14.3.09

Bordes y líneas


"Mujeres al borde de un ataque de nervios" (Pedro Almodóvar, 1988)
Escena del "Ecce Omo" y el telediario de la abuela redactora, con Carmen Maura y María Barranco


a he dicho por ahí que del director Almodóvar me gusta cómo explica las cosas más que lo que explica en sí. Sin embargo, el personaje recurrente de mambo-taxi en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) supera la realidad. Es decir, en este caso la ficción supera la realidad, y eso es inestimable.

Tenía previsto yo un post en homenaje a ese taxista y a otros que yo he conocido, pero en estos días trepidantes por los que he pasado he tenido que tomar dos taxis que han superado el mambo-taxi de lejos. Como yo no lo explicaría ni la mitad de bien que Pedro Almodóvar, lo dejo estar. Sólo diré que con un taxista cubano hicimos una carrera de quitar el hipo, como si fuera una persecución, cuando sólo le dije que llegaba tarde. Llegué a mi punto de encuentro mareada, porque nunca he tomado la precaución de ingerir una biodramina para hacer un trayecto hasta el centro en un automóvil. La forma de tomar las curvas era indiscutiblemente algo que sólo había visto en La Habana. Tampoco explicaré lo de ayer, cuando el taxista me propuso que quedáramos para cenar y que si tenía teléfono, cuando como aquel que dice ya estaba yo con la puerta abierta a punto de salir por la derecha. Como el taxista era gallego (su acento lo delataba) le contesté con retranca.

Lo de los camareros que anticipé en un post anterior cercano también lo dejo correr porque tendríamos que partir de la base de desmontar el tópico de que el camarero escucha desde el otro lado de la barra a un señor o a una señora ebrios. La verdad es que yo me he encontrado escuchando a muchos camareros que estaban piripis y de servicio, o de servicio y piripis. No obstante, volveremos al tema de los camareros, los taxistas y los peluqueros y peluqueras algún día lejano.

No recuerdo si es en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (MABDUADN) donde una chica Almodóvar le dice a otra chica Almodóvar “hagas lo que hagas, no te quites las bragas”. Me suena que es una frase de otra época anterior del manchego. Es una frase con la que yo a veces me despido de mis amigas del mismo género. Al principio les choca o les resulta una ordinariez, pero luego con el tiempo la comprenden y la agradecen. Como otros consejos que sin querer se dan. La frase que sí es de MABDUADN es
"Estoy harta de ser buena". Es de Carmen Maura. La pronuncia en el personaje de Pepa Marcos hablando consigo misma. La borda. No sé si fue antes o después de esa frase cuando Tola le dijo el célebre “Nena, tú vales mucho”. Y es verdad. En “El sueño de Valentín” (Alejandro Agresti, 2003) hizo otro de sus grandes papeles. De abuela. Película muy buena, de la Argentina, que pasó por las carteleras de Barcelona casi desapercibida.
Almodóvar a veces escora a lo que se llamaba “españolada” cuando siendo yo niña ibas a una sesión continua de tarde de sábado y veías un pase con una de romanos (o del oeste), una españolada y una tercera película. En el cine se fumaba, se comían bocadillos de tortilla de patata, se bebían refrescos y los novios se metían mano. Cuando yo tenía 3 años íbamos mi hermano y yo por 5 pesetas toda la tarde al cine de al lado. Yo pagaba 2. Y lo bien que se quedaban mis padres. En la gloria.
En realidad si alguien mucho más joven que yo quiere saber lo que es una “españolada”, le sugiero que se mire alguna de las películas de los años sesenta que a veces echan en la Primera. Por aquellos años la gente tenía tantas ganas de reír que a mí me fastidiaba porque había señoras que se reían incluso antes del chiste y lo hacían de una forma muy sonora. Luego con los años me he dado cuenta de que eran carcajadas seductoras, o de seducción, que no es lo mismo, de anticipo de la noche del sábado y la Saturday fever night. El caso es que con tantas risas no me enteraba de la película y además yo prefería y sigo prefiriendo las películas de romanos y del oeste con buenos y malos. Ahora creo que los únicos directores justicieros que hay son Spike Lee y Clint Eastwood.
Sabe Clint Eastwood de diferente manera a Spike Lee y su homónimo Bruce Lee que la línea que separa el ser buena, ser mala o estar harta de ser buena es muy delgada. También sabe que se puede reconstruir de la misma manera que la Celestina recomponía a orillas del Tormes los hímenes de las mujeres casaderas.
Por todo esto de la delgada línea una no deja de sorprenderse ante algunos artilugios internáuticos de pago como por ejemplo Meetic o Match o cosas así. Lo que hay que hacer para entrar en esos lugares de oprobio es definirse. Hay que rellenar infinidad de menús desplegables y casillas con la edad, el color de ojos, la raza, las creencias religiosas, las creencias políticas, las fantasías sexuales, las manías, las obsesiones, las aspiraciones, etc. Todo mezclado y simplificado ad nauseam. Se remueve Roma con Santiago, Sodoma y Gomorra, Pinto y Valdemoro y todo lo que se pueda imaginar. El perfil que sale de tanto parámetro asquea a cualquiera. Por lo tanto es altamente improbable que lo que se pudiera encontrar ahí tenga alguna garantía de éxito y hasta de interés.
¿Es que acaso las relaciones humanas funcionan así? Ya me barruntaba yo algo de eso cuando alguna vez he notado vagamente que en mi blog (aquí) eran medidas mis palabras y escudriñadas o analizadas escrupulosamente desde un rasero de entomólogo, a ver por donde cojeo, a ver qué voto, a ver cuánto debo de cobrar en mi mensualidad, a ver qué, etc. A mí si acaso me interesan las ideas, no las ideologías. Pero cuando se me pone tan difícil, pienso lo que una amiga, que son mejor que nosotros los animales.

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