18.10.10

23 | El sexo de las gárgolas (1)

Gárgola de la Catedral de Santa Eulalia (Barcelona)
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"També es va fer càrrec la reina de pagar els serveis que haurien de prestar a la comunitat un o diversos procuradors. Per compensar-los, va assignar la quantitat de quatre-cents sous barcelonesos. A més a més, es preveia la presència d'un metge que havia d'assistir les monges en cas de necessitat, a qui es pagarien dos-cents sous anuals i, per últim, d'un barber que rebria trenta sous".

"En un determinat moment es van comprar 3 quintars d'esquenes de porc, que van costar 65 sous, comptades a 25 sous el quintar. Aquesta despesa sobrepassava de molt la resta de pagaments si exceptuem els salaris pagats al barber, que eren 220 sous anuals, i el del metge. Francesc de Pedralbes, que duplicava aquesta quantitat, 440 sous, que se li donaven en dues pagues".
Anna Castellano i Treserra, Pedralbes a l'Edat Mitjana: Història d'un monestir femení (*)
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El primer fragmento transcrito corresponde a la época de la primera Ordenació dictada por la reina Elisenda de Montcada, sobre la administración del monasterio de las clarisas que fundó el año 1327. en Pedralbes (Barcelona). Por la Ordenació se destinaban 200 sueldos anuales al médico y 30 al barbero. El segundo fragmento debe de corresponder al siglo XV, puesto que la autora menciona que fue en esa época cuando desarrolló su actividad en Pedralbes el médico llamado precisamente Francesc de Pedralbes. También hay que saber que en un buen principio había 12 clarisas y en la época en la que el médico percibía más del doble de salario había no menos de 60 monjas, además de las serviciales sin clausura, los presbíteros y frailes del Conventet adosado, etcétera. Evidentemente el barbero no se cuidaba de la coiffeur de las hermanas, sino que era en verdad un cirujano o lo que en su origen conocemos como tal.

Todo el baile de cifras se corona por cierto con el dato de que en el año 1327 se dispuso que la abadesa, Sobirana d’Olzet se llamaba, cobrase 100 sueldos (la mitad que el médico), mientras que las clarisas cobraban 50 sueldos. El detalle del gasto en espaldar de cerdo, que en ese caso si mal no recuerdo estaba asignado en el capítulo de Enfermería más que para el refectorio (como si se tratara de un tratamiento que siguiera tal vez los consejos dietéticos de Arnau de Vilanova) deja, más allá de cierto pintoresquismo, un rastro de opulencia que no se desdice con otros víveres de la despensa no terapéutica, por ejemplo los piñones y el excedente de aceite. 

Las clarisas de Pedralbes comían muy bien, por lo que parece, como no se podía esperar menos de su procedencia y de las disposiciones de la fundadora, que esperaba así ganarse el cielo y pasar los años de su viudedad a cuerpo de reina, que es lo que en definitiva era.

Los archivos conventuales en algunos casos –supongo que no los desamortizados y los que fueron saqueados durante las sucesivas guerras- han conservado sus archivos en su integridad. Hay casas que tienen ochocientos años y en donde se anotaba desde el gasto en cera hasta el aceite de las lámparas y el lino para el paño del altar. Los inventarios, los números referentes a los gastos, a los diferentes tipos de tributos percibidos, hablan con singular elocuencia. Esas cifras en una persona ignorante como yo apenas son comprendidas, y más porque remiten a una época tan lejana que no nos podemos hacer cargo de su valor si no es relativamente, en relación a otras cifras.  Por ejemplo que el sueldo del médico se duplicó en un siglo. Pero aunque no son comprendidas, las cifras invocan nuestra imaginación.

Estos días que tanto se habla del patrimonio de la Iglesia, puesto que el matrimonio instituido por la Iglesia –y perdón que recurra a la broma fácil- es algo en franca decadencia, me pregunto hasta qué punto no se está haciendo (como en otros temas) más que daño. Es decir, cuando se habla por ejemplo de que la visita que va a realizar en noviembre Benedicto XVI a Santiago de Compostela y a Barcelona va a costar 600.000 euros, ¿se desliza que ese gasto se está haciendo con cargo al erario público? Que yo sepa, los contribuyentes solo participan en el sostenimiento de la Iglesia con una equis explícita en su declaración de la renta. ¿Se desliza a cambio o además que la Iglesia (los curiales, no los seglares) anda más preocupada en los bienes terrenos, incluida la Capilla Sixtina, que por los pobres? Me gustaría poder estudiar las cifras macroeconómicas de la contribución de la Iglesia al bienestar de los pobres, a través de las misiones, las órdenes y a través de organizaciones como Caritas Diocesana, intachables hasta que no se demuestre lo contrario. Cuando recibimos a la Primera Dama de Estados Unidos el verano pasado resulta que era un reclamo turístico. La visita de Ratzinger, que ya nos ha llenado los hoteles de Barcelona al 100 % por cierto, es una "carga" onerosa.

He meditado a veces sobre las artes del anticlericalismo de esta década, el regodeo en la blasfemia erotizante, un ateísmo que se fundamento no en el pensamiento racional sino en el resentimiento y la falta de respeto, el laicismo como ariete y broche de una ideología de relumbrón y sin solvencia ni proyectos. No he ido mucho más allá de la conclusión de que todo es envidia. Los que “critican” a la Iglesia en realidad denostan su autonomía. En España prácticamente han desmontado el Ejército. La bandera (**) se ha asociado a la España más marrón o negra y al fascismo. También se persigue desmontar la división de poderes, pasteleando el poder judicial. Ahora van a por el poder curial. Y no faltan extravagancias y bobadas como las de decir que el arte solo es interesante cuando no toca temas religiosos. Y me temo que en esa afirmación se incluye la música.

Curiosamente, o no, todas esas corrientes van unidas a una especie de sacralización de la ciencia, la tecnología o, por decirlo de una vez, de las universidades. El mundo de los negocios, el mundo de las universidades y el mundo de la política configurarían algo que ni siquiera puede ser traducido en estamentos sociales. Llevar esta idea, que no ideología, hasta sus últimas consecuencias roza la paranoia y la escatología. Pero nos podríamos recrear en la idea, que no ideología, insisto, de que la ciencia no deja de perseguir el papel que siempre había querido tener la Iglesia, su inmunidad ante las cosas del mundo, su pureza y ecuanimidad. Y cuando me he acercado desde mi ignorancia a la tesis doctoral de Anna Castellano me parecía ver en la administración de un convento y en las bulas papales y prerrogativas que le concedía Roma algo de lo que he visto en las fundaciones que soportan la investigación y las bizarras obras sociales. 


“Durante la epidemia de peste de 1656, en Roma, los médicos creían que esta vestimenta protegía del contagio: un mantel encerado, máscara y guantes. En el pico se colocaban sustancias aromáticas.” (Wikipedia)
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(*)  También si hizo cargo la reina de pagar los servicios que tenían de prestar en la comunidad uno o diversos procuradores. Para compensarlos, les asignó la cantidad de cuatrocientos sueldos barceloneses. Además, se preveía la presencia de un médico que tenía de asistir a las monjas en caso de necesidad, a quien se le pagarían doscientos sueldos anuales y, por último, de un barbero que recibiría treinta sueldos […]
En un determinado momento se compraron 3 quintales de espaldas de cerdo, que habían costado 65 sueldos, contadas a 25 sueldos el quintal. Este gasto sobrepasaba con mucho el resto de pagos si exceptuamos los salarios pagados al barbero, que eran 220 sueldos anuales, y el del médico, Francesc de Pedralbes, que duplicaba esta cantidad, 440 sueldos, que se le daban en dos pagas”.

(**) Es totalmente recomendable el documento “La bandera: manual del usuario” que la escritora Luisa Cuerda ha compartido recientemente en la red.

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