24.1.10

La casa del ahorcado y la España gris


Pintada de Banksy

Faites venir pitié qui me relieve
Du desplaisir ou je suis aservi
C’est a gran tort, Cancionero de El Escorial
*
Una vez que hemos dejado hilvanado el tema de las autoridades sanitarias, en un post anterior, y de que ya se ha aclarado el asunto sobre por qué extremo deben aplicarse los supositorios, ya podríamos entrar de lleno a otros asuntos menores, como el de la manía de algunos congéneres de arrogarse cierta autoridad moral o un liderazgo en ocasiones que nos pillan desprevenidos.  Me refiero por ejemplo a esos mensajes de correo electrónico que todos hemos recibido, recibimos y recibiremos donde como corolario se nos indica que antes de imprimir nada lo pensemos bien, y que si el medio ambiente esto y el medio ambiente aquello. Otros añaden la transcripción de artículos legislativos que nos recuerdan que la comunicación en juego no puede ser redirigida a quienes no son estrictamente sus destinatarios principales explícitos. Toda esta parafernalia neoburócrata no sé yo si tiene equivalente en la historia de la humanidad y de la epistografía privada o pública. A lo mejor, todo lo más, en los lemas. Apenas hemos dejado de reírnos de aquel “Dios guarde usted muchos años” con el que culminaban los oficios de hace unos 40 años pero que al parecer son una herencia de la dominación musulmana en nuestro país, y ya estamos otra vez con esas perlillas de la prosa administrativa en las que se solazan sobre todo los que tienen el lenguaje por algo mágico.
¿Dónde se ha visto -me pregunto mientras clavo mis pupilas marrones en la pantalla blanca-  que alguien tenga que recordar a sus prójimos mecánicamente que no gasten papel? ¿Es que se piensa que son irresponsables o que son tontos? Y si lo son, ¿se piensa que con su mensaje va a promover o condicionar una buena práctica? ¿Dónde se ha visto que nos reconvengan por algo sobre lo cual no se debería arrojar ni la menor sombra de duda, nuestra discreción? Es que, vamos,  hasta me dan ganas de añadir a mi firma una coletilla automática en donde se lea: “Que cada cual haga lo que quiera con lo que aquí he escrito, como si quiere imprimirlo a costa de los pocos árboles que quedan y sólo para luego decidir que no le interesa y echarlo con la basura general en vez de contribuir a su reciclado. Y si -traicionando mi confianza  o mi buena fe- el destinatario hiciera un uso secundario, lucrativo o malintencionado de este mensaje, participándoselo a quien no es su legítimo destinatario, pues peor para él, por mezquino, que yo cuando escribo escribo de verdad e incondicionalmente y no voy a ser quien le diga a los demás lo que tienen que hacer y lo que no“. Y es que, mirad, que en la piscina haya un letrero que ponga “No està permés rentar les sabatilles de bany a la pica – Gràcies” (*) no me parece impertinente y hasta tiene su gracia, como esas cerámicas donde se puede leer “Aquí vive un extremeño” o esos letreros en donde leemos “Reservado el derecho de admisión”, “Hoy no se fía” o, más amenazantes, “Se avisará la grúa”. Quizás uno de los letreros típicos de los momentos estelares de la humanidad sea “Cave canem” (cuidado con el perro), pero a partir de ahí y hasta aquí, los hay peculiarísimos y están convenientemente recogidos en la blogosfera. De hecho, en las ciudades poco espacio más queda para las veleidades rotuladoras, con excepción de alguna lápida de cementerio. La mayoría de los grafitti de mi barrio poco tienen que ver con el arte urbano de Banksy y no tienen más función  que la meada fáctica de un perro para marcar su territorio.
Ya se habló en *ALFB de los scuppies (esa mezcla entre yuppies y hippies) y de los bobos (bourgeois bohemian ), pero aún no habíamos dicho nada de aquellos que sienten desintegrarse su sistema inmunitario cuando ven un tricornio de charol o una bandera rojigualda y otros tópicos de la España negra y de la España marrón, con los sempiternos motivos guerracivilistas, pero que son insensibles a demostraciones como la que hemos apuntado, que insultan la inteligencia. Tengo, entre mis buenas aunque escasas razones para llegar a vieja, la de esperar que tanta tinta que se ha gastado en ridiculizar los estereotipos de las Españas negra y marrón, o aunque sea la mitad, se gaste también en ridiculizar y desenmascarar los estereotipos de las Españas rojas, glaucas, azules, amarillas, malvas, lilas, púrpuras y hasta grises.

(*) “No está permitido lavar los chanclos en el lavabo. Gracias”

NOTA: Para la elaboración de este blog apenas se llevan gastados dos post-its pequeños, un par de hojas de una libretita de notas de bolsillo y poco más.

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