4.1.12

Oro, incienso y la wii

Es fácil pegar un tajo
pa' cobrar una traición,
o jugar en una daga
la suerte de una pasión.

Pero no es fácil cortarse
los tientos de un metejón,
cuando están bien amarrados
al palo del corazón.
Homero Manzi, Milonga sentimental 
 

eo esta mañana en la prensa que en la Feria de Reyes de la Gran Via de Barcelona se pueden encontrar las muñecas Monster High, que en las grandes superficies están agotadas y que se venden en eBay a precios extravagantes incluso para el peor postor ante la inminencia del 6 de enero. Pero me temo que para cuando la gente habrá leído la noticia las muñecas se habrán acabado otra vez, ya que la Feria cierra a las 10, excepto la noche de Reyes que puede cerrar mucho después de medianoche, a demanda. Por lo que veo los Monster High visten poco más o menos como mi sobrina hace una par de años, aunque mi impresión siempre será muy defectuosa porque todo esto me pilla muy lejos. 
Estas modas representan la parte magnética y fascinadora del mal, el terror y todo ese mundo al que nos hemos ido acostumbrando a base de motosierras televisivas, los góticos y sobre todo la normalización del Halloween en estas latitudes, cosa que vino precedida por una época en la que todos los jóvenes o casi todos se vestían de negro, sobre todo de noche. Creo que la última película de estreno de terror que he visto fue "Mary Really" (Stephen Frears, 1996) donde los episodios de transformación de Dr. Jekyll y Mr. Hyde se resuelven primero en el estilo más clásico pero luego van derivando hacia un "Alien, el octavo pasajero" que más bien parece un vómito por cesárea. Me reí mucho con la película, especialmente porque estaba en época de exámenes y siempre se necesita bajar la tensión. También me reí mucho, porque seguía con exámenes, con "Abierto hasta el amanecer" (Robert Rodríguez, 1996), una especie de homenaje a la serie B absolutamente deliciosa. Pero me doy cuenta de que el mundo del terror y de los monstruos es muy variado e imposible de someter a cuatro generalidades. Y también tengo que admitir que "Drácula", la versión clásica, no la pude ver hasta hace pocos años y eso a la luz del día un sábado por la mañana y con vídeo. Ahora ya puedo ver hasta "Nosferatu", aunque me pone nerviosa.
A mí ver un séquito de difuntos con su lamparilla me parece de lo más normal, aunque me inspira su cierto respeto, pero toda la matraca de la sobrenaturalidad la dejaría para el circo y después de que hubiera pasado su control de calidad, porque el circo es una gran espectáculo, no un vertedero. Mis abuelos maternos dijeron haber visto la Santa Compaña y yo no lo dudo, no solo porque mis abuelos eran gente honrada que no explicaba patrañas sino porque, en especial mi abuela, tenían una clarividencia muy especial y podían prever con toda naturalidad y discreción, sin ninguna sobrenaturalidad, el deceso de cualquier persona del pueblo y ya no digamos de la familia. Un pálpito, una señal imperceptible para los demás y la cosa no se hacía tardar. Era normal. Yo no he visto la Santa Compaña pero vi un atardecer en Finisterre un cortejo funebre en la raya del horizonte, pasando solemnemente y tristemente con una carroza mortuoria dorada, como la de la Bella Durmiente del Bosque. Que yo sepa, la Santa Compaña lleva al futuro difunto pero andando y con muy mala cara.  Pero la tristeza con la que se movían, como condenados, los que yo vi, me reveló que podían ser almas en pena.
Por cuestiones digamos "culturales" estoy además más predispuesta a aceptar estas historias de ultratumba como ciertas que no las de la adivinación. La cantidad de impostores que hay al amparo del esoterismo, la brujería, la santería, internet y todo lo demás es tan ingente, que es muy difícil separar el grano de la paja. Uno de los sabios más respetados de la América latina, el "Brujo Mayor" de México, Antonio Vázquez, predice que "otros dos presidentes iberoamericanos padecerán cancer en 2012" y señala el mal de ojo como causa. Hace unos días Hugo Chávez dijo en uno de sus parlamentos que lo que les había pasado a Lula da Silva, a él, a Cristina Fernández de Kirchner, estaba provocado por los Estados Unidos. Si no entendí mal, Chávez denunciaba una especie de envenenamiento o contagio magnicida
Lo del mal de ojo tiene la gracia, si es que tiene alguna, de que no se puede demostrar racionalmente. Todo lo más que puede pasar es que algún juez acepte cursar una denuncia del género como acoso, pero me temo que nunca será el mal de ojo el motivo central de un pleito. Así que lo que se suele hacer en estos casos es no menos cobarde puesto que es contraatacar con más magia, de manera que además reforzamos el negocio con más clientela. A la que "provocó" el mal de ojo se añade la que quiere ser prevenida o limpiada, pero siempre moviéndonos en el terreno de la sospecha. Y, por lo que he meditado, pienso que el aojado colabora cuando siente ni que sea una pizca de culpa de manera que contribuye a su propio sufrimiento. Es un negocio redondo.
Los Reyes Magos eran unos astrólogos que ya habían visto en el cielo que iba a nacer un niño que iba a ser el rey de los judíos. La Estrella de Belén, como la paloma que regresa hasta el arca de Noé con una ramita de olivo, como Ruth espigando, son imágenes de la Biblia bellísimas, a pesar de que nos hayamos acostumbrado tanto a ellas que casi no percibamos ya su esplendor y viveza. Aunque se dice que eran más de tres, lo que ha trascendido en el Nuevo Testamento es que Melchor, Gaspar y Baltasar le llevaron al Niño oro, incienso y mirra, tres regalos que simbolizaban tres poderes, el poder sobre el mundo, el poder sobre el espíritu y el poder sobre la vida. No hay más. 

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