16.8.12

El lenguaje de las flores

n El lenguaje de las flores que compré el año 1979 d. de  J.C. en el Mercado de San Antonio de Barcelona se lee que los pensamientos significan eso mismo, "pensamientos", y que proceden de la metamorfosis de Ío en la flor. Pero eso no es cierto, de hecho ante la duda he consultado las Metamorfosis de Ovidio y está claro que se transformó en una ternera. Según la traducción, fue transformada en una novilla o en una ternera, pero para el caso en lo que no se transformó fue en la viola tricolor. Es flor que siempre fue muy de mi agrado, en especial esa manera que tiene el pedúnculo de inclinarse mientras que por el contrario los pétalos se orientan hacia arriba, como si lucharan entre la modestia, la timidez y una alegre disponibilidad. 
Aunque el lenguaje llamado victoriano de las flores, como el del abanico y el del pañuelo,  me pareció un engorro gazmoño del arsenal femenino -entendido en su peor faceta, la del disimulo, el cortejo alargado y el estilo indirecto- siempre me detuve en lo que expresaban las flores fuera de esos códigos sociales. Obviamente esa matraca debe de tener su origen en aquello tan paulino de que las mujeres no tenían que hablar. Ann Swann en su libro sobre dibujo botánico aconseja observar qué trasmite cada flor, algo parecido a su carácter. Y verdaderamente es algo en lo que yo ya había reparado hace muchos años, cuando me regalaron por primera vez flores. En aquel caso fueron unas mimosas (acacias mimosas) en su esplendor, con los glomérulos blandos que aún exhalaban aquel fuerte olor como de regaliz y aún no habían perdido el tono alimonado de sus rutilantes inflorescencias. Luego he sabido que según nuestra legislación se considera una especie exótica invasora, por lo que la acacia dealbata está prohibida en el medio natural, aunque no en el urbano, Y sin embargo yo he visto algún ejemplar de esos que los espontáneos bienintencionados plantan en Collserola. No creo que las acacias mimosas sean una amenaza para las ginestas y los tojos, pero si es verdad lo que se decretó el año pasado, que en lo que a esa especie respecta excluye nuestras islas (las Baleares y las Canarias), sería mejor incluso que las dos o tres que yo conozco fueran eliminadas. La chumbera, para quien se quiera entretener con el Real Decreto, también está en el catálogo de especies invasoras. Cerca de los invertebrados, como el  mosquito tigre, el mejillón cebra y el pez gato.
Curiosamente la obra que más se conoce de H. Fantin-Latour es Coin de table, donde destacan Verlaine y Rimbaud. Alguien me dijo una vez que yo guardaba un gran parecido con ese retrato de Rimbaud y yo no digo que no. Pero ahora más bien me parezco a María Dolores Vázquez Mosquera, aquella señora de Betanzos que fue exculpada del asesinato de Rocío Wanninkhof hace una barbaridad de años pero no fácilmente. No sé si la compensaron de alguna manera de todas las molestias, por decirlo alguna manera, que le ocasionó Alicia Hornos, su compañera sentimental y la madre de la joven muerta, su principal acusadora y acosadora. De todas maneras tampoco sé si hay manera de compensar a nadie de algo así. Según Agustín Rivera pidieron 120.000 euros de indemnización. Ahora está en Inglaterra.
La cara de la mariñana fue aún más estudiada e interpretada de lo que lo ha sido recientemente la de Dominique Strauss-Kahn, el expresidente del Fondo Monetario Internacional. Uno de los comentarios con que incriminaban a D.V. era el de que como no lloraba tenía que ser más mala que la quina. Ya saben, todo el mundo metido a psicólogo...
Por eso lo bonito de las flores es que, aunque también se parte de algún prejuicio que otro, no se les suele achacar defectos ni vicios, aparte de que se dejan contemplar abiertamente y no fingen. De hecho, pérmitanme que lo recuerde, las flores son las partes reproductivas de las plantas, no sus caras. ¿O son ambas cosas?
Me sabe mal dejar para el final una pequeña anécdota familiar que no sé si afeará el cuadro o podrá considerarse impertinente. Resulta que una mujer de mi familia fue al médico con un cuadro hemorroideo magno, después de haber sufrido en silencio lo que solo se pueden llegar a imaginar quienes han tenido ni que sea el típico esfínter lateral izquierdo irritado. El médico, al ver lo que allí vio le dijo: "¿Señora, pero cómo es que no ha venido usted antes?".  A lo que la señora le respondió: "Si lo hubiera tenido en la cara, no hubiera esperado tanto".

"Pensées" (Henri Fantin-Latour, 1874) Metropolitan Museum of Art

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