23.12.10

Los collares y los perros

Un verbo frasal inglés que se empieza a oír últimamente cada vez más es kick off. Significa poco más o menos "despegar". En realidad viene a designar un "encuentro entre los responsables de la empresa y el cliente o el responsable de un nuevo proyecto para discutir los aspectos del nuevo proyecto que van a desarrollar conjuntamente. El kick off también es aquella reunión en la que todos los empleados de la empresa encaran una nueva etapa expresando sus expectativas" (CH2.0). El mejor profesor de inglés que he tenido, un irlandés felizmente casado con una catalana, que ha vivido en Londres y en Nueva York, actor, me explicó un día que cada vez que volvía a la isla habían incorporado nuevos verbos frasales, o habría que decir nuevas "combinaciones" sobre un número cerrado de verbos y unas determinadas y no menos contadas partículas. Esto le hacía sentirse extraño. Y en esa sensación de extrañeza y en otras pensaba yo estos días cuando meditaba el polémico discurso de aceptación del Nobel por parte de Mario Vargas Llosa. Donde él, por su trayectoria vital, tan rica, se siente como un "ciudadano del mundo" -cuando otro podría haber insinuado una condición más vaciada, hostil o aciaga, de "apátrida", de méteque, por ejemplo- yo pensaba en el extranjero de Albert Camus. Pensaba en los que estemos donde estemos no sentimos que pertenezcamos enteramente a aquella realidad o a aquella tierra. Los desterrados.

Publicado ayer justo después del sorteo del Gordo

No hablaré de lo que me costó irme situando en este mundo por lo que respecta simplemente a enterarme de donde quedaban los pueblos de mis padres, gallegos, y aquella parte del mundo donde era de día cuando en Barcelona era de noche. "Zaragoza" me parecía más maravillosa de lo que podría resultar para los antiguos las Indias y sólo el nombre me insinuaba un mundo nuevo. Cuando veraneaba en Finisterre y volvía a Barcelona, las tijeras me sorprendían por tener un tamaño desmesurado en comparación con las de mi abuela, como si me hubiera zampado una galleta como las que se tomaba Alicia en el País de las Maravillas. Luego me aprendí las capitales de África, como todo el mundo, y eso ha ido cambiando con el tiempo. Supuse, como todos, que Irlanda había conseguido su independencia del Reino Unido a pesar de haber perdido el gaélico por el camino y gran parte de sus hijos, que están en Estados Unidos.  A raíz del rescate por el que ha tenido que pasar recientemente he sabido que no era tan independiente, que la vieja Europa permetía las ventajas fiscales con las que mantenía una burbuja bastante inmobiliaria y terciarista, su dependencia económica de Gran Bretaña (la pérfida Albión) y su subordinación a un sector de los negocios norteamericanos. La unidad económica de Europa pretende consolidar un mercado y los rescates no son solidaridad desinteresada, por supuesto.

"Decíamos ayer" que un árbitro de la moda y del estilo aseguraba que elegir una corbata era un acto irracional. ¿Por qué entonces a mí me da la sensación de que hay tantas elecciones irracionales? Ayer, ante la sentencia del Tribunal Supremo sobre la denominada "inmersión" lingüística, en Cataluña hubo en la prensa barcelonesa un alud de comentarios digitales adversos  y desatinados. Tenía servidora la sensación de que muchos de los comentaristas no habían leído la sentencia. Los nacionalismos fascistas y los llamados etnonacionalismos no son una materia donde reine ni gobierne la serenidad. 

Seguramente por la misma idéntica razón por la que yo, hija y nieta de emigrantes, soy una extranjera en todas partes o -si quieren positivarlo o benignizarlo- una "ciudadana del mundo" (?), hay hijos y nietos de emigrantes que son ultranacionalistas. Desde ese punto de vista todo es aceptable, pero yo ya me cansé de esto, como también me cansé de estar al día de los verbos frasales. No me aportan nada en substancia. Siempre es más de lo mismo. Si nos atenemos al significado propio de la "inmersión lingüística" anteriormente se refería a la que se producía cuando nos metíamos en un entorno lingüístico ajeno, por ejemplo el anglófono, sin más remedio que hablar el inglés o no hablar. Noté que ayer la nueva "inmersión lingüística" se refería al chaparrón de catalán al que someten a los educandos aunque su lengua materna sea el castellano o el español, lengua que es cooficial. El uso de la palabra "español" también es casi un tabú, a pesar de que lingüísticamente hablando es una aberración referirse por ejemplo a mi competencia lingüística como "castellana", puesto que el castellano es  sólo un substrato histórico del español, que es la lengua común que más o menos se habla y se entiende por unos 500 millones de personas en sus variantes. Prometo por la salud de mi canario que este tema me aburre tanto que si me dan a elegir entre ver una película de Paco Martínez Soria y dedicar la corteza de mi atención a este tema, elegiría la película. Hasta los colonos judíos, en cuanto empezaron a organizarse en su tierra prometida empezaron a rebuscar entre sus diferencias el origen sefardí o asquenací o de donde fuera que procedieran. Y esas dos tendencias, la de asemejarnos y la de separarnos nos trabajan.

Foto de Manuel Ferrol

La foto de Manuel Ferrol se hizo famosa como emblema de la emigración gallega de los años 50, que fue sangrante. Yo tenía el disco de Siniestro Total ¿o era de Golpes Bajos?, ay no, que era "Fracaso tropical" de Os resentidos, cuya carátula lo reproducía cuando me regalaron el libro con todas las fotos de la serie del puerto vigués bien editadas. Ese mismo verano en un estanco del pueblo me encontré con el señor que llora en la foto. A pesar de que habían pasado cosa de 30 años estaba igual. Yo no sabía que Manuel Calo Marcote era de mi pueblo y, llamándose Marcote, que era de mi familia por parte de mi abuela Pepita. Al niño le pusieron "Chanquete". Al padre lo enterraron el año 2006. En la foto llora en la despedida de su hermana, que marchaba emigrada a América. Yo he ido a despedir a gente que se iba a Ibiza a pasar 10 días y también he llorado, tal vez porque la sirena  del barco suena como la de la lonja de mi pueblo cuando la niebla impedía arribar los barquitos y sólo quedaba que rezar a la Virgen del Carmen. O como el sollozo de un perro. Pero cuando sale un tren también siento un rebujo en el fondo del estómago como si en vez de irme, por un decir, a pasar la mañana a la playa, me fuera a freír espárragos o a algo peor.  Pero también prometo por la salud de mi canario que yo sé donde quiero estar. Ahora quisiera estar en Italia, precisamente en el nordeste.


ADDENDA (sin corrigenda, por supuesto): La pregunta del día de "La Vanguardia" (24 de diciembre de 2010) es "¿Crees que la sentencia del Supremo pone en peligro la inmersión lingüística?", que es un ejemplo emblemático de pregunta pendenciera sobre todo cuando apela a las creencias e incluye una expresión "inmersión lingüística" que en sí es incorrecta ante la situación que se pretende planificar. La pregunta está hecha para que sólo se pueda contestar que sí, de manera semejante a cuando Fofó preguntaba "¿Cómo están ustedes?" todos los niños sabían que la respuesta era "Bieeeen". Si no me equivoco, la sentencia del Tribunal Supremo lo que pretende es garantizar los derechos de los padres que desean educar a sus hijos además de en catalán en castellano, cuestión por la que por otra parte vela la Constitución de 1978. 
Mi pregunta es, cuando J.A. Blecua dice que el catalán tiene que sobrevivir ¿hace un uso  con turgencias rubalcabianas del lenguaje?. Lo mismo puede decir que la condición actual del catalán es la de supervivencia porque no le queda otro remedio ante la potencia del español que lo que se debe perseguir es la supervivencia a toda costa.

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