12.1.11

Los fantasmas y los mitos

"La propiedad es un robo"
Pierre-Joseph Proudhon

"¿Para cuando una exposición desmontando los mitos de la homogeneidad catalana, o del pancatalismo ? Espero pacientemente, aunque con Josep Ramoneda como director del CCCB estoy seguro que esto no ocurrirá. Fiel al poder nacionalista catalán, defensor del Estatut que anulaba (anula) el Estado, siempre estará presto a desmontar España. ¡ Qué pena!, el CCCB había montado exposiciones muy interesantes y para nada políticas, recuerdo la de las "arquitecturas imaginadas" o las de Barceló".


n los últimos meses se ha puesto de moda referirse al fantasma del pasado, del presente y del futuro, figuras que provienen del sinigual Cuento de Navidad de Charles Dickens, y de los fantasmas que se le aparecen a Ebenezer Scrooge para corregir su vida y alarmarlo sobre las consecuencias de su avaricia. Estas poderosas figuras son recursos literarios que se proponían no solo hacer recapacitar a Scrooge sino que perseguían una cierta plasticidad discursiva muy apropiada para el tiempo de adviento y su imaginario milagrero. Otra cosa es que las ficciones se puedan entrecruzar y de la misma manera que Santiago el Mayor se encontró con la Virgen del Pilar a su paso por Zaragoza, se encuentre Mickey Mouse y Winnie the Pooh, y la vendedora de fósforos con el avaro de Dickens.
A pesar de que hay mucho revuelo estas últimas semanas con Wikileaks y más con Julian Assange, que ha adquirido un llamativo protagonismo en su organización, habrá que observar con tranquilidad lo que da de sí el asunto, por donde va, de donde viene, y dejarlo en cuarentena. De momento, a pesar de su impacto, yo tengo a Assange más o menos en el mismo plano en el que pondría a Nostradamus. Me propongo cada día por encima de toda contingencia el respeto, pero ¡es tan difícil en algunos casos no caer en la sorna y la procacidad! Si les digo que para mí Blecua (el recientemente designado presidente de la RAE) es Rubalcaba... Se dirá que Nostradamus hizo pronósticos o profetizó el futuro a través de sus centurias astrológicas. El foco de Assange es el presente, algo sobre lo que es no menos aventurado hablar si no es refugiándose en la opiniología, el chismorreo o el espionaje de toda la vida. Lo interesante de Wikileaks es que cubre un espacio que a lo mejor, mal comparado, podía ser saciado por una magdalena, pero que no deja de ser un hallazgo, por amarillo que parezca.
Por alguna desviación siento más interés por lo que pensarían los antiguos de nosotros que por lo que piensan mis coetáneos de los antiguos.  Manía, oye. También me ocurre (aunque reconozco que esto es más que reprobable) que cada día me interesa menos la gente que es aún peor que yo y la que ignora la Historia. Es una pérdida de tiempo. Estoy pensando por ejemplo en una exposición que hay ahora en Barcelona, en el CCCB (Centre de Cultura Contemporánea) sobre el Barroco.  Se titula ni más ni menos que "El d_efecto Barroco: políticas de la imagen hispana" aunque también remite a la frase  "Lo hispano está embarrocado ¿quién lo desembarrocará? El desembarrocador que lo desembarroque buen deshispanizador será". Exposición audaz y requetepetulante donde las halla porque el barroco, tanto si lo comprendemos como estilo como si lo entendemos como época es un campo de estudio amplísimo (tan extenso como intenso) y es uno de los bancos de artistas -como quien dijera “banco de peces”- más prodigiosos de la historia de la humanidad. Abarcó catolicismo y protestantismo. Abarcó a Europa y a América, Roma con Santiago. Aunque aún me estoy documentando sobre el evento, que estará instalado hasta finales de febrero de 2011, pienso que tiene visos de propaganda subsidiada contra el mito hispánico. Me echa para atrás. La cuestión hoy es qué pensarían los antiguos de nosotros. No al revés. ¿Qué pensaría Velázquez, que se ha etiquetado en la exposición -250.000 euros de nada- como "pintor de corte", del montaje abrumadoramente lleno de imágenes catódicas hasta el abotargamiento  hipnótico por dos comisiarios superhipermegasubvencionadísimos de la muerte? Otro blog, "El Pabú", me previene de asistir a la instalación de Jorge Luis Marzo, profesor de Historia del Arte de la Universitat Pompeu Fabra (esa universidad que cuenta con las ventajas de ser privada y de ser también pública) y Tere Badia (Hangar, otro punto soportado por los fondos públicos de nuestra arruinada administración).

Misión pedagógica en Cebreros, Ávila, en 1932. Al fondo, copia de Las hilanderas de Velázquez
Admito que tal vez estoy anclada en los estudios más serenos y rigurosos de quienes fueron mis profesores y maestros y que me trasmitieron el acervo (que no acerbo) de los Siglos de Oro con tanto rigor como serenidad y cuidado. Admito que no soy muy amiga de happenings  ni de versiones de "Fidelio" con chupa de cuero y coro de motarras. Si Sor Juana Inés de la Cruz o, si lo prefieren, Juana de Asbaje , o Cervantes o Johann Sebastian Bach leyeran aquello que yo he leído con estos ojos que se van a comer los gusanos de "És en aquest esborrallament des d’on parteixen, d’una banda, un discurs identitari clarament determinat per la voluntat d’administrar una memòria única, de gestionar la història i d’encobrir l’engany i la manipulació de l’incipient capitalisme modern mitjançant el cultiu extrem de les formes culturals, i, de l’altra, un discurs culturalista guiat per la supressió de la dissensió i de la consciència crítica per promoure una cultura oficial al servei del silenci", ¿no se les caerían los palos del sombrajo? No hay derecho.
 Entre lo que he conseguido leer del catálogo de la exposición, lo que me ha descubierto "El Pabú" y lo que me ha inspirado el documento firmado por Jorge Luis Marzo titulado "Barcelona y la paradoja del barroco", he desistido de entender nada y percibo las conclusiones y más las omisiones como insania paranoica o algo peor y muy sesgado, como propaganda tout à fait.  Evidentemente, como pasa con casi todo, hasta con el "Fidelio" en versión rockera, pueden salvarse muchas aportaciones, pero como el conjunto es abrumadoramente sesgado y en realidad desmonta un mito (cosa legítima) pero lo hace destrozando sus artífices como si fueran ídolos de barro, se descalifica per se
Para terminar, porque el tema no merece más espacio, tengo que referirme a un párrafo que probaría la extravagancia del punto de vista de Marzo, cuando pretende comparar ni que sea de una forma estructural esa cosa horrenda, esa torpeza a la megalomanía inmobiliaria que fue el Fòrum, con la escalina de la Piazza di Spagna:
"De entrada uno se pregunta sobre el porqué de esas dimensiones descomunales; uno se interroga acerca de las verdaderas de las [sic] razones y utilidad de semejante escenario. Porque no parece ser más que eso mismo, un escenario construido para magnificar la voluntad misma del poder. Las escalinatas del Fòrum, organizadas por segmentos claramente escenográficos y perspectivistas, nos retrotraen a la escalina de la Piazza di Spagna de Roma o a la de la Catedral de Gerona, pero con una enorme diferencia. Mientras aquellas dos eran respuestas a problemas de ordenación y accesibilidad urbana, la del Fòrum es un espacio en sí mismo, sin relación alguna con el entorno: se trata de un monumento per se, reflejo (patético) del sueño de un urbanismo ciego a los problemas reales y enterado por entero al negocio del logotipo". (Barcelona y la paradoja del barroco)
Curiosamente, "Barcelona y la paradoja del barroco" tendría que tratar sobre las razones y las pasiones por las que en Barcelona prácticamente no hubo Barroco y los llamados Siglos de Oro fueron la época de mayor decadencia para mi ciudad. Pero no.  Yo no soy historiadora del arte y si ser historiadora del arte es ser algo parecido hacia lo que apunta  el menesteroso Jorge Luis Marzo tampoco desearía serlo, puesto que no me interesa la propaganda, pero me atrevo a señalar que el Fòrum para todo hijo de vecino no fue más que pura especulación del terreno construible, su recalificación y el gasto subsidiado de hormigón puro y duro, cuanto más mejor. Por favor, que no me comparen el monstruo del Fòrum con la Piazza di Spagna. Eso no. Italia no.
La foto de "El País" que incorporo parece que invite a la destrucción no de la copia, sino de toda la obra de Diego Velázquez y su linchamiento moral. Ni las cargas de Mao contra el arte decadentista contrario a los objetivos del comunismo tienen una carga tan incendiaria y rabiosa como la que mantiene en un difícil equilibrio el aparato fantasmagórico marzalino. Y eso que me pasa con Velázquez como con otros dos barrocos, Mozart y Bach. Tengo días Bach y tengo días Mozart. También tengo días Beethoven, pero Beethoven ya es romántico. Uf, no quiero ni pensar en lo que dirían Marzo y Badia de Beethoven o Brahms. Precisamente estos días me sentía más próxima al intimismo y el quietismo que trasmiten el cuadro de Vermeer que más me gusta ("Calleja" o "Little street")  y me parecían, estos días, muy superior a lo que alienta la tan cacareada autorreflexividad de "Las Meninas" de Velázquez, ese cuadro que solo podemos entender si creemos que refleja lo que veía un pintor que no era el propio Velázquez. Esa profundidad óptica, ese acertijo del espacio, incomprensible sin la abundancia que presidió aquella época, sus excesos, sus excipientes,  sus espumarajos, no me impresionan tanto como el ensimismamiento de las mujeres de la calleja que pintó Vermeer.
En esta ciudad, Barcelona, se enfrentan cerca de aquella Plaza de las Glorias Catalanas, engendro monstruoso donde los hubiere que derrumbamos y levantamos cada dos por tres (seis), dos edificios: el de Moneo para el Auditori y el de Bofill para el Teatre Nacional de Catalunya. El primero se identifica con el turno político del PSC, socialista, funcional, minimalista. El segundo con Convergència i Unió y el mito mediterráneo, un invento con no más músculo que el de la hispanidad tan denigrada y desenmascarada.

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