13.12.11

Un paso de gallina

Per Santa Llúcia, un pas de puça; per Nadal, un pas de pardal (*)

ecía mi abuela "Santa Lucía, un paso de galiña", porque si bien el 13 de diciembre se considera la noche más larga del año también precede el alargamiento del día, un poquito, nada, un paso de gallina o hasta de pulga. Aunque no me hubiera acordado de Santa Lucía hoy, me lo hubieran recordado el grupo numeroso de mujeres que bajaban en el mismo autobús que tomé hoy para acercarme a mi clase de dibujo. Iban a la capilla a la que me refería este viernes, anexa a la catedral y a la que normalmente se accede por el claustro. Hoy, como es el día de Santa Lucía, virgen y mártir, también se puede acceder desde la calle por su puerta propia, que da a la esquina con la cana destra de la que hablábamos en el post mencionado, El euro y el ferrado. La capilla recibe una gran cola de gente y por lo que contaban las señoras del autobús, hace cincuenta años era una fiesta muy importante para las modistas, que le confiaban su vista. Y es que entre los tormentos que recibió la santa se cuenta el de que le arrancaron los ojos con una espada. Por eso en algunas representaciones aparece con la espada, en otras con la palma -como signo de haber padecido martirio- y en todas con un platito o una copa con dos ojos mirando al frente. 
En la exposición de las fotos de Brangulí que pudimos disfrutar este otoño en el CCCB recuerdo que había por lo menos una fotografía de la fiesta de las modistas de Barcelona y la verdad es que se les veía muy alegres y guapas. El sector textil ha cambiado mucho y han cerrado muchos talleres de confección, pero pienso que sigue siendo una actividad notable en Barcelona. La santa también da nombre a la feria de belenes y adornos de Navidad cercana, porque hasta hace bien poco se solía iniciar para su celebración. En la actualidad se viene celebrando desde la semana anterior, que es la del puente de la Constitución. Santa Lucía también es patrona de los ciegos y de los pobres, de los niños enfermos, de Siracusa (su ciudad) y de Venecia.
Asombrosamente hoy además de estar abierta de par en par la puerta de la capilla de Santa Lucía, también lo estaba la puerta del Arzobispado, por lo que se podía ver el patio del palacio románico en el que tiene su sede. Como el llamado Barrio Gótico de Barcelona tiene demasiadas rehabilitaciones y pastiches como para que una diletante distinga el grano de la paja, diré simplemente que es una pena que no lo franqueen más a menudo. Salía yo de mi clase de dibujo, como dije atrás, e iba yo con la cabeza aún en la perspectiva y la proporción de las cajas de zapatos. Sí, estoy dibujando cajas de zapatos. Debo de ir ya algo avanzada porque hoy me han puesto tres. Y no están colocadas una encima de otra en buen orden, sino como si hubieran caído de los estantes. Además las hago "transparentes" o como quien hace dibujo técnico y muestra todos los ángulos, incluso los que el propio material no deja ver. Así que me ocurre que como aún no sé sombrear, a veces las cajas se me muestran -una vez acabadas- como del revés. Esto es, veo lo de fuera adentro o lo de detrás parece que está delante, tal vez porque el trazo del lápiz es más grueso o está más hundido. Esos efectos que si quisiera buscar no los encontraría. Menos mal que cualquiera de las dos profesoras que me asisten están allí para sacarme no solo de mis ilusiones ópticas -otras no tengo, creo- y para asegurarme que voy bien. De no ser así aún estaría allí dale que te pego, en el taller.
Lo que me lleva a escribir hoy es que tengo pruebas fehacientes de la neuroplasticidad. Como yo no sé de neurologías, les remito a la Wikipedia y ya se apañarán. Sin embargo me quedo con la frase "lo anterior modifica la percepción de lo siguiente", que no es moco de pavo. Por cierto, un día hay que escribir un post del moco del pavo. Pero no nos desviemos: no es ninguna tontería que lo que percibamos pueda modificar la percepción de lo que percibiremos a continuación. Tenía yo algún pálpito de algún extremo de la conciencia, de alguna exacerbación visual, ya no digamos de las auditivas, con el yoga. Pero lo de las cajas de zapato de hoy ha sido mucho. Y es que nunca nunca nunca había entrado por la calle de San Severo desde la calle del Obispo o del Bisbe. Si esas calles me las conozco como la palma de mi mano... Pero siempre había entrado desde el Call, la judería. Es que ni veía la bocacalle por la que entré hoy. Sant Sever estaba situada en mi mapa mental en donde les digo. De repente, esta mañana, sea porque anduve dibujando cajas de zapatos, sea por ver abierto el patio del palacio de los obispos, sea porque era el día de Santa Lucía, di un paso que nunca había dado. Un paso de gallina, pero que me ha descubierto una calle nueva. Es como si nunca hubiera estado porque la he visto desde el otro lado. Y pienso primero cuantas veces no estaremos dando vueltas en redondo cuando hay otros caminos y, segundo, que precisamente el viernes me quejaba para mis adentros de que Barcelona me empezaba a aburrir.

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(*) "Por Santa Lucía, un paso de pulga; por Navidad, un paso de gorrión".

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