11.11.11

Más verde que el increíble Hulk

stuve mirando la foto de la luna de ayer, redonda pero como lo son los bollitos hojaldrados Reglero, aquellos que comía cuando los médicos no me atormentaban con la amenaza de recetarme antilipídicos. Sigo teniendo un problema con ese rectángulo que enmarca mal muchas fotos, que yo encuadraría en un óvalo y aún así quedaría desconcenta. Supongo que lo que hacen los fotógrafos, los pintores, todos los artistas y artesanos, es buscar un segundo encuadramiento, no tanto el que impone el soporte material.  Otra cuestión que no me deja de tener intrigada es lo verde que resultaba el valle de "Qué verde era mi valle" (John Ford, 1941), aunque es una película "en blanco y negro", y la expresividad del mar en Robert Flaherty y Friedrich W. Murnau, tanto el polinésico como el de Irlanda, aunque estemos hablando del cine mudo.  Los valles galeses de la película de Ford son más verdes que el increíble Hulk. Y sin embargo, aunque al menos hace un par de décadas atrás, algunos aficionados a la fotografía volvieron a trabajar sin color, parece que la intensidad proviene en gran manera del grano o  la película. No lo sé. 
En el cuestionario Proust al que nos referíamos un día de estos había una pregunta sobre el color preferido, una de esas preguntas en las que muchas personas nos podríamos detener días y eso sin reparar en los tonos y en complementarios raros, y eso aunque nos limitáramos a aquellos colores primarios que están en el lenguaje náutico y en las banderas o en las cajas de doce lápices de cera ¡Hay tantos colores! Hay gente que asegura soñar en colores donde otros dicen soñar en blanco y negro y donde yo no sabría tampoco qué decir. Me temo que en mis sueños el color es algo cuya noción se hace sinestésica y oportunista, que la percepción allí como en el cine clásico sobre todo, no es totalmente manifiesta, por no decir nada de los topos que se agazapan debajo de las camas y de los toros que desaparecen en el agua inopinadamente. Desde el "Nosferatu" del antedicho Murnau hasta la mamarrachada de vampiros en que salía Tom Cruise y otros actores de su generación, creo que he visto las versiones principales de Drácula. Al final las que más me gustan por sugerentes son la de Murnau (1922) y la de Tod Browning (1931) y la que menos la orgiástica de Coppola (1992), el padre, que tiene la manía de no dejar casi nada a la imaginación. Cuando el cine norteamericano cogió el año 1996 al Dr. Jekyll-Malkovich y lo mezcló con "Alien" y no con Mister Hyde, inspiraba risa floja. Ya me gusta que en "Abierto hasta el amanecer" (Robert Rodríguez, 1995), con un elencazo de actores,  se ronde la serie B, pero porque está en su género. Lo mejor que se puede decir de "Abierto hasta el amanecer" es que parece estar rodada en blanco y negro. Y todo eso.

"How green was my valley" (John Ford, 1941) Foto: Doctor Macro
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