15.9.11

El sitio azul

"En referencia al túnel con una luz cegadora al final, la explicación que da el grupo de neurocientíficos de la Universidad de Cambridge es que el flujo sanguíneo y de oxígeno se agota en el ojo, algo que podría producirse ante una situación extrema cercana a la muerte [...] El posible culpable de la experiencia más común, la de revivir los momentos más importantes de la vida, podría ser el locus coeruleus, una región anatómica del tallo cerebral que libera noradrenalina, la hormona del estrés que se segrega a niveles más altos durante un trauma. Esta región del cerebro está muy conectada  con otras regiones destinadas a controlar las emociones y la memoria, como la amígdala cerebral y el hipotálamo. " (Un grupo de neurocientíficos explica el por qué de las experiencias cercanas a la muerte, "La Vanguardia" del 14 de septiembre de 2011)

l tallo cerebral no es cualquier cosa y será por eso por lo que está en la parte más interior de la cabeza, al resguardo de pelotazos y testarazos en general. Sé un poco lo que es el tallo cerebral y hasta el hipotálamo pero nunca había oído hablar del locus coeruleus o sitio azul, donde parece ser que se fragua en instantes la película rápida de nuestra propia vida cuando sentimos el peligro y la determinación de la muerte. Otra cosa, como le leí ayer en un comentario de una tal Alma a los neurocientíficos, es que "explicar como funciona un coche no significa entender hacia donde va..." A su vez un comentario firmado por un alias Lmussol le repuso a Alma: "al desgüace" [sic]. Esa diéresis espúrea propia de la inmersión lingüística y la convivencia del español y el catalán no es importante y ahí hasta queda bien, ante el desangelamiento que podría inspirarnos la respuesta. 
Creo sinceramente que neurocientíficos, Alma y Lmussol, todos, tienen razón. Si acaso les diría a los neurocientíficos que fueran más modestos en sus afirmaciones. Me atrevo a deslizar aquella frase que al final no sabemos si pronunció José Letamendi o Gregorio Marañón sobre que "el que solo sabe de medicina ni de medicina sabe" y es que me temo que -salvo algunas excepciones- los autodenominados científicos (en realidad "investigadores") se pasan la vida estudiando lo suyo y un campo muy preciso que por su vertiginosa estrechez nos parecería inconcebible a los mortales más comunes. Yo he podido conocer algunos de ellos que se han pasado toda su vida hasta la treintena o más sin establecer contactos humanos fuera de su campo de estudio y el ámbito propiamente familiar inmediato. Aunque hoy día la Pijociencia más estupendísima habla mucho de la transversalidad de las disciplinas, diremos un tanto burdamente que desprecian cuanto ignoran. A servidora, como creo que a Alma, no me sobra saber que es en el sitio azul donde en condiciones de un trastorno neurohormonal crítico reproducimos los "momentos estelares" de nuestra historia, frase que tomo prestada de Zweig. Pero eso no responde mis preguntas ni las de casi nadie, y no por una especie de obcecación en los planos esotéricos, que son un fastidio, sino porque yo ya me estoy devanando los sesos pensando qué tono tiene ese azul del sitio donde se produce el montaje de nuestra travesía por la vida. ¿Será un azul prusiano? ¿Cadmio? ¿Noche africana?

La frase que sí que podemos atribuir a Marañón es una que a mí me convence: "La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable. Pero las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio".


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