicatoria, el privilegio, la aprobación o aprobaciones que emanaban del poder civil, la licencia de la autoridad civil, la licencia eclesíastica, la aprobación del clero regular, la fe de erratas, la tasa, escritos en prosa de otros autores, poesías del propio autor, poesías laudatorias de otros autores y el prólogo. El "s.c.s.r.e." (Totum sub correctione Sanctae Romanae Ecclesiae) no hace tanto tiempo que desapareció de las portadas de los libros que garantizaban así su conveniencia.

En uno de mis tratados preferidos de la historia del libro, el de Albert Labarre, se lee:
"Comme les manuscrits, les primiers imprimés no comportaient pas de titre. Ils étaient désignés par les premiers mots du texte, l’incipit; cette absence d’"état civil" rend délicates la datation et la localisation de beaucoup d’incunables. On prit vite l’habitude de placer à la fin du volume une formule qui indiquait, en quelques lignes, l’auteur et le titre de l’ouvrage, le lieu et la date de l’édition, le nom de l’imprimeur; c’est le colophon (d’un mot grec qui veut dire: achever). [...] Le texte commençait dès le recto du premier feuillet. Comme cette page avait tendence à s’abîmer, certains typographes ne commencèrent a l’impression qu’au verso du premier feuillet. Puil ils furent amenés à imprimer sur le recto resté blanc le titre de l’ouvrage, abrégé en une ou deux lignes. Ensuite, l’espace resté vide sous le titre fut rempli par une illustration, le plus souvent la marque de l’imprimeur ou de l’éditeur" [...]
(A. Labarre. Historie du Livre. Paris: P.U.F., 1970 Què sais-je; 620, pág. 66 )
Es decir, que primero existió el colofón y más tarde su fue configurando paulatinamente la actual portada (que no cubierta) tal y como hoy la conocemos sin demasiadas variantes. Ahora nos parece de lo más natural, como si no pudiera ser de otra manera, pero es el resultado de una evolución. La otra gran historia del libro, la de Dahl, nos recuerda otro aspecto que a mi entender tuvo que influir mucho en la progresión del título del libro como identificador:
"Mientras durante la mayor parte del siglo XVI se siguió aún la costumbre medieval de colocar los libros sobre pupitres, se fue generalizando cada vez más el dar al local de la biblioteca la forma de una sala con estanterías a lo largo de las paredes, donde los libros se situaban en tablas; con frecuencia las estanterías se levantaban hasta el techo, por lo que fue necesario dividirlas por medio de una galería. Este sistema de construcción de bibliotecas en forma de sala, aparece por vez primera en el espléndido local contruído en la segunda mitad del siglo XVI para la biblioteca de El Escorial, en las proximidades de Madrid; pronto se convirtió en el modelo exclusivo, que no fue reemplazado hasta mediados del siglo XIX por sistemas más prácticos"
(S. Dahl. Historia del libro. Madrid: Alianza Editorial, 1972. El libro de bolsillo; 373, pág. 173)
Si no recuerdo mal en la película de El nombre de la rosa se ve en la escritorio monacal como los libros con los que se está trabajando se guardan en posición horizontal. La verdad es que eran muy pesados. No decimos cualquier cosa al recordar que una de las primeras bibliotecas del mundo en que sistemáticamente se colocaron los libros de forma vertical fue la de El Escorial. De ahí a repasar los lomos doblando la cabeza a derecha e izquierda repetidamente, no hay nada.
Detecto en los libros propiamente literarios y paraliterarios títulos que son propios de los libros de poesía. Luego están aquellos títulos cultistas o hasta pretenciosos que extraen su nombre de algún verso clásico, de los mitos o hasta del catolicismo. El poder y la gloria, de Graham Greene es uno de ellos. La pasión según Renée Vivien inspira más que el sufrimiento o el calvario, algo más ardiente, hedonista y libérrimo. Algo parecido pasa con el De Profundis, de Oscar Wilde, escrito en la prisión a Lord Alfred Douglas, donde la crítica ha visto un "arrepentimiento" que a mí me pasó totalmente desapercibido cuando lo leí en mi juventud y seguramente ahora también me pasaría desapercibido porque más bien lo que había era perdón. Proviene este libro de Wilde (el último que publicó) tal vez del salmo 130 (De profundis clamavi ad te), lo mismo que la poesía homónima de Lorca en Poema del cante jondo.
Estoy no por las fórmulas exitosas, como se ve, sino por lo que decía Rainer Maria Rilke: "Creo en lo que todavía no ha sido dicho". 

Post registrado en SafeCreative: A la flor del berro (1) #1105179237451