25.6.11

21 de diciembre de 2012

Despierta, ya es de día,
mira los restos del naufragio
bruscamente esparcidos
en la vidriosa linde del insomnio.
Sólo es un pacto a veces, una tregua
ungida de sudor, la extenuante
reconstrucción del sitio
donde estuvo asediando el taciturno
material del deseo.

J.M. Caballero Bonald, "A batallas de amor campo de pluma"
*
El jorn del Judici parrà
qui n'haurà fet servici.

Jesucrist, Rei universal,
home i ver Déu eternal,
del cel vindrà per judicar
i a cada un lo just darà.

Gran foc del cel davallàr;
mars, fonts i rius, tot cremarà.
Les plantes mostraran senyal
contra de son llur natural.

Ans del judici, Anticrist
vindrà i farà lo món trist,
i fer-se ha com a Déu servir,
qui no'l creurà fer-lo ha de morir.

El sol perdrà sa claredat
mostrant-se fosc i alterat,
la lluna no darà claror
i tot lo món serà tristor.

Arbres, del cel venir veureu
amb los àngels lo Fill de Déu,
mostrant la sua majestat
en lo seu cos glorificat.

Humil Verge qui hau parit
Jesús Infant en esta nit,
voleu a vòstron Fill pregar
que dels inferns nos vull aguardar.

El jorn del Judici
parràqui n'haurà fet servici.


Cant de la Sibil·la de Menorca

Seguramente, al menos para mí, es mucho más interesante todo lo que se pueda decir del llamado Beato de Liébana y de todos los comentarios del Apocalipsis que se hicieron en la Edad Media siguiendo su ejemplo, que toda la escatología que veremos hasta el 21 de diciembre de 2012, fecha en la que está previsto el fin del mundo y en la que se acaba el calendario maya. Como mi ignorancia sobre el calendario maya  es mucho mayor que sobre cualquier otro tema, empezando por el punto de la bechamel y acabando por la física cuántica, me limitaré a decir lo que buenamente se me ocurra, que de hecho es exactamente lo que suelo hacer.
*
Aunque he visto una muy buena reproducción facsímil del Beato lebaniego propiamente dicho, y también pude ver una vez el de Gerona, es de esos temas que he dejado para cuando tenga más tiempo. Pero parece, de acuerdo con el calendario maya y los apocalípticos que el mundo se acabará el 21 de diciembre de 2012. Ante lo cual tengo dos opciones: apresurarme o despreocuparme. Los que me conocen ya saben qué es lo que voy a hacer y los que no me conocen, por mucho que les explique, es igual.
*
Con esto del fin del mundo me pasa como con todo. Por ejemplo, si es cierto que me causan una cierta admiración las pasiones tan rendidas que algunas personas tienen por decir algo por el Barça, las Matemáticas o cualquier otra afición, yo nunca consigo permanecer demasiado tiempo ni siquiera mirando una flor, que ya es decir. Así que aunque consiguiera interesarme por las pistas de Nazca (Perú), los círculos cosecheros o el calendario maya, que no, me aburriría pronto. Ya que he sacado a relucir el tema de los apocalípticos, me estoy acordando del binomio que hizo Umberto Eco entre los apocalípticos y los integrados, que son apelativos que llaman a un cierto engaño porque el semiólogo los impuso desde su particular punto de vista. Se diría que los apelativos han encontrado más fortuna que lo que designan, que tampoco está mal. En cualquier caso, si aquí me refiriera a los apocalípticos, que creo que no lo voy a hacer, lo haría para referirme a los que están más o menos siempre con la matraca del fin del mundo. Y es que, como ocurre con el 15M, seguro que entre los integrados también hay infiltrados, e infiltrados en los infiltrados.
*
Ya les digo que lo que es a mí el fin del mundo no me va a producir ningún perjuicio, y lo digo sin la menor sombra de arrogancia. Lo mismo diría del Juicio Final y de cualquiera de los acontecimientos y calamidades de los que hablan la Biblia y otros textos. Vamos a ver, si viene la Bestia, la Gran Pronstituta jinetera o lo que sea (terremotos, erupciones volcánicas, un cambio de sentido del eje terrestre, tormentas solares, el envenenamiento del agua y del aire, cataclismos varios) debo admitir que todo serán cuando menos incomodidades. ¿Y lo que debe doler que le corten a uno una pierna o una mano o abrasarse? Mucho, inconcebible ahora. Después de haber vivido los horrores normales de este mundo, sin embargo, hasta habrá quien desee que vayamos un poco más lejos y lleguemos al final.

La mujer sobre la bestia, Beato de Facundo,
Madrid, Biblioteca Nacional, Ms Vit.14.2, f°225v

Hace un tiempo que entre las voluntarias que van a mi hospital con el objeto inicial de ofrecerles lectura o compañía a los enfermos, todas ellas muy beatas (y no en el sentido lebaniego), circulan cuartillas con las instrucciones sobre lo que hay que hacer el día del fin del mundo o del Juicio Final al objeto de que los ángeles distingan los que somos buenos de los que somos malos.  Una señal en la puerta, lo que sea. No sé qué pensarán de que la fecha esté determinada el 21 de diciembre de 2012. Este tipo de piedad tan dada a la superstición mojigata a mí me incomoda, especialmente porque los que trabajamos en un hospital tenemos que hacer cada cual su trabajo -remunerado o no- y poco más, no siendo aquellas cosas que ayudan a relacionarse pero sin que lleguen a substituir nunca el verdadero objeto de nuestra relación con los enfermos. La otra cuestión es que en mi propia fe yo diría que los ángeles ya saben hacer su trabajo y no hace falta que nosotros, que se supone que no somos potencias, les indiquemos "aquí, aquí", "yo soy buena". Qué vergüenza. Si no fuera porque mis creencias son sólidas y son ajenas a estas vicisitudes, el ejemplo de las beatas me haría agnóstica, atea y apóstata perjura. No faltará tampoco quien sepa ver  en el  fondo del miniado de la mujer sobre la bestia la bandera de Alemania, nación que no existía en el siglo VIII.

Ante el fin del mundo podría un poco adoptarse aquella actitud por la cual "si la cosa no tiene solución porqué preocuparse y si no la tiene porqué preocuparse".  A los que estén pagando la hipoteca de un piso no sé si les hará mucha gracia saber que están pagando para nada. Y los que ya la han pagado igual se sentirán más perjudicados, pero como en cualquier caso todo (bajo el supuesto apocalíptico) se va a ir al carajo, sobre todo las envidias, qué más dará si podemos conservar nuestra colección conquiliológica y un blog o no. 
*
Algo me dice que pase lo que pase yo seré siempre la misma, cosa que por otra parte no tiene mayor interés. Otra cosa es que no sé si los integrados o los apocalípticos, en el sentido del piamontés Eco, están  más o menos por la destrucción del mundo, entendiendo por destrucción del mundo la destrucción de la naturaleza. Eso, la destrucción de la naturaleza por la humanidad sí que me interesa, sí que me preocupa y sí que me implica. Lo demás, lo que no dependa de nosotros, lo que es misterioso,  lo que tenga que ser, ya será. 

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