14.4.11

Post 628: Las lágrimas de cocodrílido



ue muchos animales tengan la capacidad de fingir o simular y disimular podría considerarse una prueba de que esa propiedad es algo natural y necesario, vital. Servidora no tiene nada contra los cocodrilos, de quienes ya dije en el post dedicado a la chémise Lacoste que eran unos animalitos muy curiosos ellos, con su tercer párpado y esa costumbre de ayudarse a hacer la digestión con la ingesta de piedras, para acabar de moler lo que no hicieron los caninos y los molares. Eso si se puede considerar que en la dentadura de los cocodrilos haya caninos y molares, claro, que a lo mejor no los hay puesto que lo que sí sé es que los dientes de los cocodrilos no pueden cortar ni masticar. Donde nosotros nos tomamos un poleo-menta o una manzanilla, los cocodrílidos engullen piedras. Siempre, por alguna razón que no me he detenido a analizar, siempre, digo, me han gustado los cocodrilos, sin que por ello defienda que son unos animales adorables o fotogénicos. De hecho, le pedí a una tía mía que domina el pétit-point, la costura, la media, el corte y el ganchillo que me hiciera un traje (un disfraz) de cocodrilo. Lo malo fue que también le dije que lo quería para mortaja, y -por razones que todo el mundo estará predispuesto a comprender- se negó rotundamente, y no por cuestiones imputables a la superstición sino porque no deja ningún espacio a contribuir en el traspaso de nadie más ya que llevamos demasiados familiares queridos enterrados.

Precisamente un primo hermano de mi tía y mi madre, Jesús, alguien para mí muy especial y distinguido en el altar familiar de los dioses lares, me regaló una cartera de cocodrilo que se trajo de África en uno de sus numerosos viajes a causa de estar siempre navegando en la marina mercante. Esa cartera, no sé porqué, me daba muy mala espina. Y como tengo otros recuerdos de Jesús, y especialmente el de mi cariño peremne cada día más crecido, acabé por desprenderme de la cartera. No me llego a acostumbrar a la imagen de los complementos hechos con la piel de estos maravillosos reptiles. Tengo otro billetero, que también me regalaron, de piel de avestruz en este caso, que no me produce el horror que me producía aquella otra. También tengo una pulsera de pelo de elefante, y una manzana de marfil, y hasta aquí llega el museo de los horrores propios.

Es curioso, al menos para mí, como en nuestro país usamos la cartera, el billetero, con un cierto decoro, discretamente. Es raro que alguien muestre su contenido a espuertas de manera que se pueda ver qué hay en sus entretelas. Normalmente la gente abre y cierra la cartera extrayendo los billetes o la tarjeta de turno sin que se haga ostentación ni nada que se le parezca de lo que contiene en general.


Maleta vintage de cocodrílido

Por esa razón son muy llamativos los personajes que muestran sus billetes a la vista de todo el mundo, sacando un fajo de pocket money de su bolsillo en cantidades inverosímiles. Desde que falleció Gil y no salió El Pocero en la TV no he vuelto a ver un fajo de billetes como Dios manda. De 5.000 euros para arriba. O sí, miento, cuando estuve en Nueva York hará dos años vi que la gente manejaba el dinero y hablaba del dinero sin los remilgos de acá. La verdad es que me incomodaba pero pronto me acostumbré. De hecho llegué a forjarme toda una teoría que arrancaba de la imagen típica de los hidalgos de las novelas picarescas, que se pringaban el embozo para dar a entender que habían comido, cuando estaban más tiesos que ya les diré yo quien.  Por esa misma razón de disimulo o simulación, o una razón de contrapeso, no mostramos el dinero como sí lo muestran los estadounidenses. Al menos hasta donde yo sé. En cualquier caso el amable lector estará dispuesto a admitir que por aquellas latitudes la relación con el dinero es más abierta, con una familiaridad que aquí roza la obscenidad.

Todo esto es para referirme a la manifestación que hoy le han/hemos preparado a Artur Mas, el flamante Honorable President de la Generalitat de Catalunya. Según la Guardia Urbana se han juntado cosa de 10.000 personas contra los recortes en Sanidad y también en la Enseñanza. Según los organizadores, el doble. En cualquier caso, lo que despeja toda duda es que no se recordaba en esta ciudad la última vez en que fuerzas políticas y sindicales variopintas se hubieran puesto de acuerdo tan unánimamente. Estaban lo mismo el PP que UGT que USOC y CATAC y SATSE y el Sindicat de Metges y CCOO. Lo cual también tiene un cierto tufo de linchamiento.

Como la manifestación estaba convocada a las seis de la tarde, en pleno horario  laboral de mi jornada, la he seguido a través de la prensa digital y muy poco porque se me complicó la tarde con cosas que son las propias de mi quehacer. Tal vez esa distancia es la que me ha permitido no dejarme llevar por la euforia o la épica del momento y la que me ha dejado llegar a una hipótesis a mi entender nada descabellada. Y es que yo seguía erre que erre con mi condena porque no hemos sido informados por el gerente (socialista) ni por nuestros jefes del Hospital en que trabajo sobre los recortes que se nos vienen o no. El silencio es demasiado elocuente. De manera que recordé -por explicarlo en dos plumazos- que la Sanidad pública suele ser un "feudo" socialista en Cataluña, mientras que cuando se procede al reparto de los escaños (cosa que siempre se hace sectorialmente y no numéricamente como cree el pueblo) se suelen hacer arreglos para que Esquerra Republicana se "quede" con la Enseñanza. Y eso aunque ERC saque solo un par de escaños.

Estoy totalmente de acuerdo en que todo es más gobernable con la sectorización, y que se pueden apreciar mejor los resultados de una determinada acción política. Pero también es verdad que esa fórmula debe de haber llegado a un punto de marchitamiento (por decirlo de alguna manera, en vez de referirnos a la "putrefacción"). Así que en mi hipótesis probablemente A. Mas quiere largar a los socialistas de la Sanidad Pública, donde se hicieron fuertes incluso durante el mandato monolítico de Jordi Pujol, sea por la sectorización, sea porque hay una parte de Sanidad municipal (donde llevamos lustros de victoria del P$OE), sea por lo que sea. Por lo tanto la orden de Mas de que se quedaran los hospitales de la red pública a la mitad de su funcionamiento puede muy bien ser una especie de órdago para ver quien se queda en definitiva con el pastel, puesto que Convergència i Unió no quiere compartirlo. Independientemente de que hay un déficit monstruoso, está claro que dos partidos se están enfrentando por el poder. Y no se me ocurre nada más obsceno que eso. Con la salud no se juega.

Por otra parte, ya que hablamos de las lágrimas de cocodrilo, no estará de más referirse a lo inflado que se le ve a Artur Mas. Ha pasado de ser un geiperman a ser fatuo como el novio del pastel de boda. Que los políticos, cuando se constituye un gobierno, se vistan como quien va a un casamiento tan infladamente, tan extáticos, es algo que empieza a ser alarmante. Garrulos. Nuevorricos. A lo mejor tendrían que vestirse más bien como quien va a un entierro, ceremonia que por cutre que sea siempre le dará mil vueltas a la mejor boda.

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