31.5.09

La letra pequeña


Para la libertad

Apenas recuerdo tres cosas de Cien años de soledad: la profusión de Aurelianos, el diluvio de casi 5 años y la enfermedad del insomnio. Ah, y dos frases: “tu casa huele a fogón meado” y “liendre sebosa”. Durante la amnesia y el insomnio, José Arcadio Buendía “marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche.”
Por muy desatinada que parezca la idea de José Arcadio, yo he visto una vez más que la realidad la superaba con creces. Evidentemente la razón por la que nuestras ciudades, nuestras carreteras, nuestros “no-lugares”, nuestros centros de trabajo y nuestras escuelas están llenas de letreros y rótulos, no es sólo por combatir la amnesia o la mala memoria de los ciudadanos. Incluso diríamos más, hay gentes que no han puesto un letrero en su vida y gentes que ponen letreros por veinte, cosa que necesariamente no va pareja a su elocuencia, a su excelencia tipográfica y ortográfica ni a su poder de persuasión o a la efectividad de los textos o signos que esgrime. Servidora trabaja en un sitio en donde en cada metro cuadrado hay un letrero. Hay letreros para el uso y reposición del jabón del excusado, así como también los hay en las cisternas, sobre las cisternas y en los botiquines de pequeñas curas. También hay letreros en las fotocopiadoras (las cuales a su vez incorporan varias instrucciones en sus botones, en sus mecanismos) y en los costales se guardan sus manuales de instrucciones completos. Hay letreros en donde se guardan los respectivos consumibles de las fotocopiadoras, en las destructoras de papel, en los microondas comunes, en el revistero del office, en la puerta del office (por dentro y por fuera), en el frigorífico del office, en cada uno de los ultracongeladores de los laboratorios, en los armarios de material peligroso, en los tablones de anuncios, en los ascensores. La máquina dispensadora de batas tiene también letreros, además de los que exhibe el armatoste de acuerdo con los signos convencionales mínimos y la rotulación convencional internacional. El carrito con la ropa de quirófano también tiene letreros recordando que no hay que separar la prenda superior y la inferior. Los recipientes de ropa usada, papel usado, material tóxico, cartuchos de tinta de impresora para reciclar, baterías, vidrio, etcétera, también ostentan los signos y símbolos estándar de nuestras instituciones sanitarias, pero además cada uno tiene además un letrero recordando que el recogedor de papel (en donde se lee claramente "Recogedor de papel") no admite plástico, que el recogedor de plásticos no admite papel y así hasta el infinito.
El letrero más ofensivo e inútil es de lejos el que recuerda lo que hay que hacer con el material higiénico en el WC. Pero el que se lleva el premio al delirio orwelliano es uno que sugiere que si alguien quiere decir algo que se lo diga al propio emisor del letrero para que lo difundan convenientemente. Así que el letrero de Macondo (“Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche”) hace reír comparado con el mundo acribillado de letreros con el que me las tengo que ver cada día y que cada vez me hace menos gracia. Especialmente aquellos que ponen en entredicho la presunción de inocencia. En mi modesta opinión, hablando generalmente, si un objeto necesita un letrero para ser utilizado es porque no es eficaz y no está bien emplazado o porque la organización que lo incorpora es precaria. Llevo más de 25 años trabajando y nunca he visto a nadie tan tonto que no fuera capaz de marcar su territorio de trabajo sin necesidad de poner letreros, simplemente usando los objetos de su entorno como marcas de posición. En otro orden de cosas yo empiezo a temerme, como si fuera una discípula –aunque poco aventajada- de Juan Poz, que todo este trajín de letreros y rótulos acabará justificando un puesto de trabajo y entonces el asunto ya estará perfectamente blindado contra todo cuestionamiento. De hecho ya se han comprado una plastificadora de hojas de papel, con lo cual -por otra parte- los letreros del equipo The Big Brother no podrán ser reciclados ni como papel ni como plástico.
Hace unos días Ana traía a este blog, a cuento de los viajeros y de los tránsitos por los aeropuertos, el recuerdo del libro titulado Los no-lugares: espacios del anonimato, del etnólogo Marc Augé. El libro está íntegro en Scribd, pero sólo vamos a detenernos en un párrafo:
“Otro ejemplo de invasión del espacio por el texto: los grandes supermercados en los cuales el cliente circula silenciosamente, consulta las etiquetas, pesa las verduras o las frutas en una máquina que le indica, con el peso, el precio, luego tiende su tarjeta de crédito a una mujer joven pero también silenciosa, o poco locuaz, que somete cada artículo al registro de una máquina decodificadora antes de verificar si la tarjeta de crédito está en condiciones. Diálogo más directo pero aun más silencioso: el que cada titular de una tarjeta de crédito mantiene con la máquina distribuidora donde la inserta y en cuya pantalla le son transmitidas instrucciones generalmente alentadoras pero que constituyen a veces verdaderos llamados al orden ("Tarjeta mal introducida", "Retire su tarjeta", "Lea atentamente las instrucciones"). Todas las interpelaciones que emanan de las rutas, de los centros comerciales o del servicio de guardia del sistema bancario que está en la esquina de nuestra calle apuntan en forma simultánea, indiferente, a cada uno de nosotros ("Gracias por su visita", "Buen viaje", "Gracias por su confianza"), no importa a quién: son las que fabrican al "hombre medio" , definido como usuario del sistema vial, comercial o bancario. Esas interpelaciones lo construyen y eventualmente lo individualizan: en algunas rutas y autopistas, la advertencia súbita de un letrero luminoso (¡110!; 110!) llama al orden al automovilista demasiado apurado; en algunos cruces de rutas parisienses, cuando se pasa un semáforo en rojo eso queda automáticamente registrado y el coche del culpable identificado por foto. Toda tarjeta de crédito lleva un código de identificación que le permite a la máquina distribuidora proveer a su titular informaciones al mismo tiempo que un recordatorio de las reglas del juego: "Usted puede retirar 600 francos". Mientras que la identidad de unos y otros constituía el "lugar antropológico", a través de las complicidades del lenguaje, las referencias del paisaje, las reglas no formuladas del saber vivir, el no lugar es el que crea la identidad compartida de los pasajeros, de la clientela o de los conductores del domingo.”
Lo que además acaba de subrayar lo perverso de los textos ocupando el espacio es el hecho de que hemos llegado a un punto en el cual el registro de la realidad prevalece sobre la realidad misma y cuando, siguiendo con mi lugar o no-lugar de trabajo, se para el sistema informático (cosa que ocurre bastante frecuentemente) no sólo no se puede seguir trabajando sino que se produce como una parálisis mental o cerebral. No sé si me explico. Es como si ya no pudiéramos ir más allá de lo que “pone” el ordenador. A los clientes o usuarios (terribles palabras donde las haya) se les dice “no funcionan los ordenadores” con el mismo fatalismo o nihilismo infranqueable con que hace 40 años se decía apáticamente que la culpa era del material, “que ha salido malo”.
La imagen que inserto en el post ilustra un recuerdo que tengo de una boda a la que asistí por videoconferencia, que se realizó en Las Vegas. Una boda rápida. El novio llevaba una camiseta blanca con la palabra “novio” en letras grandes negras. Después estaba ella con la palabra “novia” y por último un “testigo”. Las t-shirt con mensaje también pertenecen a esta entrada enciclopédica, sin duda. Pero tampoco se trata de agotar el tema o de agotar a nadie. Lo que no dejaríamos de señalar en todo caso es como hace unos años, cuando Pasqual Maragall fue alcalde de Barcelona (1982-1997), se erradicaron la mayor parte de los letreros de neón que estaban apostados sobre las sufridas azoteas de los edificios y a lo largo de las fachadas, en un desorden y cantidad intolerables para el modelo de ciudad que se pretendía imponer. Ahora se puede decir que en comparación hay más letreros, aunque no sean luminosos y aunque la letra sea mucho más pequeña.
Creo que los únicos espacios de libertad que han dejado los tecnócratas municipales son los nichos de los cementerios (Fotoblog, El más "pallá") y algún letrerillo silvestre que queda por ahí en algún colmado superviviente o en alguna puerta, diciendo aquello de “Al amo del perro como vuelva a ensuciarme la puerta me voy a cagar en todos sus muertos”, variación o inversión patria del latino “Cave canem” ("cuidado con el perro") de nuestros civilizadores.
(P. S.: El Señor en su perfecta sabiduría ha hecho que Osel Hita, el niño granadino reencarnado en un lama, se declare agnóstico tras haber pasado toda su infancia y adolescencia en las garras de Tenzin Gyatso, ese demonio abyecto. No lo entiendo muy bien, porque hasta donde yo sé el budismo no tiene mucho que ver con Dios (de la misma manera que hay hinduistas agnósticos), pero en cualquier caso es para mí una buena noticia que la naturaleza se haya declarado tan rotundamente contra lo que no era otra cosa que un secuestro deleznable consentido por los padres. Está una exaltada y libérrima porque ayer fue a la representación de "Fidelio" en el Liceu).

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29.5.09

Más que un club


Fotograma de "Gladiator" (Ridley Scott, 2000)
*
He oído hace unos minutos en la radio que el entrenador del Barça, Pep Guardiola, minutos antes del partido del Barça y el Manchester, anteayer en Roma, tras un breve calentamiento, introdujo a sus jugadores en una sala a oscuras, les pasó unas imágenes de la película "Gladiator" mezcladas con imágenes de los propios futbolistas y les puso música de "Turandot". Evidentemente no les iba a poner la sonata Kreutzer (Beethoven) o el Quinteto para clarinete de Mozart, que les hubiera inducido a la melancolía o a la armonía. Los sentimientos o los pensamientos que apelan a la victoria y que la victoria apela son más bien muy primitivos. Si al menos toda esa energía humana sirviera para algo...

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28.5.09

El rincón del coleccionista

Procesión de la Virgen de Guadalupe en Rianxo (La Coruña)

A RIANXEIRA
A virxe de Guadalupe
cando vai pola riveira,
descalciña pola area
parece unha rianxeira.
Ondiñas veñen
ondiñas veñen
ondiñas veñen e van
non te vaias rianxeira
que te vas a marear.
A virxe de Guadalupe
cando veu para Rianxo,
a barquiña que a trouxo
era de pau de laranxo.
A virxe de Guadalupe
quen a fixo moreniña,
foi un raiño de sol
que entrou pola ventaniña.
En riguroso directo, ¡qué fuerte!: me acabo de enterar de que la firma Christian Lacroix ha hecho suspensión de pagos. Oigj. Mi primo pequeño se casa el 5 de septiembre y me voy a tener que arreglar con cualquier cosita.

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27.5.09

Campo a traviesa


Hace unos años, cuando ir a Galicia me representaba “atravesar España”, me resultaba emocionante ver los campos en el esplendor del estío. Atravesaba el desierto de los Monegros, cuyo bosque ya dijimos que yace en el fondo del Canal de la Mancha, bajo la forma de la sumergida y vencida Armada Invencible. Ahora tiene brotes verdes. Atravesaba después los campos de trigo de Castilla, ahora muy sembrada de girasoles subvencionados, y luego atravesaba los castañares de Lugo y los campos de maíz o de centeno de Orense y La Coruña, muchos de ellos ya totalmente abandonados y criando malvas o reforestados por desgarbados eucaliptos. Pienso que es cierto lo que se dice de que donde hay eucaliptos no crece nada más. De ahí su parecido con algunas "especies" sociales. No digo que los girasoles no tengan derecho a estar en los campos o que habría que devolver los eucaliptos a Australia, pero los campos repletos de trigo movido por el viento son una imagen difícilmente superable hasta por el mismísimo océano o un cielo estrellado en toda su majestad.
Esos campos, donde en estas alturas del año ya no brotan las amapolas, porque ya lo hicieron, me sugieren además un alimento y no biocombustible. Es curiosa precisamente la relación que existe entre el pan y la cerveza: “El hombre domesticó los cereales entre el 10.000 a. C. y el 6.000 a. C. en la zona de Mesopotamia. Es entonces bastante probable que tanto el pan como la cerveza fuesen descubiertas al mismo tiempo (véase: Historia del pan). Sólo es una cuestión de proporciones: si se ponía más harina que agua y se dejaba fermentar, se obtenía pan; si se invertía la proporción poniendo más agua que harina y se dejaba fermentar, se conseguía cerveza.”

Siguiendo con los cereales, en la última edición de los World Whiskies Awards 2009 se declararon los siguientes premios:
World’s best whisky liqueur: Wild Turkey American Honey
World’s best grain whisky: Compass Box Hedonism
World’s best new release: Highland Park 40 years old
World’s best blended malt whisky: Taketsuru 21 years old
World’s best blended whisky: Hanky Bannister 40 years old
World’s best american whiskey: Thomas H.Handy rye
World’s best single malt whisky: Highland Park 21 years old
El año pasado se llevó el premio al mejor güisqui de la modalidad “single malt” (malteado en una sola fermentación) un güisqui japonés, el Yoichi de 20 años. Yo tengo pero que mucha devoción por el Lagavulin Single Malt, que la Wikipedia describe así:
“Lagavoulin Single Malt es un güisqui escocés malteado en una sola fermentación producido en Lagavulin, en la isla de Islay. Tiene un potente aroma de humo de hulla. Se caracteriza por su redondez, equilibrio y suavidad, que deja una ligera dulzura en el paladar. El Lagavulin malteado en una sola fermentación estandar es el de 16 años (43%), aunque regularmente se pone a la venta una variedad de 12 años no diluido madurado en barril de vino Pedro Ximénez, la Distiller’s Edition, que tiene dos variantes de 25 y 30 años […] El nombre de Lagavulin es una anglofonización del gaélico lag a’mhuilin, que significa “hueco (cerca) del molino” (*)
Nunca me he comprado para mí ninguna botella, pero sí lo he bebido en dosis casi homeopáticas. He regalado algunas botellas de Lagavulin y además lo he recomendado vivamente siempre que he podido, haciendo un proselitismo que de momento no me ha traído ningún problema, a no ser el de introducir a un gusto que discapacita para seguir bebiendo otros brebajes. Luego de probar Lagavulin otros güisquis parecen lavavajillas Mistol. Lagavulin es sencillamente una maravilla e invoca el nombre gaélico, “agua de vida” o el que creo que recibió de los indios norteamericanos, “agua de fuego”, a quienes tanto perjudicó y en parte deliberadamente.
Este mundo anda algo desalmado, desnortado y predispuesto a satisfacer perentoriamente sus cortos anhelos de belleza, poder y plenitud con alguna presentación de powerpoint con tigres, jirafas, deshielos y osos, o un viajecito de vez en cuando. No hace nada que acabo de ver en Internet vuelos baratísimos a Madrid (9 € ida y vuelta el día de San Juan, cuando en Barcelona es festivo) y a París –aunque fueran desde Gerona- que me hacen pensar en una trivialización de la aventura y en lo que le supone a la naturaleza un vuelo low cost para pasar solamente un día a 500 o a 3.000 kilómetros de nuestra ciudad. Tal vez para ver la exposición de Sorolla en Madrid, tal vez para tomar un café por 7 € en una terraza de Champs Elysées. No puede ser que cueste (o que valga) tanto un vuelo Gerona-Madrid-Gerona como una caffe noir en París. O sí que puede ser, pero no debería ser así. De todas maneras, esto de los precios es pura especulación. Y si no que le pregunten a los supermercados Mercadona, el principal comprador de aceite en España.

(*) “Lagavulin Single Malt is a single malt Scotch whisky produced at Lagavulin on the island of Islay. It has a powerful, peat-smoke aroma. It is described as being robustly full-bodied, well balanced, and smooth, with a slight sweetness on the palate. The standard Lagavulin single malt is 16 years old (43%), though they regularly release a 12-year-old cask strength variety, Distiller's edition, finished in Pedro Ximénez casks, as well as 25- and 30-year-old varieties […] The name of Lagavulin is an anglicization of the Gaelic lag a'mhuilin, meaning "hollow by the mill”.

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26.5.09

El clavel

Cosa de Joan Brossa

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Vida y milagros (II)

"Quiero terminar con un sarcasmo que considero de máxima importancia a la hora de valorar la otra instrumentalización de la música. ¿Saben ustedes que cada vez que se interpreta en público el Himno a la Alegría beethoveniano extraído de su Novena sinfonía, ese mismo que canta a la libertad y a la hermandad entre los hombres, y que ha sido adoptado como emblema de la Unión Europea, hay que pagarle los derechos de reproducción a los herederos de un ex nazi? El Himno a la Alegría de Beethoven fue adaptado y registrado legalmente por Herbert von Karajan, militante voluntario del partido nazi desde 1939 hasta 1945. La Unión Europea aceptó por contrato que se considerara como obra de Karajan y no de Beethoven. ¡Y luego dicen que el destino no le fue aciago al sordo de Bonn!" ("Fidelio, el hijo más querido", de Gregorio Morán en "La Vanguardia" del sábado 22 de mayo).

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25.5.09

Post 281: Vida y milagros (I)

Eugene Smith

os carcinomas de tiroides se pueden clasificar por su malignidad en papilares, foliculares y anaplásicos. El folicular es más “malo” que el papilar pero es mucho más bueno que el anaplásico. Antes de sucumbir ante una de las posibles clasificaciones anatomopatológicas, podríamos decir que un tumor papilar es como John Denver o Julio Iglesias, mientras que el folicular (que es lo que yo tengo) sería un Bruce Springsteen en plan “Streets of Philadelphia” o un Mike Jagger cantando "Honky town women" y el anaplásico sería Marilyn Manson en su papel de ángel caído recauchutado con botox®. Evidentemente por “malignidad” nos referimos a una reactividad acusada o algo parecido, no a cuestiones de índole moral. Lo digo, por cierto, porque en el hospital en donde me gano el pan estuvo la semana pasada disertando el profesor James D. Watson, pionero en la labor de desciframiento el genoma humano, que fue galardonado junto a dos "científicos" más con el premio Nobel el año 1962 por desentrañar la estructura del ADN. El señor Watson también es famoso por sus declaraciones sobre la inferioridad de los negros, cosa que no es que ponga en entredicho sus descubrimientos, pero sí la supuesta "asepsia" moral de la Ciencia que se llama a sí misma "ciencia", por antonomasia o hasta por metonimia.
De hecho en *A la flor del berro aún no se ha tratado como aquel que dice sobre el mal, aunque sí sobre la desgracia y también sobre la estupidez, que son muy diferentes aunque a veces cuesta distinguirlas. Hemos tratado sobre los “inertos” (fusión entre ineptitud e inercia), los trolls y otros seres vivos o humanos difíciles y/o nocivos: los hostiles en general, los clasistas, los cuñados, “la jauría maldita de los triunfadores”, los desalmados, los scuppies, los complejos, los acomplejados, los acomplejadores, los subvencionados, los parásitos, las merdeufs, los tacaños y los avaros, los mentirosos, los divos, los plagiadores, los tramposos, los cínicos, la peña que es capaz de empeorar lo que parecía que no podía ser empeorado, etcétera.
No me siento ni con ganas ni con el vigor mental necesario para acometer el tema del mal, de la misma manera que tampoco tratamos temas, incluso más pequeños y de menor enjundia, como el amor, la meteorología o la muerte, que incluso cuentan con escépticos ante el más mínimo planteamiento. No tengo más remedio ante mis dificultades que recurrir a las anécdotas, a los materiales de derribo, a subtemas y a cuestiones concretas y de pocos vuelos, en las que difícilmente se lleva una sobresaltos y sinsabores o siente invadir como una intrusa el terreno minado de los profesionales.
La lista razonada de pokémon incluye a 493 monstruos de bolsillo clasificados según sus fortalezas y debilidades, sus “armas”. Es curioso, puesto que yo pensaba que era muy superior en número, pero es indudablemente muy inferior a mi umbral enciclopédico, que está en los miles de deidades del hinduismo, el cual puede ser monoteísta, politeísta e incluso ateo. Evidentemente, por mucho que en el siglo XX y ya no digamos en el XXI, estamos asistiendo a la extinción de muchas especies de animales, la fauna sigue siendo mayor que al plantel hindú e incluso el santoral católico. En la Santopedia se incluyen 2358 mártires, y luegos están los diáconos, los obispos, los viudos, los apóstoles, etc. Incluso podríamos añadir que en el santoral católico se han revisado los casos de algunos santos y de algunos mártires y hay una cierta tendencia a eliminar a aquellos que no reúnen las suficientes pruebas acerca de su santidad o cuyo proceso fue irregular o sumarísimo. Uno de los casos que fue revisado fue, me parece, el de Santa Úrsula, no tanto el de las once mil vírgenes que le acompañaban en su martirio bajo los hunos, cuya pureza no se puede demostrar ni por el carbono 14 porque sus reliquias están extendidas por toda la cristiandad.
Recientemente hay dos cuestiones –por lo que respecta al santoral católico- que me han llamado la atención: 1) que no hay santos gallegos; 2) que la imaginería, la iconografía y en general las advocaciones son muy ricas o van más allá que otras representaciones religiosas. La primera afirmación tendría que matizarla puesto que es cierto que hay un Santo Toribio procedente de Astorga, cuando Astorga pertenecía no a León sino a Galicia, y hay un San Paio o Santo Pelayo de Tuy, además del San Froilán que nació en Lugo, por el que recibió su nombre el hijo mayor de la Infanta Elena de Borbón, duquesa de Lugo. Luego están Santa Liberata y Santa Mariña, hermanas y mártires. Dice la Wikipedia de Santa Mariña:
“Su vida está mezclada entre la realidad y la leyenda. Nació en Balcagia, la actual Bayona de Pontevedra en Galicia (España), por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania, y de su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido está fuera recorriendo sus dominios. Asustada Calsia por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreto las ahogara en el río Miño.”

La historia de Calsia recuerda un poco a la octomom Nadya Suleman a que nos referíamos días atrás, pero en vez de ilustrar la reproducción asistida de pago, lo que ilustra la historia de Calsia es una cuestión álgida del derecho romano (la figura del pater familias) y la encrucijada de dos géneros: la hagiografía trufada y la novela bizantina.
Cuando le comenté a mi familia mi extrañeza de que no hubieran santos gallegos y que incluso estos pocos fueran un poco, ¿cómo lo diría yo?, ¿extravagantes?, dijo mi madre: “Que no, que está San Benitiño de Lerez, San Andrés de Teixido, San Pedro de Muros…” A lo que yo le contesté: “Sí, hombre, mujer, ¡y Santiago de Compostela!”. Eso son consagraciones: Lerez está consagrado a San Benito, y Teixido y Compostela a los apóstoles, pero ni San Benito ni San Andrés ni Santiago el Mayor eran gallegos. Estas consagraciones o cristianizaciones de la toponimia antigua, superponen a la abigarrada geografía política galaica un santoral por el cual hay santos que son adoptados varias veces. Así ocurre también en Cataluña, donde hay un Sant Pere de Ribes y otro de Vilamajor y un Sant Pere Sallavinera. El hecho de que los santos estén organizados en torno a sus patronazgos y tengan, por así decirlo, delimitadas sus jurisdicciones, es también algo a destacar, pero que creo que no aporta nada al santuario egipcio, a la tabla de pokémon o a la organización del Olimpo de los griegos y sus conflictos de competencia, celos y otras enconadas rencillas muy poco divinas.
Hay católicos que no tenemos la fe muy cultivada teológicamente, de acuerdo con la ciencia teológica, y que estamos más bien incondicionalmente inmersos en el imaginario heredado y en las creencias, algo que es más profundo y más sólido, más dulce, pero que no estamos preparados para defender. Como eso de las creencias va a la par o está complementado por una legión de hostiles recíproca que no están preparados para atacar, quedamos en tablas y no veo yo más problema. De verdad que no lo veo.
El imaginario heredado a veces es tremendo, como el ecce homo o el Cristo crucificado o del descendimiento de la cruz, por no decir nada del martirio de San Sebastián o el de Santa Catalina, o los horrores del Apocalipsis. Por mucho que estemos acostumbrados a estas imágenes, no dejan de sembrar desagrado y rechazo y de reforzar el tópico de una religión oscura, “sórdida” y volcada al sufrimiento. Y sin embargo cuando vemos el mapa de advocaciones marianas hispánico vemos que hay un poco de todo: Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora de las Misericordias, María Santísima de las Lágrimas, Nuestra Señora del Buen Fin, María Santísima de la Esperanza, María Santísima de Gracia y Esperanza, Nuestra Señora de la Piedad, María Santísima del Dolor y Sacrificio, Madre del Mayor Dolor, Nuestra Señora de la Amargura, Nuestra Señora del Desconsuelo, María Santísima de la Victoria, Santísima Virgen de la Alegría, María Santísima del Amor, María Santísima de las Penas, María Santísima de la Merced, Nuestra Señora de la Paz, Madre del Amor Hermoso, Nuestra Señora de Gracia y Amparo, Nuestra Señora del Socorro, Virgen de los Desamparados, Nuestra Señora de la Piedad y Caridad, María Santísima del Perdón, Nuestra Señora de las Maravillas, Nuestra Señora de los Buenos Libros, etcétera.

No podemos seguir adelante sin aclarar la paradoja de que si bien Nuestra Señora de los Buenos Libros es patrona de los estudiantes, o Nuestra Señora de la Esperanza invoca una virtud, Nuestra Señora de la Amargura no persigue el vivir en la amargura y el regodearse o refocilarse en ella como si fuera un bolero cutre del repertorio más tronado o malditista. No es como la Gioconda a la que se refería Ortega y Gasset como a Nuestra Señora del Descontento. Un genio, Gasset.
La impagable copla de Lola Flores, remetía a la penita pena, con una especie de intensificador como los que usa la lengua hawaiana, por duplicación. También podemos ver a través de las advocaciones de la Virgen los distintos grados y hasta transformaciones del sufrimiento. Sin agotarlos, la verdad. En realidad, si dejamos de lado el sufrimiento ocasionado por el orgullo herido y por la estupidez, dejamos nuestro proyecto en menos de la mitad. 

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20.5.09

La mente humana


La visita (Carl Spitzweg, 1849)

A Eduardo Antonio Puelles García, héroe o víctima

a es mala suerte que ahora que precisamente había reunido el material y las ganas para pintar la baranda va y vienen unas borrascas. Ya lijé o esmerilé y minié un buen tramo y por eso, porque hay brochazos de color naranja, la interrupción se hace más visible aquí, donde aparte de los perros incestuosos y poca cosa más, apenas sabemos nada unos vecinos de los otros. Afinando el oído se puede saber qué versión tienen por ahí cerca de Windows y todo lo más se sabe qué conexiones inalámbricas hay alrededor, pero incluso a veces es difícil saber qué se cena, porque me temo que se cocina poco. Mi horno, sin ir más lejos, una vez vio un pollo al limón pero en cuanto lo limpié, dejé en él un par de sartenes, y así hasta hoy. Bueno, alguna vez he gratinado un mazacote de macarrones gomosos de esos que quedan de un día para otro y extrañamente están más sabrosos así, trasnochados y recalentados bajo una capa de queso manchego reseco. Además de estas confidencias, la única cosa que sería digna de comentar de mi vida doméstica es otra particularidad: a veces oigo dos emisoras a la vez. Pero no porque tenga una capacidad preternatural, es también a no dudarlo por la lucha del espacio radiofónico en mi ciudad. Esto de oír dos emisoras lo puedo hacer con un solo transistor, si las emisoras están cerca (tanto si me interesan como si no), o lo hago por gusto con dos transistores simultáneos. Sin ningún problema. La mente humana es capaz de todo. Ahora estaba escuchando en internet, "Summertime", "Dream a little dream of me" y "Night and day" por Ella Fitzgerald, por separado, consecutivamente. Me parece que es una música que va muy bien para lijar, a ver si despeja, y -mientras- escucho con menor atención las noticias en Onda Cero. Luego de vez en cuando pienso en lo que escribo con los ojos entornados o mirando, como haría una gata, más allá de la pantalla, como si hubiera algo, que no lo hay. O sí. No lo sé. Qué buena, Ella Fitzgerald, que canta por cuatro, hasta con el forro del esófago, en contraste con esos cantantes que tienen que grabar un disco cuatro veces o más para que de todo salga una buena canción supermasterizada.
Claro que si pasamos de la amenaza de lluvia al sol directo de uno de los días más largos del año, tampoco será como para ponerse a pintar la baranda dichosa. Lo sensato es esperar la caída de la tarde y que sople el viento mestral, que suele recorrer la terraza a eso de las seis, y que le hace sentir a una más o menos como a la heroína de Titanic en el puente sobre las olas. Y es que decididamente mi terraza tiene más un aire de yate que no de reloj de cucú, que son las dos modalidades de terraza que tengo clichadas a rasgos generales. Sí, ya sé que hay alguna terraza en la que se pueden encontrar desde golondrinas de cerámica hasta una imagen de Luís Figo o de la Virgen del Rocío o una barbacoa en forma de hórreo, pero digo “a rasgos generales”. Por cierto, ya que tratamos sobre las barbacoas y los chorizos parrilleros del estribillo de Georgie Dann, y no escampa, ¿qué ha sido de la canción del verano? ¿Se puede dar por finiquitada, a pesar de los exitazos de King Africa y de Summercat, este último muy ligado a un spot publicitario de Estrella Damm? Hay milagros, como por ejemplo la canción llamada "Flamenco" de Los Brincos, o sea de Juan Pardo y Junior antes de enviudar e incluso antes de casarse con Rocío Durcal. Lo bien que refleja “Flamenco” su época es algo que no deja de desconcertarme. Tanto como el título. "Un rayo de sol" sí que refleja aquel optimismo que había, pero no la “garra”. La Lambada es más difícil de bailar que nuestra Macarena y que Hips don't lie, por lo menos en la vieja Europa, donde aún no ha habido el suficiente mestizaje para que las caderas no mientan y las manos se conviertan en lo que verdaderamente son, estrellas.
Entre canción y canción, brochazo y pincelada, chaparrón y chubasco, voy descargando de internet reproducciones de los óleos de Carl Spitzweg, un pintor que tampoco es que sea un genio del arte mundial, pero que a mí me gusta. No había tenido tantas ganas de ponerme a pintar desde que vi la "Frida Kahlo" de Salma Hayek (Julie Taymor, 2002) o desde que había leído la historia de Bartlebooth en La vie mode d’emploi. Quizás el cuadro más conocido de Carl Spitzweg es El poeta pobre , cuadro datado el 1835, o The bücherwurm (1850), que podríamos traducir en nuestras latitudes como “La rata de biblioteca” más que como “El gusano de biblioteca”.  Como digo, no es un genio de la pintura, creo, aunque su cuadro titulado “El cuervo” (1845) no tiene nada que (digamos) envidiarle al “Perro semihundido” de Goya, una imagen con la que el pintor español revocó una pared de la casa en la que vivió entre 1819 y 1823 (la llamada “Quinta del sordo”), y que fue posteriormente pasada a un lienzo por encargo de un banquero belga, cuando Goya ya llevaba bien muerto cosa de 50 años. Pero, claro, las pinturas bondadosamente satíricas de Spitzweg están lejísimos de las pinturas negras de Goya. O no, porque he encontrado una bruja volando sobre una escoba de 1875 que si no es clavadita a la de nuestro Goya...
Pintar lo que lo que se dice pintar hoy no he pintado nada (no ya alguna cosita inspirada por Spitzweg sino incluso la baranda de mi terraza). A lo mejor este pobre blog debía rendirse ante el óbito del cooperante exjesuita Vicenç Ferrer, que se definió a sí mismo como “el hombre más humilde del mundo”, o ante la cámara de Annie Leibovitz, que presenta en Madrid “Vida de una fotógrafa, 1990-2005”. Tampoco es para menos el atentado en Arigorriaga (Vizcaya), en el que resultó muerto por una bomba lapa Eduardo Antonio Puelles García. La web del Ayuntamiento de este pueblo no acoje la noticia, por lo menos hoy, y constan otras como que está abierto el plazo de matrícula del Euskaltegi, o las colonias de verano o la convocatoria de subvenciones del área de igualdad. Vengo de Facebook desolada porque se encuentra una mezclada entre sus “amigos” del muro a personas que no se cuestionan la violencia. Mejor dicho, hay personas en el mundo éste más allá del Facebook que justifican la violencia, el terrorismo y la extorsión de los asesinos etarras. Ni siquiera están dispuestas a distinguir entre víctimas de ETA como las de Hipercor hace más de 20 años, tal mes como este, y víctimas de ETA como Eduardo Puelles, un policía, cosa que –aunque por otras razones muy diferentes- a mí ya me parece bien. “Bien” por decir algo. Para decirlo más claro todavía: en España hay personas que entienden que haya terrorismo. Y estas personas trabajan con nosotros, pagan sus impuestos (no el revolucionario, por supuesto), van al Hipercor, usan el metro, todo normal. En España hay personas que, a pesar de que tenemos un estado de derecho que integra la existencia de partidos independentistas, ven perfectamente justificable que haya terrorismo. Las cosas están así. Sólo por eso ya hay que estar en el Facebook. *
Por todo lo dicho será que hoy en vez de acordarme de Vicenç Ferrer (hoy utilizado como otra excusa para cargar de "nuevo" contra la Iglesia y animar la exánime campaña para la ley del aborto), me he acordado de Gandhi. Me he acordado de Tagore en vez de la Leibovitz con sus autorretratos como embarazada. Me he acordado del amoroso Jana Gana Mana (en su versión larga y en su versión vocal, con las mejores voces de la India). El himno de la India (“Jana Gana Mana” quiere decir toda las mentes de la gente) es un poema que Rabidranath Tagore escribió en bengalí y es sobre todo un canto de amor, aunque cuando lo toca una banda no suena tan suave y profundo. Tagore, como Gandhi, tenía muy por encima de la independencia de la India la paz. La paz, ahimsa, es superior a cualquier otra necesidad o idea. A ahimsa ("no violencia"), en la filosofía hinduísta le pasa como a la Constitución Española, que es una ley superior a todas las otras leyes. Ahimsa pasa por delante de todo y sin ninguna vacilación. Pero es que va a resultar que algunos se piensan que van a saber más que Gandhi.
Antes de conocer el Jana Gana Pana (“Todas las mentes de la gente”) yo ya tenía en mi propia cabeza la idea de la existencia de una única cabeza. Mejor dicho, yo me imaginaba la humanidad como un cerebro, la tierra, de donde salían muchas cabecitas que se pelean entre ellas, que dan cabezazos, o me imaginaba algunos cabezones que quieren despuntar y hasta eliminar cabecillas y cabecitas locas. Así que una vez más, la madre India nos muestra la existencia real de algo que no vemos de tan grande que es: el janaganapana. No me extrañaría nada que, como pasa con otras palabras importantísimas del latín, de Jana ("cabeza") derivó janua ("puerta") y Janus. Spitzweg queda entonces para un próximo post, y este va por el policía que murió abrasado pidiendo ayuda, Eduardo Puelles.
*
Jana Gana Mana adhi-nayaka, jaya hey,
Bharata bhagya-vidhata.
Punjaba, Sindhu, Guyarata, Maratha,
Dravida, Utkala, Banga, Vindhya,
Himachala, Yamuna, Ganga,
Uchchala jaladhi taranga.
Tava shubha naamey jaagey,
Tava shubha aashis maagey,
Gahe tava jayagatha.
Jana gana manga
ladhayak jaya hey
Bharata bhagya-vidhata.
Jaya hey, jaya hey,
jaya hey, Jaya jaya jaya jaya hey!

(Traducción de la Wikipedia)

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19.5.09

El chico de las cigüeñas y Luisa Cuerda


Quiero hacer constar en primer lugar que no me importa pero que nada la vida privada de la gente y que no estoy deslizando ni la mínima sospecha sobre algo que pueda haber entre un chico, cualquiera, y Luisa Cuerda, de la misma manera que cuando nos refiramos a la pura lana virgen –a la que aún no nos hemos referido, por cierto- tampoco haremos ostentación de ninguna cualidad (sea virtud o vicio) de la vida privada de las ovejas. Simplemente me voy a referir por “el chico de las cigüeñas” a El chico de las cigüeñas, así en cursiva, que es como me enseñaron que hay que citar los títulos de los libros. Como no sé poner la cursiva en el título la entrada parece de escándalo o amarillista, pero no.

El pasado viernes 15 de mayo le pregunté a Luisa que si le parecía bien en vez de hacer un bobo-comment de su nueva novela en mi pobre blog que le hiciera una entrevista, cosa que yo ya preveía que me daría más trabajo, pero que adonde no pudiera yo llegar con mis preguntas que bien podía ella llegar con sus respuestas. En cuanto le envíe el mensaje, así, hala, casi sin pensarlo, me di cuenta de que sí que me iba a dar mucho trabajo y de que además yo nunca había hecho una entrevista y, encima, de que este blog tampoco es como para recibir a alguien tan valioso como lo es Luisa Cuerda. Y sin embargo, mi parte Sagitario, sobre todo la parte equina que manda en mí, me ha traído a uña de caballo hasta aquí. Y de mí, a quien el otro día en un comentario alguien me llamó “cobarde” y “ruín” [sic], se podrá decir de todo menos que sea “cobarde”. Y “ruín” tampoco, al menos con acento en la “i”. Además, suelo cumplir con la palabra dada. La verdad es que hay comentaristas que me van a matar a disgustos, pero esos disgustos se ven plenamente compensados por otras cosas que pasan en *ALFB.

En el más puro estilo de solapa al que nos tienen acostumbrados las editoriales, he leído en otras dos de sus novelas anteriores: “Luisa Cuerda nació en Madrid en 1958. Es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense y en Piano por el Conservatorio de Madrid. Ha ejercido como profesora de piano y de Historia de la Música en Madrid y de abogada en Salamanca, pero desde hace unos años vive en un pequeño pueblo dedicada exclusivamente a la escritura.” La novela que ahora nos ocupa aún no me ha llegado en su forma impresa y editada, por Ediciones del Viento, que es ligeramente más extensa a la forma en que Luisa me la facilitó el otoño pasado o así, pero estoy casi segura de que ya no tendrá en la solapa por lo menos la frase “vive en un pequeño pueblo dedicada exclusivamente a la escritura”. O tal vez sí. ¿Pero qué más dará? Alguna cosa tienen que poner, ¿no? De hecho, cuantos más datos tuviéramos, que los hay, no harían más que despistarnos de lo que verdaderamente importa.
Ya nos vamos acostumbrando a encontrar en las facultades de Ingeniería a médicos e incluso ya falta poco para que sea normal encontrar economistas que estudian violonchelo. Normalmente las dobles y triples titulaciones nos hablan de ambición o de frustración, pero en el caso de Luisa Cuerda su extensa y variada formación, que nunca da por concluida, no nos habla de una mente prospectiva que se adelanta calculadoramente a la demanda del mercado laboral terciarista. Tampoco nos habla de una trayectoria errática o malograda que se refugia o naufraga en un pequeño pueblecito donde eremíticamente y herméticamente purga y se depura de los males del mundo. No.
Hace unos años una de las lectoras de este blog, la única que lo lee en un locutorio de unos paquistaníes, cosa que me divierte lo inenarrable, me pidió que colaborara con una revista catalana para entrevistar a una escritora. A lo mejor mi amiga no se acuerda. Fue en el año 1999. En aquel entonces rechacé la invitación para entrevistar a Maria Mercè Marçal por no considerarme preparada y ahora sigo pensando lo mismo (que no estoy preparada), pero sé que tenía que haberlo hecho y que sólo hay algo peor que arrepentirse de lo que uno ha hecho (¿?), o que a una la malinterpreten o tergiversen deliberadamente, y es arrepentirse de no haber hecho algo. Mi amiga tampoco recordará que cuando me presentó a Maria Mercè Marçal, en la presentación de La passió segons Renée Vivien en la librería Còmplices, la poeta me preguntó cuando le extendí mi ejemplar: “L’has llegit?” (“¿Lo has leído?”). Su hija Heura, que nos miraba un poco atrasada, le dijo: “Mira, el punt”. Y es que ya iba yo por la mitad y por la mitad de la mitad. Me explico: ya lo había empezado a releer por el gusto de leer y releer, cosa que hago muy pocas veces, y por lo tanto había marcas en el texto a dos colores, cosa que creo que podía resultar un poco estrafalaria o revelar alguna manía temible. Pronto se añadió al corro otra mujer que dijo: “Aquest llibre s’ha de llegir amb tranquil·litat” (“Este libro se ha de leer con tranquilidad”). A lo que yo repuse: “Doncs jo crec que precisament aquesta novel·la no s’ha de llegir amb tranquil·litat” (“Pues yo creo que precisamente esta novela no se tiene que leer con tranquilidad”). Y la dedicatoria de Maria Mercè Marçal giró en torno a esta afirmación mía. Nos habíamos entendido en lo esencial.

En general, hay escritores para quienes la “cultura” o el “conocimiento” (uf) no son precisamente algo donde refugiarse con las zapatillas de franela a cuadros o la más aposentada bata de cachemira. Aunque bien es cierto que el conocimiento requiere de un cierto distanciamiento, hay que mojarse. Decía Flaubert, “habría que vivir como un burgués y escribir como un loco”. Servidora diría que Lucha Cuerda ni vive como una burguesa ni vive como una loca, pero que escribe hasta perder “la tranquilidad” famosa y recobrarla.
*
Aa - En la última novela aún inédita que te leí había mucha peripecia o embrollo y abundaban las escenas que los de las tesis gustan de llamar “corales”. Por el contrario esta nueva novela me resultó a la primera lectura muy sobria y muy “castellana” y con unas frases de tanta desnudez como gravedad.
L.C. - En realidad yo creo que decir “sobrio” y decir “castellano” no es necesariamente lo mismo por más que eso les guste mucho a los castellanos, porque con la palabra “sobriedad” disfrazan a veces mezquindades o apatías. En el caso de la novela, la sobriedad viene dada por la historia que se cuenta, al tratarse de una relación entre dos hombres de cuarenta y setenta y ocho años que hacen una revisión introspectiva de lo que ha sido su vida hasta ese momento. En la siguiente novela sucede todo lo contrario, es una obra con mucho movimiento y lógicamente cambia el tono. Y así en cada obra que he escrito. Yo no creo que el tono de un escritor haya de ser el mismo, todo lo contrario. El tono ha de estar al servicio de lo que se cuenta. Otra cosa es el estilo. Pero el estilo, si lo hay, trasciende los tonos. Y si no lo hay, no hay nada que hacer aunque uno se plagie a sí mismo ad nauseam. Uno no puede “cultivar” un estilo como no puede “cultivar” la elegancia. Son cosas que o se tienen o no se tienen. Se puede imitarlas, pero no cuela.
*
Aa - Estoy admirada de ver cómo a través de El chico de las cigüeñas tocas el quid de la cuestión y el il n’a pas de quoi, y el quid pro quo, y el e qui le qua y el that’s the question de la función de la literatura. Y claro, no lo haces desde una magnífica torre ebúrnea, ni desde la modestia siquiera. No es que contigo no se sepa qué fue primero, si la gallina o el huevo, es que dejas a la gallina y al huevo ahí a su bola y ellos se aclaran. Me explico: cuando parece que Ventura Vázquez no se va a dejar ayudar por Santiago Bernabé (los dos personajes principales), atacas el tema desde todos los puntos posibles sin apalancarte en el redentorismo buenista ni en el tremendismo fatalista. ¿Es la Geometría básica, a la que te referías el 2007 en “Conciencia sin fronteras”?
L.C. - No quisiera parecer “estupenda” con lo que voy a decir, pero no tengo nada que ver en las relaciones entre Santiago y Ventura. Yo iba escribiendo lo que me iba sonando dentro, como al dictado. Mi labor de escritora fue la de pulir, revisar y presentar luego esos diálogos. Y mi labor de autora fue la de convertirme en un canal para que ellos pudieran transmitir su existencia sin ninguna contaminación de mi ego. No siempre se consigue esto, pero cuando se logra uno sabe que, independientemente del reconocimiento o del éxito que su trabajo pueda tener, está haciendo algo grande. Posiblemente fue por todas las cosas que aprendí de esos dos hombres que se instalaron en mi interior durante año y medio (y que de vez en cuando asoman, como tantos otros personajes) por lo que, años más tarde escribí el artículo de “Geometría básica”.
*
Aa - De hecho la geometría básica se plasma en esa portada de la novela en que, tal y como me pudiste decir, "la foto es de la Calle de Alcalá, pero tomada viniendo de Sol (no yendo hacia Sol, como suele ser habitual)". En todo caso, tu visión del conflicto, como gran tema, ¿crees que la has “agotado” en esta novela?
L.C. - Espero que no, francamente, porque todavía me gustaría seguir escribiendo unos años más. Normalmente el conflicto acompaña a la vida, tanto si lo reconocemos como si lo ocultamos. Convenientemente enfocado nos hace crecer. Y es imprescindible para la narrativa. Espero que, a medida que yo misma vaya evolucionando, pueda ir transmitiendo nuevos puntos de vista sobre este tema inagotable.
*
Aa - Dejando el tema de los cronopios y las famas, a pesar de ser el año Cortázar, nos vamos del tema de los cronopios al de los cronotopos. Leo en otra enciclopedia: “El cronotopo es la unidad espacio-tiempo, indisoluble y de carácter formal expresivo. Es un discurrir del tiempo -cuarta dimensión-, densificado en el espacio y de éste en aquel donde ambos se interceptan y vuelven visibles al espectador y apreciables desde el punto de vista estético”. Yo no estoy segura de haber entendido bien la definición de “cronotopo”, pero me parece que es otra de las características o fortalezas de tu estilo. Es decir, a mí como lectora y como escritora de una enciclopedia, me maravilla lo bien definidas, sugestivas, efectivas, y sin embargo sencillas, que son tus “escenas”: sea “el corazón más podrido del viejo Madrid”, el cuarto de la pensión de Ventura, el espacio del coche de Santiago mientras conduce y suena “Time after time”, sea el beso del sillón de Santiago y Susana, la cena de Navidad en el pueblo soriano, el patio de la higuera con gato y grillo incluidos, sea la bienintencionada charanga del centro cívico. ¿Tus cronotopos, o lo que creo que son tus “cronotopos”, son producto de una técnica de escritura?
L.C. – Es difícil contestar esta pregunta cuando aún no me he repuesto del concepto “cronotopo” (totalmente desconocido para mí hasta ahora). Pero me imagino que no, porque yo no tengo técnica, tengo (voy teniendo) oficio, que no es lo mismo. La técnica se aprende y el oficio se adquiere. Por lo que la técnica puede imitarse y el oficio es personal, intransferible, siempre en evolución y bastante impredecible. Todo lo cual no lo hace cómodo, pero sí bastante simpático.
*
Aa – También Cela hablaba de "oficio" más que de "profesión", cuando se refería a su labor como escritor. En la misma enciclopedia, leemos: “A menudo se ha reprochado a Baroja su descuido en la forma de escribir. Eso se debe a su tendencia antirretórica, pues rechazaba los largos y laberínticos periodos de los prolijos narradores del Realismo, actitud que compartió con otros contemporáneos suyos, así como el afán de crear lo que denomina una «retórica de tono menor», caracterizada por: Empleo del período corto. Sencillez y economía expresiva: «El escritor que con menos palabras da una sensación es el mejor». Impresionismo descriptivo: selección de rasgos significativos más que reproducción fotográfica al detalle característica de los minuciosos y documentados narradores del Realismo. Tono agrio, selección de un léxico que degrada la realidad a tono con la actitud pesimista del autor. Breves ensayos e intensos intermedios líricos. Tempo narrativo rápido, cronotopo dilatado. Diálogos respetuosos con la oralidad y la naturalidad. Deseo de exactitud y precisión, rasgos estilísticos que confieren la amenidad, el dinamismo y la sensación de naturalidad y vida que el escritor pretendía para sus novelas”. Mi pregunta es: ¿subscribirías la mayor parte de este “programa” barojiano (a excepción del “tono agrio”, claro está)? ¿A qué tradición, corriente o autores te sientes más cercana?
L.C. – Yo es que creo que don Pío daba excusas de mal pagador. Él era capaz de escribir muy bien, pero a veces no le daba la gana y entonces es cuando, con toda razón, se le reprochaba su descuido. Porque lo tenía, qué caramba. Aparte de eso, estoy totalmente de acuerdo con eso de “el escritor que con menos palabras da una sensación es el mejor”. Cuando digo que reescribo, después de la primera redacción de un trabajo, en realidad lo que hago es quitar y quitar y quitar hasta que surge la verdadera historia. Por eso, para mí los mejores narradores del mundo son los autores de las coplas, ya sean anónimos o conocidos. El que dijo: “Tu calle ya no es tu calle, que es una calle cualquiera camino de cualquier parte” ha dicho todo lo que se puede decir del tema. A partir de ahí, cada uno hace lo que puede o lo que sabe. A mí me gusta muchísimo cómo escribe Truman Capote. Y Luis Landero. Pero no me parezco a ninguno de los dos.
*
Aa - Una buena copla, un buen libro. Gracias, Lucha, y felicidades.
L.C. - Muchísimas gracias, Marta.
*
Elijo algunas de las frases de El chico de las cigüeñas, fuera de contexto, pero que son una muestra diáfana de lo que yo pretendía hacer llegar de Cuerda a este blog:

“«Tenía puestas en ti muchas esperanzas», me dijo entonces mi madre. Y yo escupí más que hablé: “No, eso tú. Él lo que tenía era confianza en mí.”

“En realidad, tendría que ser ella la que se fotografiase y la que contestase en las entrevistas a cuestiones tan peregrinas como si considero que mi generación está compuesta por individuos aislados o hay, pese a todo, una cierta cohesión en nuestra manera de mirar. “Mirar a dónde”, clamo yo para mí. Y me parece que a quien habría que hacerle la entrevista es a quien es capaz de elaborar tan estupendas preguntas. “Sólo soy un pobre escritor”, dije una vez, a punto de rendirme. Y ese fue el titular de la entrevista, en una revista literaria, y los demás escritores se rieron de mí en el siguiente número. Sin embargo Susana, además de que es más guapa que yo, sabe hablar con los periodistas de una forma maravillosa. “¿Cómo lo haces?”, le pregunté un día. “Porque no me lo creo. Ellos te preguntan cosas de las que no les interesa la respuesta. Preguntan para lucirse. Son poetas de la interrogación. Cualquier cosa que contestes vale, siempre que no pretendas ser coherente.” Pero yo no consigo ser suficientemente incoherente. En el pueblo, a la gente así le decíamos que le faltaba un tornillo. Cuando yo pensaba en ser escritor no me imaginaba posando en la piscina con cara de idiota. Me veía en un busto, como Don Miguel de Unamuno.”

“-Treinta años más viejo.
-No. Treinta años más triste.”

“ -Dicen que hay que estar loco para escribir bien”
*
“Es mejor el dolor que te llega a través de las sensaciones que el que te proporciona el cerebro. El primero es un dolor que se disuelve en lágrimas. El otro no, el otro se queda ahí agarrado, royendo como un perro rabioso los pobres huesos de tus justificaciones.”

“A los tres cuartos de hora comienzan a aparecer los “zombies”, como él los llama: unos ancianos que se le parecen bastante a no ser en el aire de mansedumbre que ellos arrastran, junto con sus piernas, camino del resto de los bancos de la plaza, o a la mesa de ajedrez que nadie usa. A veces pienso que Madrid es la ciudad de los hombres abandonados.”

“Pero a ver, ¿a qué vienes tú a verme, vamos a ver, a hacer trabajo social? ¿Eres de esos que consideran que han de hacer algo por los demás porque la vida les ha tratado tan bien que se sienten obligados? ¡Menudos gilipollas! La vanidad elevada al cubo. Toda la vida los privilegiados han sido egocéntricos, insolidarios y crueles y así han dejado a los desgraciados la oportunidad de sentirse moralmente superiores. Pero ahora, tampoco. Sois más buenos que nadie. Ni eso nos dejáis.”

“Cuando uno pide ayuda no debería pedirla insultando”.

“Todo el mundo es alérgico a algo hoy en día. Y lo de menos es a qué. Es la cualidad de alérgico lo que importa, una hermandad de seres especiales que están haciendo de la excepción la regla como pasa con todo últimamente: divorciados, alérgicos, maricones, extranjeros y niños disfrazados de maleantes.”

“«Ventura fue un cobarde, y eso es todo; y tu madre, una mujer que, como pasa tantas veces, se obsesionó con un hombre que valía cien veces menos que ella. » También Susana pierde los modales, o más bien los modos, esa ecuanimidad, esa dulzura con la que pastoreó desde siempre mis toscos sentimientos -morir de amor, corazón partido, te di mi vida entera, si tú me dices ven lo dejo todo-, mis toscos sentimientos de bolero.
Amor civilizado el nuestro, amor perfecto sin nada vergonzoso que ocultar. Diría que inhumano si no fuera porque ella es absolutamente humana, que la educación no desmiente la humanidad sino que la potencia; eso dicen y, además, eso es.
Inhumano, tal vez, el otro amor: el cobarde, el estéril, el que no proporciona felicidad sino desdicha, el que se enquista en el corazón y desde allí emite sus distorsiones como una vieja radio abandonada en un antiguo campo de batalla de una guerra que se perdió para siempre. Pero fascina siempre la imagen de esa radio enterrada en el desierto, empeñada en cumplir su destino de radio, de vocera tozuda sin esperanza, ajena a la marcha del mundo y de la vida más allá de la duna donde la abandonaron. Fascina... me fascina: a ella le inquieta.”

“Creí que era una simple beatona y resulta que es una fanática paranoica.
-¿Lo ve como no hay que juzgar a la ligera?
-Y una sádica. Está preparando las fiestas de Navidad con verdadera saña.”

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16.5.09

El gran silencio


Esta mañana he realizado un Taller de respiración en el centro de Enric Boada en el barrio de Vallcarca, que hace un mes de mayo de puertas abiertas para conmemorar los primeros 25 años. Sólo conocía indirectamente a Enric Boada como autor de Cuando morir sea una fiesta, que es uno de los muchos libros (infinidad) que no he leído aún. No lo conocía como profesor de yoga, meditación, etcétera.
*
El taller de respiración empezaba puntualmente más o menos a las 10:00 y acababa también puntualmente a las 13:00, cosa de por sí casi una extravagancia en este mundo en el que me vengo moviendo desde el año 1991, en el que he llegado a creer que debe de estar mal visto el cumplimiento de los horarios establecidos. La falta de puntualidad en los cursos y actividades de yoga, meditación, etcétera, no me irrita. No es eso. Por una parte siempre llevo algo para leer por si hay retrasos y, por otra parte, cuando me parece que la cosa se está alargando mucho o tengo que atender otras cuestiones, me voy tras una somera disculpa o haciendo mutis. Me parece que la falta de puntualidad es también una falta de respeto, cosa que no tendría la mayor importancia si no fuera porque al irse consolidando como costumbre lo que acarrea es que invita a la concurrencia a llegar tarde y a no adquirir ningún otro compromiso después del curso. Curiosamente a veces los retrasos se deben a una especie de catarsis previa a la práctica y sus niveles decibélicos no tienen nada que envidiarle al jaleo que se monta en el lugar de espera de un autocar antes de una excursión o colonias escolares. Servidora suele abandonar el lugar de la práctica en cuanto se acaba o, como llevo dicho, cuando lo creo oportuno, pero sé que la catarsis previa tiene muchas veces su correspondencia exacta en la catarsis final. El tono de voz de los españoles generalmente es intolerable. Empieza siendo alto y al competir con el de otros corros animados acaba siendo de bronca descomunal. El sentido que tengo más desarrollado es el tacto y según cómo el olfato, pero mis oídos acaban sólo percibiendo los sonidos más horrísonos y cualquier reunión concurrida acaba resultando para mí algo abrumador y deprimente. Además no consigo oír y tampoco consigo hacerme oír.

Dicho esto de la puntualidad, la cual es tan de agradecer como la hospitalidad, que también la había, paso al meollo de la cuestión. Del primer profesor de yoga que tuve, recuerdo que nos dijo un día que conectáramos con la respiración. No era un profesor dado a hablar mucho y lo poco que hablaba eran breves consejos para no ir contra nuestra naturaleza ni la naturaleza en general, para captar el eje sobre el cual giraba una postura (asana) y poca cosa más. Este laconismo era deliberado puesto que años más tarde le oí decir que él no quería inducir con sus palabras a obtener unos determinados resultados o a que alguien se sintiera frustrado porque no los conquistaba. Esto, junto con lo que he dicho antes de la puntualidad, también es de agradecer, porque con los años –después de haber pasado por varios profesores y profesoras- me he dado cuenta de que me siento más a gusto en las clases que no son excesivamente “guiadas” y “habladas”. Me he dado cuenta de que muchas veces el yoga está dentro de cada cual, incluso para las técnicas de relajación o de respiración más complejas. También me he dado cuenta de que muchas veces se hace un yoga con muchas figuras y exteriorización, pero con una actitud escasamente yóguica.

Enric Boada me ha recordado a Miquel Gabarró por su humorismo y por saber integrar diversas técnicas (meditación zen, chi kung, tai chi y diversas escuelas de yoga). El humorismo de Miquel Gabarró es varias veces más “blanco”, más silvestre, que no rudo. El de Enric Boada casi roza la insolencia, pero es muy cercano. Por esta razón admito que en un determinado momento me ha parecido que nos estaba tomando el pelo masivamente. El taller ha girado en torno a la respiración apoyada en una expiración con ayuda de la sílaba “mu”. Por razones mecánicas, con eje en el diafragma torácico, cuanto más efectiva resulta la expiración, más óptima y fácil será la inspiración. De hecho la ansiedad, el suspiro, el bostezo, el llanto, la risa, el sueño profundo, el canto, pueden ser explicados de acuerdo con la profundidad de la respiración. En el estado de ansiedad, la inspiración es intensa y más larga que la expiración; en el llanto como en la risa, la inspiración es corta y la expiración es larga. De hecho, la risa y el llanto se parecen mucho hasta en eso.

La clase se ha centrado tanto en el “mu” que ni siquiera hemos recordado que la respiración está formada no solo por las inspiraciones y las expiraciones, sino que en la respiración consciente también hay un estado de vaciamiento y otro de plenitud en que no estamos ni expulsando el aire ni inhalándolo. No hemos aprendido técnicas de pranayama (“control” de la respiración) como el kapalabhati o "respiración de fuego" y ya no digamos el nauli kriya, que son altamente energetizantes pero que exigen una preparación y una predisposición. Simplemente hemos hecho una respiración alterna (anuloma viloma), que es de lo más fácil para cualquiera que sepa distinguir su fosa nasal izquierda de su fosa nasal derecha. Baste decir que según inspiremos por una u otra obtendremos un refrescamiento del cuerpo (fosa izquierda) o un calentamiento (fosa derecha). Con todo esta paragrafada ininteligible sólo quisiera dejar caer que la respiración es un recurso poderosísimo que tenemos todos a nuestro alcance para podernos calmar, tonificar, refrescar o lo que haga falta. Y en mi modesta opinión vivir no es otra cosa que respirar, aunque el tema de la muerte clínica parejo nos llevaría muy lejos y por unos caminos que no son la materia de este blog. No sé ni mi nota media de la carrera... Vivir es respirar y amar. No son la materia de este post la de gente que se cree estar viva porque camina, porque piensa, porque come y porque habla.

A mí, sinceramente, como digo, lo del “mu” me parecía una broma. Y no porque Enric Boada fuera un poco socarrón, sino porque lo único que conozco del zen es algún texto y algunas técnicas de meditación. Es más, al llegar a casa he descubierto que “mu” en el discordianismo o absurdismo, es el sonido que produce un árbol cuando cae en el medio del bosque y nadie lo escucha. Y el discordianismo es una especie de antirreligión bastante cínica, como cosa de hackers y profetas de la infalibilidad y la comodidad del caos. En realidad, “mu” es la apropiación de una palabra importantísima del budismo zen, que procede del chino “wu” y que refiere a la negación o vaciedad:

“El famoso koan Mu es como sigue: Un monje preguntó a Zhaozhou, un maestro zen chino (en japonés, Jōshū): "¿Tiene un perro la naturaleza de Buda o no?", Zhaozhou respondió: "Wú" (en japonés, Mu). Algunos maestros budistas sostenían que criaturas como los perros tenían naturaleza de Buda. Otros, que no la tenían. La respuesta de Zhaozhou se interpreta como que esa clase de pensamiento categórico es un delirio. En otras palabras, tanto «sí» como «no» son a la vez correctas e incorrectas. Este koan lo emplean tradicionalmente los estudiantes de la escuela Rinzai de Zen en su iniciación al estudio del zen.” (Wikipedia)

Yo el único koan que conocía es el que encabeza la autobiografía de Marguerite Yourcenar (Le labyrinthe du monde): “¿Qué cara teníais antes de que vuestro padre y vuestra madre se conociesen?”. Para mí, este koan zen estaba en exacta relación causa-efecto con la orfandad de la escritora belga, puesto que su madre murió cuando ella nació. De hecho, en el budismo zen, lo contrario a la muerte no es la vida (o lo contrario a la vida no es la muerte) sino el nacimiento. Así es que una vez más hay que rendirse ante la maestría de la autora para presentar un volumen gruesísimo en el que no nos ahorra la prolija historia de su familia desde el siglo XIV si mal no recuerdo.
Entre la práctica en sí, que como digo acabó puntualmente a la una, y el momento en que he podido consultar internet, he estado pensando: “bueno, claro, hacemos “mu” cuando nos arrullamos a veces cuando estamos muy cansados y queremos seguir durmiendo o dormirnos. A veces de puro cansancio no nos podemos adormecer. Y hacemos “mu” cuando alguna vez hay que hacer fuerza para hacer de vientre”. Entonces, por mi manera de ser, lo que me había parecido una broma ya me ha parecido más verosímil al tener una base empírica. De hecho el “mu” del arrullo con el que nos arrullamos a nosotros mismos es un arrullo para calmarnos, para conectar (ajá) con nuestro interior más profundo, nuestro yo interior. Y el “mu” forzudo invita a contraer la musculatura abdominal, cosa que debe de favorecer el peristaltismo intestinal con la asistencia de la respiración y la voz. A partir de mi propia experiencia es como sí he podido integrar lo que por la mañana no fui capaz de comprender más que con la cabeza y sin aplicarlo satisfactoriamente o plenamente. En verdad, desde que yo oí por primera vez que tenía que conectar con mi respiración hasta que experimenté lo que era, pasaron 13 años.
Así que, como he trabajado duro, a pesar de qué no sé qué demonios le está pasando a mi frigorífico (que está emitiendo un basso continuo ensordecedor), está noche veré "El gran silencio" (Philip Gröning, 2005).

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13.5.09

Portugal


Convento do Carmo, Lisboa

“En Marruecos murieron cerca de 10.000 personas, en Sevilla también hubo víctimas y multitud de edificios quedaron dañados, incluida la Giralda y la Torre del Oro. En Ayamonte murieron más de 1.000 personas, en Cádiz las olas rompieron las murallas, Conil de la Frontera fue destruida lo mismo que Sanlúcar de Barrameda. Una de las torres de la catedral de Valladolid se derrumbó, en Jaén las torres de la catedral se agrietaron en Úbeda. Los tsunamis golpearon las costas de Martinica y Barbados en América, los efectos llegaron hasta Turquía en el Mediterráneo y a Inglaterra y Dinamarca en el Atlántico.” (El terremoto de Lisboa de 1755)

“Al sur, en la desembocadura del Tajo, resisten las ruinas de la catedral lisboeta con su crucería al aire. Como el costillar de un monstruo mitológico por cuyas ojivas descarnadas clarea la luna y reverberan los portazos de las furgonetas. Cuando la tierra tembló en Lisboa el año 1755, la iglesia de Santa Comba de Bande en la Baixa Límia orensana, no se inmutó. Sigue ahí desde el siglo VI contra todo lo que se podría haber esperado. Y sin embargo el mismo terremoto de Lisboa resquebrajó los hastiales y las vidrieras de la Pulchra leonina, la tercera catedral de León. La segunda la había dejado malparada la campaña de Almanzor. Cuando el terremoto, Voltaire aprovechó la ocasión para llevar el agua a su molino y demostrarle a Leibniz que no estábamos en "el mejor de los mundos posibles" sino en el peor. (*ALFB)

El terremoto y maremoto de Lisboa fue grandioso y se dejó sentir en varios puntos de Europa. A pesar de que España existe como de espaldas a Portugal, caso de que España fuera algo que tuviera espalda, que lo que es cabeza yo creo que no la tiene; a pesar de eso, digo, este blog siente a Portugal. Hace cuatro años que no voy y entonces (el agosto de 2005) estuve un sólo día en Caminha, en la frontera de Galicia y Portugal por el Miño/Minho. Hoy, que es el día de Fátima en nuestro país vecino, y que se sigue celebrando mucho (por lo que pude oír ayer en la RTP Antena 1), incorporo oficialmente a *ALFB las tildes sobre las vocales a y o (ã, õ) y dejo de usar el apóstrofe como indigno substituto de un signo tan acuático y fogoso como lo es Portugal. Portugal, que quiere decir “puerto seguro” y lo dice por duplicado, acogió a una buena parte de la nobleza gallega exiliada cuando el desastre con la sucesión de Castilla. Yo envidio a Fauve y a Agustín por estar tan cerca de Portugal, y por otras cosas, pero se lo tendrán bien merecido.


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