25.5.11

El camino

A Poussin, o normando
pedíronlle o agasallo máis fermoso
do mundo antigo
para un museo de Roma.
Non perdeu unha hora.
Elixiu unha presa de terra.
Esa materia estraña,
esa masa de sombras
que leveda coa aurora.
Un puñado de terra,
unha cotra de sangue,
unha pútrida alma
salgada
co po de mármore das estatuas.

Unha presa de terra,
un rescaldo de invernos,
o mundo antigo a soñar
na elevación da estruga,
da herba do cego,
no molde dunha man.
Manuel Rivas, "Herba do cego", A desaparición da neve [*]


yer noche visité un blog  al que he de volver y leí en particular un post sobre La pisada, tema interesante donde los haya y que yo al menos no he visto tratar antes. El autor cuestiona las propiedades del calzado deportivo con amortiguación y plantea  sus efectos, perniciosos, sobre la musculatura. Este tema, como el de los métodos de adquisición de una segunda lengua, las almohadas o las dietas, está la mayor parte de las veces tan acribillado de intereses, que ya me  parecía imposible sacar algo en claro. Pero hay que intentarlo, porque los pies tienen la mayor importancia. Y sin embargo los pobres, además de soportar nuestro peso y el de las modas, tienen que vivir sofocados y abusados o sometidos a una vida muy aperreada.
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El tacón stiletto o de aguja, ese que imprimiría en el suelo la huella exacta de un pubis y un ombligo, es el equivalente occidental del vendaje de pies o lotos de oro de China, tradición que ha caído en desuso pero que -no nos engañemos- puede reorganizarse en cualquier momento y bajo cualquier excusa. La idea siempre es que la mujer quede inutilizada sobre un difícil equilibrio y en una posición incompatible con la deambulación, el aplomo y el enraizamiento o la razón. Y eso que China es la civilización donde mejor se ha conocido el eterno manantial borbotante, un vórtice de qi o energía esencial que tenemos en un punto que está justo en las almohadillas anteriores de los pies. De hecho, es inútil practicar cualquiera de las disciplinas marciales, o no, chinas sin usar bien los pies. Y el famoso dan t'ien llamado "bajo" es el que permite que el resto de los vórtices energéticos estén bien alineados. Esto es en China, en la India y en Santa Perpetua de la Mogoda.
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Es curioso porque lo peculiar del calzado para wushu, los célebres feiyues, es que la suela es ligeramente cóncava. Ligeramente digo. No como la de los zapatos MBT, que parecen balancines, sino levemente, apenas perceptible a la vista, como para permitir oscilar hacia cualquier dirección (adelante, atrás, hacia la izquierda, y a babor) y facilitar rápidos movimientos de torsión o giro y soslayo. Es decir, los feiyues están pensados para dar una patada, cosa que debemos aceptar que no los hace muy honorables.
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Ya saben que me gusta evitarles disgustos y temas desagradables, pero llegados a este punto y a esta altura del año no puedo menos que referirme al asco de talones que se ven por ahí cuando empieza la temporada de sandalias y calzado destapado en general. Eso dejando de lado las uñas y como quedan al aire todos los estragos que han hecho los zapatos "bonitos" y "femeninos". Ni una colonia entera de "garrarrufas" o peces garra rufa (los peces pedicuros) trabajando diligentemente y denodadamente un día entero pueden poner a punto los pies de esas mujeres. Esos cortezones resecos, cuarteados y repugnantes son el mayor signo de indigencia y suciedad que se me ocurra, aunque seguro que hay cosas peores en las que no quiero reparar ni un instante.


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Se suele decir que los elefantes temen a los ratones y esa condición suya está bien fundamentada, aunque es motivo de mofa y escarnio en la narrativa tradicional y ha llegado hasta nuestros días con el miedoso Dumbo y su mentor Timoteo. La factoria Disney creo que fue precisamente a partir de "Dumbo"  (Samuel Armstrong et al., 1941) cuando -echando mano de la cuentística tradicional- introdujo la figura del amigo pequeño. Y de la misma manera que no hay enemigo pequeño, hay amigos pequeños, y desde entonces no hay personaje principal de Walt Disney que no tenga su contrafigura en algún animalito o bicho. Así la princesa Rapunzel y Pascal, el camaleón, en "Enredados". En el caso de Dumbo, su precedente claro es Ganesha, el hijo de Parvati y tal vez de Shiva. Su paternidad no está clara. Pero lo que sí es cierto es que siempre se representa con cabeza de elefante y con un ratoncito, su avatar. En India se sabe que el terror de los elefantes por los ratones está justificado porque los ratones devoran literalmente el tejido adiposo de los amortiguadores de sus patas puesto que para ellos es un manjar y eso es fatal porque la cosa acaba peor que el rosario de la aurora. Me figuro que el tejido adiposo que soporta un elefante asiático (5.000-7.000 kilos) tiene que ser considerablemente insensible al mordisco de un ratón, porque de otra manera el paquidermo podría quitárselo de delante o aplastarlo sin más.
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Es curioso como reconocemos la llegada de nuestros seres queridos, o no, por el sonido de sus pasos y cómo los distinguimos de lejos por su forma de caminar, antes incluso de ver claramente el rostro. Las huellas son seguramente la primera forma de escritura y de tipografía humana.  Me contó mi madre algo que ya cuando ella era niña casi había desaparecido: cuando a alguien le cuesta morirse -y es que morirse no es tan fácil a veces- en Galicia le acercaban a la planta de los pies un puñado de tierra, para recordarle el camino. Funciona.


[*] En otras lenguas: Un puñado de tierra

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