25.5.09

Post 281: Vida y milagros (I)

Eugene Smith

os carcinomas de tiroides se pueden clasificar por su malignidad en papilares, foliculares y anaplásicos. El folicular es más “malo” que el papilar pero es mucho más bueno que el anaplásico. Antes de sucumbir ante una de las posibles clasificaciones anatomopatológicas, podríamos decir que un tumor papilar es como John Denver o Julio Iglesias, mientras que el folicular (que es lo que yo tengo) sería un Bruce Springsteen en plan “Streets of Philadelphia” o un Mike Jagger cantando "Honky town women" y el anaplásico sería Marilyn Manson en su papel de ángel caído recauchutado con botox®. Evidentemente por “malignidad” nos referimos a una reactividad acusada o algo parecido, no a cuestiones de índole moral. Lo digo, por cierto, porque en el hospital en donde me gano el pan estuvo la semana pasada disertando el profesor James D. Watson, pionero en la labor de desciframiento el genoma humano, que fue galardonado junto a dos "científicos" más con el premio Nobel el año 1962 por desentrañar la estructura del ADN. El señor Watson también es famoso por sus declaraciones sobre la inferioridad de los negros, cosa que no es que ponga en entredicho sus descubrimientos, pero sí la supuesta "asepsia" moral de la Ciencia que se llama a sí misma "ciencia", por antonomasia o hasta por metonimia.
De hecho en *A la flor del berro aún no se ha tratado como aquel que dice sobre el mal, aunque sí sobre la desgracia y también sobre la estupidez, que son muy diferentes aunque a veces cuesta distinguirlas. Hemos tratado sobre los “inertos” (fusión entre ineptitud e inercia), los trolls y otros seres vivos o humanos difíciles y/o nocivos: los hostiles en general, los clasistas, los cuñados, “la jauría maldita de los triunfadores”, los desalmados, los scuppies, los complejos, los acomplejados, los acomplejadores, los subvencionados, los parásitos, las merdeufs, los tacaños y los avaros, los mentirosos, los divos, los plagiadores, los tramposos, los cínicos, la peña que es capaz de empeorar lo que parecía que no podía ser empeorado, etcétera.
No me siento ni con ganas ni con el vigor mental necesario para acometer el tema del mal, de la misma manera que tampoco tratamos temas, incluso más pequeños y de menor enjundia, como el amor, la meteorología o la muerte, que incluso cuentan con escépticos ante el más mínimo planteamiento. No tengo más remedio ante mis dificultades que recurrir a las anécdotas, a los materiales de derribo, a subtemas y a cuestiones concretas y de pocos vuelos, en las que difícilmente se lleva una sobresaltos y sinsabores o siente invadir como una intrusa el terreno minado de los profesionales.
La lista razonada de pokémon incluye a 493 monstruos de bolsillo clasificados según sus fortalezas y debilidades, sus “armas”. Es curioso, puesto que yo pensaba que era muy superior en número, pero es indudablemente muy inferior a mi umbral enciclopédico, que está en los miles de deidades del hinduismo, el cual puede ser monoteísta, politeísta e incluso ateo. Evidentemente, por mucho que en el siglo XX y ya no digamos en el XXI, estamos asistiendo a la extinción de muchas especies de animales, la fauna sigue siendo mayor que al plantel hindú e incluso el santoral católico. En la Santopedia se incluyen 2358 mártires, y luegos están los diáconos, los obispos, los viudos, los apóstoles, etc. Incluso podríamos añadir que en el santoral católico se han revisado los casos de algunos santos y de algunos mártires y hay una cierta tendencia a eliminar a aquellos que no reúnen las suficientes pruebas acerca de su santidad o cuyo proceso fue irregular o sumarísimo. Uno de los casos que fue revisado fue, me parece, el de Santa Úrsula, no tanto el de las once mil vírgenes que le acompañaban en su martirio bajo los hunos, cuya pureza no se puede demostrar ni por el carbono 14 porque sus reliquias están extendidas por toda la cristiandad.
Recientemente hay dos cuestiones –por lo que respecta al santoral católico- que me han llamado la atención: 1) que no hay santos gallegos; 2) que la imaginería, la iconografía y en general las advocaciones son muy ricas o van más allá que otras representaciones religiosas. La primera afirmación tendría que matizarla puesto que es cierto que hay un Santo Toribio procedente de Astorga, cuando Astorga pertenecía no a León sino a Galicia, y hay un San Paio o Santo Pelayo de Tuy, además del San Froilán que nació en Lugo, por el que recibió su nombre el hijo mayor de la Infanta Elena de Borbón, duquesa de Lugo. Luego están Santa Liberata y Santa Mariña, hermanas y mártires. Dice la Wikipedia de Santa Mariña:
“Su vida está mezclada entre la realidad y la leyenda. Nació en Balcagia, la actual Bayona de Pontevedra en Galicia (España), por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania, y de su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido está fuera recorriendo sus dominios. Asustada Calsia por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreto las ahogara en el río Miño.”

La historia de Calsia recuerda un poco a la octomom Nadya Suleman a que nos referíamos días atrás, pero en vez de ilustrar la reproducción asistida de pago, lo que ilustra la historia de Calsia es una cuestión álgida del derecho romano (la figura del pater familias) y la encrucijada de dos géneros: la hagiografía trufada y la novela bizantina.
Cuando le comenté a mi familia mi extrañeza de que no hubieran santos gallegos y que incluso estos pocos fueran un poco, ¿cómo lo diría yo?, ¿extravagantes?, dijo mi madre: “Que no, que está San Benitiño de Lerez, San Andrés de Teixido, San Pedro de Muros…” A lo que yo le contesté: “Sí, hombre, mujer, ¡y Santiago de Compostela!”. Eso son consagraciones: Lerez está consagrado a San Benito, y Teixido y Compostela a los apóstoles, pero ni San Benito ni San Andrés ni Santiago el Mayor eran gallegos. Estas consagraciones o cristianizaciones de la toponimia antigua, superponen a la abigarrada geografía política galaica un santoral por el cual hay santos que son adoptados varias veces. Así ocurre también en Cataluña, donde hay un Sant Pere de Ribes y otro de Vilamajor y un Sant Pere Sallavinera. El hecho de que los santos estén organizados en torno a sus patronazgos y tengan, por así decirlo, delimitadas sus jurisdicciones, es también algo a destacar, pero que creo que no aporta nada al santuario egipcio, a la tabla de pokémon o a la organización del Olimpo de los griegos y sus conflictos de competencia, celos y otras enconadas rencillas muy poco divinas.
Hay católicos que no tenemos la fe muy cultivada teológicamente, de acuerdo con la ciencia teológica, y que estamos más bien incondicionalmente inmersos en el imaginario heredado y en las creencias, algo que es más profundo y más sólido, más dulce, pero que no estamos preparados para defender. Como eso de las creencias va a la par o está complementado por una legión de hostiles recíproca que no están preparados para atacar, quedamos en tablas y no veo yo más problema. De verdad que no lo veo.
El imaginario heredado a veces es tremendo, como el ecce homo o el Cristo crucificado o del descendimiento de la cruz, por no decir nada del martirio de San Sebastián o el de Santa Catalina, o los horrores del Apocalipsis. Por mucho que estemos acostumbrados a estas imágenes, no dejan de sembrar desagrado y rechazo y de reforzar el tópico de una religión oscura, “sórdida” y volcada al sufrimiento. Y sin embargo cuando vemos el mapa de advocaciones marianas hispánico vemos que hay un poco de todo: Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora de las Misericordias, María Santísima de las Lágrimas, Nuestra Señora del Buen Fin, María Santísima de la Esperanza, María Santísima de Gracia y Esperanza, Nuestra Señora de la Piedad, María Santísima del Dolor y Sacrificio, Madre del Mayor Dolor, Nuestra Señora de la Amargura, Nuestra Señora del Desconsuelo, María Santísima de la Victoria, Santísima Virgen de la Alegría, María Santísima del Amor, María Santísima de las Penas, María Santísima de la Merced, Nuestra Señora de la Paz, Madre del Amor Hermoso, Nuestra Señora de Gracia y Amparo, Nuestra Señora del Socorro, Virgen de los Desamparados, Nuestra Señora de la Piedad y Caridad, María Santísima del Perdón, Nuestra Señora de las Maravillas, Nuestra Señora de los Buenos Libros, etcétera.

No podemos seguir adelante sin aclarar la paradoja de que si bien Nuestra Señora de los Buenos Libros es patrona de los estudiantes, o Nuestra Señora de la Esperanza invoca una virtud, Nuestra Señora de la Amargura no persigue el vivir en la amargura y el regodearse o refocilarse en ella como si fuera un bolero cutre del repertorio más tronado o malditista. No es como la Gioconda a la que se refería Ortega y Gasset como a Nuestra Señora del Descontento. Un genio, Gasset.
La impagable copla de Lola Flores, remetía a la penita pena, con una especie de intensificador como los que usa la lengua hawaiana, por duplicación. También podemos ver a través de las advocaciones de la Virgen los distintos grados y hasta transformaciones del sufrimiento. Sin agotarlos, la verdad. En realidad, si dejamos de lado el sufrimiento ocasionado por el orgullo herido y por la estupidez, dejamos nuestro proyecto en menos de la mitad. 

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