15.11.09

Las mesas de trabajo ("El Mago")


Carta de "El Mago" por Antonio Lupatelli para Lo Scarabeo (1994)

Estos días estoy mirando y admirando "El testamento del Dr. Mabuse" (Fritz Lang, 1933),  uno de los portentos del expresionismo cinematográfico alemán y una película magistral, altamente artística y bien hecha de cabo a rabo, con unos actores que ya quisiera ser el más divo de hoy en día ni la mitad de bueno de lo que era un secundario de entonces. Lo digo como lo siento.
Rudolf Klein-Rogge, el actor que hizo el papel del Dr. Mabuse, cuando se supone que está totalmente enajenado e ingresado en una clínica psiquiátrica, después -curiosamente- hizo el papel del Dr. Canivet en la  "Madame Bovary" de 1937, película en la que Pola Negri se llevó el papel principal.  Como era natural. Si hacemos memoria, el Dr. Canivet es el médico de Neufchâtel que opera al desventurado Hippolyte, mozo de establo de pies zambos a quien previamente había operado Charles Bovary (que no olvidemos que no tenía licencia de médico), azuzado por el boticario Homais, para corregir su deformidad congénita. Homais, el boticario -actualmente le llamaríamos "farmacéutico"- después de prácticarsele la primera cirugía estrefopódica a Hippolyte, que no es más que cortarle los tendones de Aquiles, corre a publicar en "Le fanal de Rouen" un artículo ditirámbico donde destilar su anticlericalismo exacerbado y exaltar la ciencia contra la religión y esos tópicos que todos conocemos y que seguro que aparecen en la historia sobre Hypatia contada por Amenábar a diestro y siniestro. Sobre todo a siniestro. Y sin estilo. El artículo de Homais en "Le fanal de Rouen" dice: «Lo que el fanatismo prometía antaño a sus elegidos, lo realiza hoy la ciencia para todos los hombres». 
Recordemos que la operación de Charles Bovary acaba en gangrena y el Dr. Canivet tiene que amputar: 
"Sin embargo, ni la religión ni tampoco la cirugía parecían aliviarle, y la invencible gangrena seguía subiendo desde las extremidades hasta el vientre. Por más que variaban las pociones y se cambiaban las cataplasmas, los músculos se iban despegando cada día más, y por fin Carlos contestó con una señal de cabeza afirmativa cuando la señora Lefrançois le preguntó si no podría, como último recurso, hacer venir de Neufchâtel al señor Canivet, que era una celebridad.
Doctor en medicina, de cincuenta años, en buena posición y seguro de sí mismo, el colega no se recató para reírse desdeñosamente cuando destapó aquella pierna gangrenada hasta la rodilla. Después, habiendo dictaminado claramente que había que amputar, se fue a la farmacia a despotricar contra los animales que habían reducido a tal estado a aquel pobre hombre. Sacudiendo al señor Homais por el botón de la levita, vociferaba en la farmacia.
¡Esos son inventos de París! ¡Ahí están las ideas de esos señores de la capital!, ¡es como el estrabismo, el cloroformo y la litotricia, un montón de monstruosidades que el gobierno debería prohibir! Quieren dárselas de listos, y les atiborran de medicamentos sin preocuparse de sus consecuencias. Nosotros no estamos tan capacitados como todo eso; no sómos unos sabios, unos pisaverdes, unos currutacos; somos facultativos prácticos, nosotros curamos, y no se nos pasaría por la imaginación operar a alguien que se encuentra perfectamente bien. ¡Enderezar pies zambos!, ¿se pueden enderezar pies zambos?, ¡es como si se quisiera, por ejemplo, poner derecho a un jorobado!
Homais sufría escuchando este discurso, y disimulaba su desasosiego bajo una sonrisa de cortesano, poniendo cuidado en tratar bien al señor Canivet, cuyas recetas llegaban a veces hasta Yonville;. por eso no salió en defensa de Bovary, ni siquiera hizo observación alguna, y, dejando a un lado sus principios, sacrificó su dignidad a los intereses más serios de su negocio."
 
(G. Flaubert, Madame Bovary, II, cap. XI)

Obsérvese la sensatez de Madame Lefrançois, la vileza y cobardía de Homais al fin interesado sólo en su negocio, la magistral forma de Flaubert en retratarlos. Y la frase Homais de "Le fanal de Rouen" es una perla cultivada. Fritz Lang también retrata los caracteres de "El testamento del Dr. Mabuse" de una manera que no deja de admirarme. Los actores, aún formados en el cine mudo, bordan sus intervenciones. No hay ni un solo fotograma que sobre o que no pueda verse aislado y, aún aislado, estar lleno de fuerza. Se puede ver fotograma por fotograma, como si fuera un romance de ciego, y nunca encontraríamos ni una sola escena que sobre. Ni una. Me he entretenido en levantar en Picasa una muestra de fotogramas que sin ningún esfuerzo he elegido para demostrar mis palabras, que por otra parte Fritz Lang no necesita. Llama la atención la pulcritud de cada encuadre, la expresividad -como no podía ser menos en un director expresionista- de cada escena. Uno de los objetos recurrentes son las mesas, sobre las cuales se distribuyen o amontonan, según, los objetos propios de cada personaje. El detallismo de cada  mesa, su importancia, me hizo recordar la mesa de "El Mago", la carta del tarot, especialmente la más clásica, la del naipe marsellés. Se suele decir que sobre esa mesa del Mago están los elementos básicos que después transversalmente encontraremos en el libro del Tarot (*)
Pensando en cómo estarían las tecnologías de la imagen en el año 1933, la conciencia con que Fritz Lang usó los recursos que tenía no deja de ser algo que debería enseñarse no sólo en las escuelas de cinematografía  y de guionistas (donde cada aspirante a director debería ser obligado a ver "El testamento del Dr. Mabuse" y "Bellissima" cosa 8.453 veces por lo menos, hasta que reventara) sino hasta a los que hacemos oficios más humildes. La escena en que Tom llega a la escalera, donde casi a oscuras le esperaba Lilli, taciturna o cansada, se ilumina de repente cuando él llega, y se llena de animación e ilusión. Las perspectivas del anfiteatro universitario o del archivo policíaco no tienen nada que envidiarle a... ¿cómo se llamaba aquel director que reflejaba toda una escena en el canto metálico de una lámpara? Bueno, ya nos acordaremos. ¿Peter Greenaway? Bah, es igual.
Hay cuestiones que me llaman la atención, por ejemplo el detalle de la mesa del  criminalista, cómo tiene las tijeras clavadas no sabemos si para poderlas usar con más facilidad o como homenaje a alguna prueba anteriormente investigada... ¡Carajo!, pero qué bueno es Fritz Lang. También me resulta curioso que a veces aparecen los personajes perfectamente encuadrados pero con los pies cortados. No como Hippolyte, claro, sino por el celuloide. Es algo recurrente y yo no sé si es un problema de conservación del celuloide, que los tuvo con la censura hitleriana, o si es un problema del montaje. Lo que no puede ser es que fotogramas tan perfeccionistas tengan ese fallito y que no sea deliberado. Um.
"El testamento del Dr. Mabuse" es básicamente una película sobre cómo este ser tan dotado y brillante usa la telepatía y la hipnosis para inspirar crímenes perfectos a un grupo organizado. Fácilmente se entiende entonces cómo pudo ser la película prohibida en Alemania hasta 1951, creo, cuando finalmente se proyectó pero con serios cortes. La identidad entre Mabuse y Hitler no tendría que haber pasado desapercibida al ministro de la propaganda germánico, Goebbles (a quien en *ALFB se le dedicó un post casi entero). De hecho, un comentarista de International Movies Database llamado vostf escribe:
"Goebbels feared what may come out. The movie about a crime master writing crime recipes in his cell may have been too close to the story of Hitler writing Mein Kampf while in jail. A vision strengthened by the criminal's last words. Called by Goebbels to be explained the reasons why the movie would not be released, Fritz Lang listened the propaganda minister -a great fan of Metropolis- putting his name forward for the head of the Reich cinema department. Lang objected his mother was jewish. "WE will decide who's jewish and who's not!" answered Goebbels. The same evening Lang had gathered all the cash he could and took the train to Paris."
"Nosotros decidiremos quien es judío y quien no", le dijo Goebbles a Lang. El Dr. Baum abducido por Mabuse, en  otra de esas frases memorables para la historia de la estupidez humana (de las que andamos tan sobrados) dice "Los escritos de Mabuse sólo tienen interés para los científicos", protegiéndose de la afirmación del Inspector Jefe Lohmann "Ésta idealización del difunto me parece un poco exagerada". Para saber la respuesta de Lohman es mejor ver la película. Bien, es mejor ver la película a todo lo que yo pueda decir   e n   c u a l q u i e r   c a s o, por supuesto. Pero , para quien no pueda ver la película, siempre le queda darle un vistazo al vídeo colgado en Youtube. Y en la fracción que enlazo, la escena en cuestión empieza en el minuto 6:50 en adelante. Allí se verá como el sombrero hongo Lohmann, el comisario, en un momento dado queda justo puesto como una bandeja sobre la cual está la cabeza del Dr. Mabuse, esa víscera a la vez tan admirable y tan abyecta.  Simplemente es genial.
Digamos a favor de Homais, o en contra del Dr. Canivet, que el estrabismo se corrige hoy notablemente y de forma fácil, que la litotricia extracorpórea es un hecho y que si no fuera por el cloroformo probablemente se habrían acabado las guerras, pero también otras cosas que son objetivamente buenas.
El "repositorio" que he hecho en Picasa será aumentado en días venideros, hasta formar como una especie de colección de baldosas como aquellas que remedan los emblemas de oficios y gremios medievales. Hay gente a quien lo que tiene en la mesa de trabajo se le sube a la cabeza...

(*) No hay consenso sobre cual es el primer arcano del Tarot, si "El Mago", que lleva el número 1 en algunas barajas, o "El Loco", que no lleva número y que tanto puede colocarse al final del libro (22) o al principio (0).

Lilli (Wera Liessem, 1913-1991), "El testamento del Dr. Mabuse" (Fritz Lang, 1933)

Não há mal que sempre dure
Nem há quem o já não saiba
O que há pouco é quem julgue
Que o bem também se acaba
Se é perdido o bem que fora
Fim do mal que magoava
É já hora de outro mal
Se acabar se começava
Não têm uma hora certa
Mas quando se começam a juntar
Os Males do Mundo
É quando o bem se interessa
E encontra uma porta aberta, num lugar
Que era bem escuro
Está-se bem, deixando o mal
E ao mal sucede o bem
Quem tem mais sorte afinal
É quem mais lembranças tem
Não têm uma hora certa
Mas quando se começam a juntar
É quando o bem se interessa
E encontra uma porta aberta, num lugar
Que era bem escuro

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