11.12.10

Al rojo blanco



n cuerpo a temperatura alta —al rojo vivo— emite la mayor parte de su radiación en las zonas de baja frecuencia (rojo e infrarrojo); un cuerpo a temperatura más alta —al rojo blanco— emite proporcionalmente más radiación en frecuencias más altas (amarillo, verde o azul) (Wikipedia)


En la trilogía de Krzysztof Kieślowski "Rojo" se corresponde con la Fraternidad, exactamente como en la bandera francesa, que remite a la divisa revolucionaria que ayer  en cierta manera homenajeábamos. Ahora es posible gracias a Youtube regodearse en la escena final, en que el director polaco "salva" a los protagonistas de toda la trilogía ("Azul", "Blanco" y "Rojo") durante el rescate del hundimiento de un barco que cruza el canal de la Mancha ante la mirada de Jean-Louis Trintignant, el juez, que es un actor inmenso, el único que me hace olvidar a Fernando Fernán Gómez, a Burt Lancaster o a Marcelo Mastroianni. En la película el rojo aparece de una manera discreta, que es la manera en que muchas personas conseguimos tolerar y amar este color el cual si es muy predominante o masivo satura y hasta irrita. Es curioso porque se diría que este color es un color con un "significado" mucho más estándar que otros colores y con una validez más universal e icónica.
Cuando sugerimos el color verde ofrecimos también un atisbo de azul, que son los colores que en estos momentos me resultan más identificados con mis sentimientos. Hoy recordé a cambio el rojo blanco de Emily Dickinson:

DARE you see a soul at the white heat?
Then crouch within the door.
Red is the fire’s common tint;   
But when the vivid ore   
Has sated flame’s conditions,       
Its quivering substance plays
Without a color but the light   
Of unanointed blaze.   
Least village boasts its blacksmith,   
Whose anvil’s even din    
Stands symbol for the finer forge   
That soundless tugs within,   
Refining these impatient ores   
With hammer and with blaze,
Until the designated light
Repudiate the forge.
Emily Dickinson, Life, XXIII (*)

Versión de José Manuel Arango:
¿Osarás ver un alma al rojo blanco? |  Acurrúcate tras la puerta. | El rojo es el color común del fuego, | pero si la materia viva gana | las condiciones de la llama, sale temblando de la forja, | sin color, sólo luz, | sólo un resplandor blanco. |  En cada pueblo hay un herrero  | cuyo yunque sonoro es símbolo | de más finos trabajos |  que ocurren dentro, silenciosos. | Allí con un martillo y con fuego, | el impaciente mineral se afina, |  hasta que la luz designada | escapa de la forja.

Esos "finos trabajos que ocurren dentro, silenciosos" son otra propiedad del rojo y tal vez la que más me atrae. Una vez me tendí bajo un árbol de la Facultad de Filología, en el espléndido jardín de nuestra Universidad de Barcelona. Cerca del estanque donde por cierto hay unas carpas que dan ese tono de rojo que los acuarelistas chinos reproducen como si nada. A una de ellas le llamábamos "El tiburón" porque era de un tamaño considerable. Era otoño, como ahora, y bajo la sombra cálida del árbol pronto empecé a adaptarme a su oscuridad verdosa profunda y a distinguir sus bayas rojas. Es un tejo:

"Pueden alcanzar una altura de hasta 20 metros. Aunque con frecuencia se desarrolla de manera desigual, su copa es piramidal con abundantes ramas que salen del tronco de manera horizontal. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de color pardo rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de 1,5 metros. Son muy longevos, pudiendo superar los 1.500 años de vida. Tiene hojas perennes de 10 a 30 mm. dispuestas en dos hileras opuestas, de color verde oscuro por la cara superior y amarillento o glabro por el envés. Es una especie dioica, con pies masculinos o femeninos. Fructifica en forma de arilo carnoso que rodea la simiente, de intenso color rojo y sabor agradable. Maduran en otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos. Raramente forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados. Casi todas las partes de la planta son ricas en alcaloides tóxicos: taxina, taxol, y baccatina, siendo el primero el más peligroso, pues puede llevar a la muerte en pocos minutos. El arilo o baya es la única parte libre de taxina, pudiendo ser ingerido con la precaución de retirar la semilla" (Wikipedia)
En Fresneda (Burgos) hay un tejo milenario y los hubiera habido en San Andrés de Teixido en La Coruña (cuyo topónimo es diáfano) si no hubiera sido por los numerosos incendios que ha padecido el santuario celta. El arilo del tejo es más oscuro que la baya del rusco pero más claro que el de la mora madura, su tono es más estable y pleno que el del madroño, más firme que el de la fresa, más sereno que el de la cereza, más oculto que el de cualquier otra de las bayas que podemos encontrar en el bosque y que son una delicia para la mirada y el paladar.  No tiene el tejo el rojo descarado del tomate o el pimiento. Y si además, como dice la Wikipedia, no es venenoso como lo es el resto de la planta, seguramente tendrá buen sabor. Hay que decir en favor de la taxina que se ha testado en enfermos de cáncer porque al parecer tiene propiedades curativas, cosa que confirma esa doblez que tienen muchos tóxicos, que son venenos y a la vez son remedios. 

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