7.6.12

Post 816: Nuestras vidas son los ríos

En memoria viva a las lavanderas de Horta, que lavaron y clarearon la ropa
de todos los burgueses de Barcelona

Nací en la Clínica de Lourdes, un edificio del año 1925 que se encuentra en la Calle Torrent de l'Olla del barrio de Gracia y que por aquel entonces lo regentaban las Siervas de la Pasión, según tengo entendido. Luego fue un geriátrico y hasta una residencia de estudiantes. Yo aún me acuerdo de que la calle Torrent de l'Olla se llamaba Menéndez Pelayo y veo por el Nomenclàtor que así fue hasta 1989. La calle que se suele confundir con Torrent de l'Olla, Torrent de les Flors, se llamaba Torrente Flores y la traducción es simplemente la catalanización de un apellido en beneficio de una "más popular y agradable invención" (?) (*)
Me alegro de que al menos quede un trazo de esta decisión municipal porque cuando yo he querido explicar que lo de las torrenteras de Gracia tiene mucho de marketing, me he encontrado con una cierta incredulidad, cosa que no se si es mejor o peor que la indiferencia que suelen causar las cosas en que reparo. Creo que es mejor la incredulidad, pero para el caso a mí me es indiferente.
No está tan bien documentada en el Nomenclàtor la Riera de Horta, calle que bajaba desde el antes municipio de Sant Joan de Horta (hoy barrio de Horta) hasta el de Sant Martí de Provençals (hoy también agregado a Barcelona), en paralelo al río Besós y que llegaba hasta el mar, por si quedaba alguna duda. Las torrenteras y rieras de Horta aún estaban vivas hasta donde yo recuerdo, y en la calle Cartellà los bajos tenían en las puertas unas guías por donde los vecinos hacían pasar unas tablas para que no les entrara la riera en la casa. Aún queda alguna, pero con las cloacas con las que se acribilló la calle en los años 90, ya no ha vuelto a haber ninguna crecida. Les digo que yo recuerdo haber pasado la calle llegándome el agua hasta por encima de las corvejones y habernos parado una vez un autobús que bajaba de Guinardó en plena riada, de manera que al abrirse las puertas el agua llegaba a ras del alto peldaño de la puerta. Y que había que bajarse, claro.
También me acuerdo de que en la calle Tajo había un puente, más grande que el que cegaron hace unos años en la calle Peris i Mencheta, porque allí había un hombre viviendo como bien podía. El puente de la calle Tajo es el de la imagen de hoy en mi álbum.

Calle Tajo (Horta, Barcelona), en los años 50 aproximadamente.

En esa fotografía se apoya mi memoria sus recuerdos, puesto que la realidad actual, con ese nudo con la calle Lisboa y el Paseo Maragall (sobre el puente) no permite hacerse una idea de lo que allí hubo. Y tal vez no hace falta. Me acuerdo vagamente de los ojos del puente, me acuerdo más de la escalera, pero de lo que no creo que me olvide en la vida es como se nos ponían los pies de tierra roja cuando hacíamos ese camino para ir a Martí Codolar o a casa de mi tía. Se quedaban las sandalias Gorila para los restos. Una nunca sabe de qué cosas se va acordar y de cuales no porque la memoria -o la imaginación- elige lo que mejor le parece.
Bien pensado, no está nada mal que esa calle perdiera el nombre de la riera para adoptar el del río Tajo, ya que es una continuación de la calle Lisboa, y el Tajo es un buen río. Sinceramente, lo veo más digno como nombre que ese apaño al que cedió el ferrolano incomprensiblemente.

Torreta d'aigua (Horta, Barcelona)

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