23.9.12

El mundo es un gimnasio

All the world's a stage,
And all the men and women merely players,
They have their exits and entrances,
And one man in his time plays many parts,
His acts being seven ages. At first the infant,
Mewling and puking in the nurse's arms.
Then, the whining schoolboy with his satchel
And shining morning face, creeping like snail
Unwillingly to school. And then the lover,
Sighing like furnace, with a woeful ballad
Made to his mistress' eyebrow. Then a soldier,
Full of strange oaths, and bearded like the pard,
Jealous in honour, sudden, and quick in quarrel,
Seeking the bubble reputation
Even in the cannon's mouth. And then the justice
In fair round belly, with good capon lin'd,
With eyes severe, and beard of formal cut,
Full of wise saws, and modern instances,
And so he plays his part. The sixth age shifts
Into the lean and slipper'd pantaloon,
With spectacles on nose, and pouch on side,
His youthful hose well sav'd, a world too wide,
For his shrunk shank, and his big manly voice,
Turning again towards childish treble, pipes
And whistles in his sound. Last scene of all,
That ends this strange eventful history,
Is second childishness and mere oblivion,
Sans teeth, sans eyes, sans taste, sans everything.
William Shakespeare, As you like it, Act II, Scene VII (*)

ace unos días oí y vi un fragmento de una especie de discurso de Mario Conde de su candidatura en Vigo a las próximas elecciones gallegas por Sociedad Civil y Democracia. Desde que faltan las fulminantes apostillas de Alfonso Guerra, se nos fue Gil y no sabemos nada de Ariel Santamaría y Carmen Mairena ("Todo lo que tengo de morro lo tengo de potorro"), de la Coordinadora Reusenca Independent, el cotarro languidecía. Bueno, allá por el año 2003 el Pocero de Seseña dio a la luz su Paco Hernando, la pasión de construir: un hombre que si no trabaja se muere, pero Hernando no ha presentado que yo sepa una candidatura nunca. Que Boyer se fuera directamente de Ministro a no sé qué del Banco Exterior de España y que tengamos a Aznar y a González, en empresas de energía, o a Narcís Serra en las finanzas (CatalunyaCaixa), es una pequeña muestra de la permeabilidad o falta de estanqueidad entre las finanzas y la política. Conde venía del negocio farmacéutico además.  Por lo demás yo sé que este mes cobraré la nómina gracias (?) a La Caixa.
Pero no vamos a hablar de Sanidad, sino que para empezar me remito al monólogo de Conde, demasiado empapado por las maneras que ha adquirido en sus últimas apariciones en televisión. Tal vez en América, y digo "América" en general, por incluir a los caciques chandalizados y a Obama, los eventos electorales son llevados como un programa televisivo prime time y los candidatos no tienen el decoro o aquella  gravitas a la que nos referíamos ayer.  El zapatazo de Xosé Manuel Beiras o el "a la mierda" de José Antonio Labordeta entrarían más en el catálogo de las extemporaneidades de la vida parlamentaria.
Para monólogos, a mí que Andreu Buenafuente no me ha conseguido arrancar nunca ni una sola sonrisa, los de Shakespeare. Y el de hoy es uno de los más bonitos de sus obras, aunque se hace difícil elegir. Comparar las siete edades del hombre con personajes del teatro no era nuevo. As you like it se data entre 1599-1600, niño arriba, niño abajo. Aunque hay en Londres una escultura que está inspirada en el monólogo, parece un tótem, y he preferido ilustrar el post de hoy con el cuadro de Hans Baldung. He elegido no el de "Las tres edades y la muerte", que se conserva en el Museo del Prado, sino el de las siete edades de la mujer, que se encuentra en Leipzig.
Todo esto pensaba el otro día en el polideportivo, porque mal parafraseando a Shakespeare todo el mundo es un gimnasio. Le digo a la gente que elijan el polideportivo por el vestuario y por lo cerca que esté de la casa propia. Hace años estuve en un gimnasio del barrio pero que por acercarse a la zona más residencial -residuos de cuando a Horta venían los burgueses del Ensanche a veranear- es más caro y tiene hasta cafetería y club social. Pero el vestuario, aunque está como los chorros del oro, marca otro status. Hay señoras que hablan en voz muy alta y ya no es eso, es lo que dicen, que también las sitúa bastantes euros por debajo de lo que pagan. Para eso se apunta una al polideportivo que está a unos doscientos metros, donde se paga menos y el vestuario es poco más o menos igual. Además tiene una piscina de verdad, de 25 metros. Yo nunca podré ir al Iradier, que es exclusivo para mujeres pero que está muy por encima no ya de mis posibilidades sino incluso de mis expectativas. Con lo que allí pagaría por un mes tengo en el mío para casi un año. Allí las señoras van básicamente al salón de belleza, al restaurante (donde dejan entrar "caballeros" [sic]), y hacen yoga chic y Pilates (TM) megatrendy y cuentan con un coacher muy guapo y educadísimo algo metrosexual. Yo allí me sentiría por momentos como el Jorobado de Nôtre Dame ante Laetitia Casta y por momentos como Agustina de Aragón ante Marie Antoinette. Osea no. En los vestuarios del Iradier me imagino que hablan de que han estado unos días en Indonesia con Pipula Casademont (nombre absolutamente figurado), mientras que en los vestuarios de polidepor se habla de otros temas que ni siquiera vale la pena esbozar por su vulgaridad. He llegado a oír hablar de la caca de los niños. Las señoras que vienen al jacuzzi, palabra que lo es de origen italiano y no japonés, por cierto, porque procede de siete hermanos que emigraron a EEUU aquella vez, tienen  algunas faldones intestinales y piel de naranja, de plátano y hasta de melón. No podrían estar en el Iradier ni fregando. Así son las cosas. Por eso digo que el mundo es un gran gimnasio. Y gracias a que mucha gente paga y no va es por lo que yo puedo ir. Sin duda.
Cada vez que he ido a París (ahora hace que no voy) he sido sorprendida por la ausencia total al menos aparentemente de gimnasios y academias de inglés. ¿Qué hacen con el tiempo? Un café es inabordable, ya no digamos una bière, por lo menos como actividad diaria. Lo único que se me ocurre que hacen, no se crean, es una muy buena alternativa.

Die sieben Lebensalter des Weibes, Hans Baldung, 1544 
(Museum der bildenden Künste, Leipzig)
__________

(*)
"El mundo es un gran teatro, | y los hombres y mujeres son actores. | Todos hacen sus entradas y sus mutis | y diversos papeles en su vida. | Los actos, siete edades. Primero, la criatura, | hipando y vomitando en brazos de su ama. | Después, el chiquillo quejumbroso que, a desgana, | con cartera y radiante cara matinal, | cual caracol se arrastra hacia la escuela. | Después, el amante, suspirando como un horno | y componiendo baladas dolientes | a la ceja de su amada. Y el soldado, | con bigotes de felino y pasmosos juramentos, | celoso de su honra, vehemente y peleón, | buscando la burbuja de la fama | hasta en la boca del cañón. Y el juez, | que, con su oronda panza llena de capones, | ojos graves y barba recortada, | sabios aforismos y citas consabidas, | hace su papel. La sexta edad nos trae | al viejo enflaquecido en zapatillas, | lentes en las napias y bolsa al costado; | con calzas juveniles bien guardadas, anchísimas | para tan huesudas zancas; y su gran voz | varonil, que vuelve a sonar aniñada, | le pita y silba al hablar. La escena final | de tan singular y variada historia | es la segunda niñez y el olvido total, | sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada. (William Shakespeare, Como gustéis, Acto II, Escena VII)

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