24.4.11

Marta de Velázquez y la saeta del polígono

El lío de las tres Marías es bastante intextricable. Está claro que María la Magdalena sí vio a Cristo resucitado, pero lo de las otras dos marías varía de un evangelio a otro y a mí, si les tengo que decir la verdad, me es indiferente. Una confusión habitual es la de María de Betania y María de Magdala. María de Betania era la hermana de Marta y de Lázaro, y la visita de Jesús a la casa de los hermanos, de quienes era amigo, es un motivo de varios pintores.
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He elegido el cuadro de Velázquez, que parece ilustrar un pasaje del Evangelio de Lucas, en que Marta protesta porque ella tiene que trabajar mientras que María está de cháchara: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude." (Lucas 10 : 38-40). Jesús le contesta: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada". Por esta razón los intérpretes bíblicos, empezando por San Agustín, han asociado a Marta y María  respectivamente con la vida activa y la vida contemplativa. Para corregir en parte que Marta quede un tanto mal parada, su diligencia es recompensada cuando gracias a su intercesión Jesús salva a Lázaro de la mismísima muerte.  Por todos los motivos hasta aquí recordados es por lo que la discípula ocupa en el santoral el lugar de las causas urgentes e imposibles y el patrocinio de la hostelería. Y, que yo sepa, María de Betania no patrocina nada, mientras que Magdalena se asimila a las "pecadoras arrepentidas" y a los penitentes.
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A mi entender, lo bonito del cuadro de Velázquez es el contraste entre la escena de Jesús con su hermana María, que incluso parece un cuadro dentro del cuadro, y la de Marta en la cocina. Aún habría otro cuadro, el de una naturaleza muerta, con  la cerámica vidriada, los huevos de gallina, los ajos, la guindilla, el mortero y unos pescados que parecen besugos. Otro cuadro del mismo año, el de la "Vieja friendo huevos" muestra un mortero idéntico. La fisonomía de Marta y sus manos toscas la emparentan más con la Marta de Vermeer que con la de Tintoretto. Se diría que en el rostro de Marta se plasma una cierta frustración y el enojo o la vergüenza.
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"Cristo en casa de Marta y María" (Velázquez, 1618-1620). National Gallery (Londres)

La "escena" del punto de fuga, con Manolo, María de Betaina un tanto traspuesta y otra mujer, más el eco de una jofaina como desdoblamiento del bodegón del primer plano, recibe otra luz que la que recibe la escena de la cocina. Además no será descabellado ver un cierto parecido de la figura de Jesús con alguno de los retratos del Greco. Ya puestos, yo diría que ahí Velázquez se desmarca de la espiritualidad en tonos pastel y los arrobamientos sin los pucheros, los pucheros a los que se refería Teresa de Jesús cuando decía que Dios andaba entre los pucheros. También se desmarca de la alegoría, ni más ni menos como creo que había hecho con los retratos de Felipe IV, que a diferencia de los de Rubens se acercan más al retrato. Así que todo contribuye a que el rostro de Marta sea el que tiene la mayor expresividad y donde incluso se dirimen sentimientos encontrados, como acabamos de decir: el enojo, la frustración y la vergüenza o la rabia.
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No sé lo que diría el psicoanálisis de Marta de Betania, como tampoco sé qué dice del furor limpiador que le da a Blancanieves cuando se despierta en la casa de los siete enanitos, o  qué de las hermanastras de Cenicienta, que se lo dejan todo perdido de ceniza deliberadamente para que se pase el tiempo limpiando y limpiando mientras ellas se van de fiesta. Está claro que Cenicienta y Marta tienen mucho que ver con la emancipación. Y por emancipación no me refiero a que flexionemos la palabra "miembro" en un femenino agramatical (*miembra), sino a la auténtica liberación de aquellas tareas o roles entre los que vivimos. También está claro que alguien tiene que hacer la comida y Teresa de Jesús lo sabía tan bien que impuso en sus fundaciones la rotación semanal, de la que no quedó ni siquiera ella misma excluída.
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No sabemos si el ama vieja que está a la derecha de Marta la azuza  en el rencor o si la zahiere, para que cumpla con sus labores, pero en cualquier caso tenemos la sensación de que sus palabras están actuando sobre los sentimientos de la joven y, yendo lejos, se diría que la pueden hacer llorar. La patrona de la hostelería y las amas de casa tenía un alma sencilla, pero en todos nosotros en algún momento anida la duda, la inseguridad, el rencor, el arrepentimiento, esos estados en los que sin aceptar nuestros deberes tampoco somos capaces de apartarlos con el debido desdén. En ese orden de cosas es donde servidora entiende las palabras de Jesús en el evangelio, en tener la voluntad lo más perfectamente asentada en lo que importa dejando tal vez en lo que no se puede excusar la corteza de la atención. Si no fuera así, la verdad es que me sentiría muy contrariada y diría que decepcionada con el rabí. 
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Se ha publicado en Youtube un vídeo de la Semana Santa de Jerez de este año, que ya sabemos que se ha malogrado por las lluvias en gran parte de Andalucía. La tarde-noche de Jueves Santo no pudo salir ni una sola cofradía, cosa que se ve que no había ocurrido desde hace unos 80 años. En el vídeo una mujer se dirige al paso del  Santísimo Cristo de la Clemencia en la Traición de Judas, que es uno de los 36 cristos que hay en Jerez para Pascua y le pregunta a Manolo: "¿Por qué, hijo, por qué, por qué todo un año esperándote para verte, para andar por las calles, que te ve todo el mundo con toda la fe en el alma, en el mundo, para que nos hagas esto hoy?".  Y esa pregunta de esa  improvisada "saeta del polígono" es la que se oye tantas veces en tantas ocasiones, en muchas maneras, cuando tal vez la que nos tenemos que hacer, aunque se tarda mucho, es "¿Y entonces qué?".


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