27.3.11

Cuestión de principios y finales

"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros".
Groucho Marx







a película "Cuestión de principios" (Rodrigo Frande, 2009) sería la película totalmente opuesta a la que comentamos el otro día, "Lola". Acaece en Rosario (Argentina), ciudad que se deja ver con mayor placer de lo que se deja ver la Manila que se ve en "Lola". Pero toda la economía de afectos, todos los sentimientos inútiles erróneos que nos evitan en "Lola" no solo sus abuelas sino la guionista Linda Casimiro, aquí campan por sus reales:
"Adalberto, un hombre que vive pontificando sobre los principios y la ética, se ve enfrentado a sus valores, a su familia, e incluso a sí mismo al negarse a venderle a su jefe la antigua revista que a este  le permitiría completar una colección personal. La película está basada en el cuento “Cuestión de principios” de Roberto Fontanarrosa, uno de los más populares escritores y dibujantes argentinos. El guion fue coescrito por él mismo y el director Rodrigo Grande."
El elenco de autores es formidable y coral, y el guion nos regala a raudales lo que más nos gusta de Argentina, un trazo en su punto del molondro del hijo adoptado (Rolito), la buenorra de la oficina (Inés), los amigos Angelito, Reiner y Jauregui -tres sabios como tres copas de tres pinos- y el rematado capullo yuppie del gerente, que es el que hemos elegido para el álbum. La maestría con la que cada personaje empuja, estira o aconseja a Adalberto Castilla (Federico Luppi) sea con razones, argumentos,  presionándolo o simplemente con su apoyo o el papel de testigo, es admirable. Gran película. Mantiene un buen ritmo y la credibilidad no solo de los actores sino de las reacciones de cada cual, que no son por ello necesariamente previsibles.


Fotograma de "Cuestión de principios".  El Sr. Silva
Así que si el domingo pasado encontré en el cine la sabiduría oriental hoy encontré la filosofía y la sabiduría occidentales. Sophia y logia. Pero como hay un torbellino de dignidad, de orgullo, de humillación, de crueldad, de derrota, de rabia, de gratitud y de tantas emociones por las que pasamos a diario a veces incluso mezcladas en un cocktail de difícil asimilación, esa sabiduría occidental parece más bien locura. Cuando Adalberto Castilla acude a su amigo Jauregui, que hace años que no ha visto, esperando encontrar refuerzo en quien fue un contestatario, éste le dirá que la cuestión de principios es mucha veces cuestión de orgullo y pavoneo. Ya estamos de nuevo ante el macho alpha, vaya. Como no hay más remedio que reconocer. Y haciendo una extrapolación y paráfrasis absurda muy arriesgada de las palabras de Manolo (Jesucristo), los principios estarán al servicio del hombre y no el hombre al servicio de los principios. Pero, claro, en la película además de dirimirse principios, se dirimen dos estilos y dos personas y gana claramente el viejo.
Así el otro día no me atreví a  recomendarles que fueran a ver la película "Lola" pero hoy sí que les recomiendo vivamente que no dejen de ver "Cuestión de principios" porque se van a divertir. Pero que hagan como en "Lola" si no quieren llorar más de lo necesario.

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