11.4.10

La mala muerte

*
“El que no sabe de amores, llorona, no sabe lo que es martirio”

Nos referimos en octubre pasado al estreno de la película “Katyń”, tal vez la última película del director polaco Andrzej Wajda, sobre la masacre de por lo menos 15.000 oficiales del ejército de Polonia (pero pudieron ser muchos más) por la policía secreta rusa (NKVD), si no recuerdo mal el año 1940. Si no recuerdo mal -cualquiera puede comprobarlo- para más INRI los stalinistas les echaron la culpa a los alemanes o (mejor dicho) al Tercer Reich, con quienes se habían repartido Polonia por el tratado de Ribbentrop-Molotov al final del verano de 1939. La muerte  ayer de Kaczynski, el presidente de Polonia, su esposa, y  otras 95 personas del gobierno, en un accidente aéreo próximo al bosque de Katyń les recuerda hoy a los polacos la masacre de 1940. Y no tanto por lo siniestro que se está volviendo ese lugar con tanto muertecito sino también porque el país se vuelve a sentir, aunque de otra manera, descapitalizado. En el año 1940 los stalinistas liquidaron a los profesores universitarios, a los oficiales y a todos los que de alguna manera podían resistirse a la esclavitud estratégicamente. Se calcula que fueron 22.000 hombres.

Aunque parezca mentira, también Galicia fue descapitalizada, pero en cosa de menos de 50 años. La “longa noite de pedra” de los “séculos escuros” fueron precedidos por una nadería de 50 años o tal vez menos. Por no apoyar la línia dinástica que acabó por reinar en Castilla. Sus juzgados se trasladaron a Valladolid, con lo cual ni la primera instancia se instruía en gallego. ¿Para qué si luego hubiera tenido que ser trasladada al castellano de llegar el caso a segunda instancia? Sus poderosas órdenes monásticas se deslocalizaron, sus nobles se exiliaron, en gran parte a Andalucía y otros a Portugal, y se quedaron los de siempre. Los cuales, por otra parte, mantuvieron vivo el gallego. Pero ese es otro tema. El tema de hoy es la mala vida y la buena muerte en general.

He encontrado la carta astral de Fiódor Mijáilovich Dostoievski (* Moscú, 1821 – † San Petersburgo, 1881) y aunque soy incapaz de interpretarla ni de entender nada, me hace gracia incorporarla como ilustración de todo cuanto sigue. Dostoievski se unió a un grupo de jóvenes liberales, lo que le costó 8 meses de prisión y fue condenado a muerte el 22 de diciembre de 1849. Instantes antes de su ejecución fue indultado y la pena le fue conmutada por 4 años de deportación a Siberia. Ese momento está recogido en los Momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig:
Como en sueños
Siente todo lo que está ocurriendo.
Y sólo sabe que ahora ha de morir.
Uno se adelanta y sin hablar le pone
un sudario blanco, ondeante.
Una última palabra despide a los compañeros.
Con la mirada ardiente,
un grito mudo,
besa él el Redentor en el crucifijo
que el pope, serio, apremiándole, le tiende.
Después todos ellos,
Los diez, de tres en tres,
son remachados con cuerdas a los postes.
Ya avanza
presuroso un cosaco,
para vendarle los ojos frente a los fusiles.
Entonces su mirada, antes de la gran ceguera,
Atrapa ávida –lo sabe, ¡por última vez!-
aquel pequeño trozo de mundo,
que le ofrece el cielo allá arriba.
En la claridad matutina ve la iglesia.
[…]
Entonces le atan la noche en torno a los ojos.
Pero dentro,
llena de color, la sangre comienza a fluir.
En una marea de reflejos,
desde las venas, la vida
se alza en imágenes.
Y él siente
que en ese segundo, señalado por la muerte,
todo el pasado perdido
baña de nuevo su alma.
Toda su vida vuelve a despertar
y se aparece en imágenes a través de su pecho.
[…]
Es recurrente el tema de ver la vida resumida de uno ante el trance inminente de la muerte. Yo que he estado a punto de palmarla varias veces, pensé la tercera que estaba claro que no me iba a morir porque aunque vi la famosa luz blanca no recapitulaba.Ni recapitulé ni capitulé. Lo de la luz blanca lo asocié a la poquita sangre que me quedaba en el cuerpo después de una hemorragia postquirúrgica. Perdí 2,7 mL, que te viene siendo como una botella de Coca-Cola familiar y un poquito más de la mitad de sangre que nos circula por estos cuerpos nuestros. Lo siento por si anda por aquí alguien aprensivo. En tal caso será mejor que abandone ahora mismo el post y se vaya a ver l Disney Channel o una colección melancólica de Pinipon, porque ya venimos diciendo que los temas de hoy son la buena muerte, la mala vida, la buena vida y la mala muerte. Y es que yo creo que Dostoievski, hombre sabio, que conoció el horror de una pena de muerte conmutada en el último instante, que conoció los estragos de la epilepsia y de la pobreza (por no añadir también la incompresión), cuando dijo en El príncipe idiota (1868) “la mayor agonía estriba entonces en el hecho de que sabes que vas a morir, y ninguna tortura [hay] peor que esa” (*), no sabía lo mucho que puede llegar a prolongar una vida hasta extremos inconcebibles la tecnología médica. No sabía lo malo que puede ser también no saber lo que uno puede llegar a resistir un tratamiento clínico.

Se suelen achacar las reticencias contra la eutanasia a la doctrina de la Iglesia Católica. Desconozco la doctrina en este sentido, aunque supongo que fundamentalmente -lo mismo que  pasa con los negocios de la interrupción del embarazo o con la fecundación asistida- se considera que provocar la muerte va contra natura. El tema de la eutanasia no debería tratarse en las tertulias y en las campañas contra la Iglesia sino entre los clínicos  y un porcentaje áureo de usuarios de la salud.

Todos podríamos dar ejemplos espantosos del mal llamado "ensañamiento terapéutico",  porque cada vez es más abundante y la medicina no puede reaccionar ante tal proliferación de las también mal llamadas “plantitas” (agonizantes, o como se les quiera llamar ,de larga duración) y enfermos terminales muy acabados. La culpa no es de los médicos. Los médicos ya cargan con demasiadas responsabilidades, aunque se las repartan, aunque las racionalicen a través de protocolos. Pero si hasta les hacen el trabajo a los gerentes al conceder y negar por ejemplo prótesis de acuerdo con el gasto pactado para alcanzar sus incentivos salariales… De hecho ellos, los médicos y los enfermeros, sienten la obligación de poner remedio a lo que se les presenta y luego ¿quién vuelve atrás?, ¿quién detiene la medicación?, ¿quién las máquinas?, ¿quién?

El “problema” de la eutanasia es la cara o la cruz de la misma moneda que tiene al otro lado el aborto y la cirugía plástica o, mejor dicho, estética. Sí, ya sé que estas  afirmaciones mías no resultan diplomáticamente correctas. Es lo mismo que ocurre con aquello que comentábamos in illo tempore sobre la cara y la cruz de confundir las vidas privada y pública, que son el escándalo y la corrupción. No son elementos contrapuestos, son elementos que conviven en una misma época. Precisamente la propuesta ideológica de este pobre blog es la de mostrar ese orden de cosas.


(*) -”Acaba usted de hacer la observación que hace casi todo el mundo y que es cierta. Precisamente la guillotina se ha inventado para evitar sufrimiento. Pero yo pienso siempre: ¿y no será peor sí? Quizá a usted se le antoje mi idea ridícula y absurda, pero cuando se tiene un poco de imaginación ¡se le ocurren a uno tantas cosas! Reflexione usted. Si se trata, por ejemplo, de un hombre al cual se somete a la tortura, existe el sufrimiento, las heridas, la agonía corporal que distrae del dolor espiritual, y así, hasta el momento mismo de la muerte, sólo sufre de las heridas. Porque el mayor y peor padecer quizá no es el que infligen las heridas, sino la certeza de que dentro de una hora, de diez minutos, de medio minuto, ahora mismo, el alma se te escapará del cuerpo y dejarás de ser un hombre, y saber que esto ocurrirá fija, irremesiblemente”.

Post registrado en SafeCReative - A la flor del berro (4) #1105179237420