17.1.11

La mejor cosa del mundo

uando me vine al Álbum del tiempo, un blogger muy querido de Cádiz me escribió un mensaje en el que me recordaba que hoy en día tiene un enorme tirón Belén Esteban, la llamada princesa del pueblo que trabaja si no me equivoco para Berlusconi o en todo caso para Telecinco. Tengo entendido que por la tarde, en el hospital donde trabajo, prácticamente todos los enfermos que no están demasiado mal están viendo en sus habitaciones los programas en donde aparece Belén Esteban. Como tengo obsesión por respetar a todo el mundo, cosa que no es tan fácil, al menos para mí, eso y los méritos de la princesa de San Blas, que creo que alguno tiene, me hacen tenerla en mayor consideración que la que observo que le tienen en mi entorno. En realidad, diré más, yo considero que lo más opuesto a Emily Dickinson, una de mis poetas preferidas, no es Belén Esteban sino por ejemplo Elizabeth Barrett Browning. Estoy pensando por ejemplo en aquel poema que empieza “What's the best thing in the world?” (*), que me resulta insufrible, aunque ya sé que sobre gustos no hay disputas. Con todo y con eso, ahora que estoy mirando de hacer la tercera y última fase de la reforma de mi cocina, considero cuando veo que tendré que descartar el mejor mármol por uno más sencillo, que tal vez el panteón más bonito que he visto nunca es el que tiene Elizabeth Barrett Browning en Florencia, en el llamado Cimitero degli Inglesi, en donde en realidad se enterraron todos los difuntos no católicos ni hebreos, hasta 1877, cuando “il Cimitero venne chiuso a causa delle leggi che vietavano la sepoltura all'interno delle città”. No me digan que no suena mil veces mejor “il Cimitero venne chiuso a causa delle leggi che vietavano la sepoltura all'interno delle città” que “el cementerio está cerrado a causa de las leyes que prohiben la sepultura dentro de la ciudad”. No me lo digan. 
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Con todo lo cursi que me resulta la Browning, no ya en comparación con Belén Esteban, sino incluso con Emily Dickinson, digo que su tumba es preciosa. Carrara. Una veta inmejorable para un sepulcro, esa algidez sobre seis columnas como seis hermanas de la luz y como seis hijas de la noche salomónicas no tienen precio. Y lo mismo pasa con todo. Hay una ley de compensación, si la queremos llamar así, que no tiene nada que ver con la famosa ley del péndulo. La ley del péndulo es la que poco más o menos nos lleva de un extremo a otro y es excluyente. Lo que nos hace un día felices al día siguiente nos puede hacer desgraciados. Todo lo que de bueno tiene centralizar resulta que al cabo de un par de turnos de poder pasa a ser una tendencia insidiosa y es mucho mejor descentralizar. Ahora se llevan los pantalones pitillo, ahora los pantalones acampanados. No, no, la ley de la compensación tiende precisamente a corregir los extremos y a poner remedio o a aliviar las asperezas y los resultados drásticos.

Creo que era Víctor Hugo quien dijo que era más fácil ser bueno que justo y algo de razón tiene, aunque también me imagino que habrá gente a quien le resultará horriblemente difícil ser bueno ni que sea por equivocación. Ser justo es difícil, extremadamente difícil. Los jueces que no tienen las togas manchadas de barro, que son la mayoría, pienso que intentan a toda costa no empeorar ninguna situación por mala que sea. Eso por una lado, por otro está la condición que obliga a hacerlo dentro de la ley, de acuerdo con el Derecho. Cuando el resto de los mortales (porque nunca nos referiremos a la justicia divina, la cual por otro lado creo que no existe, aunque Dios sí exista), cuando el resto de los mortales digo nos ponemos a juzgar solemos hacerlo despiadadamente o prejuzgando sin conocer todas las partes o los detalles. Por eso aunque sostengo que la poeta inglesa era más que cursi que un repollo con lazos, también hay que admitir que tiene una tumba de cojón de mico. Fantástica. Las cosas como son. Y como saber es esperar, si vamos sabiendo más cosas de la poeta victoriana, lo mismo hasta nos acaba gustando ni que sea un poquito.


Así es que cuando escribí Juzgados por la ley de Murphy me olvidé de poner la ley del mínimo esfuerzo (Otra ley) y aún ahora esa especie de ley del péndulo que me resisto a creer que está emparentada con la más agraciada y misericorde ley de la compensación gracias a la cual todo el mundo tiene alguna oportunidad y puede ser invitado o recibido en el banquete de la vida sea porque es el cuñado de la hermana de la peluquera del anfitrión sea porque es la peluquera del cuñado de la hermana del anfitrión.

Foto: Lucarelli (propiedad intelectual del dominio público)

(*) WHAT'S the best thing in the world? | June-rose, by May-dew impearled; | Sweet south-wind, that means no rain; | Truth, not cruel to a friend; | Pleasure, not in haste to end; | Beauty, not self-decked and curled | Till  |its pride is over-plain; | Love, when, so, you're loved again. |  What's the best thing in the world? | -Something out of it, I think. (¿Cuál es la mejor cosa del mundo? | Las rosas de junio perladas por el rocío de mayo; | El dulce viento del sur declarando que no lloverá; | La Verdad, con los amigos despojada de crueldad; | La Belleza, no envanecida hasta agotar su orgullo; | El Amor, cuando somos amados de nuevo. | ¿Cuál es la mejor cosa del mundo? | Algo fuera de él, pienso)
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