14.10.12

Post 898: Las nueces

Y voy y me digo: «Van a seguir la pista de ese saco de piedras
hasta la orilla y después dragarán el río para buscarme.
 Van a seguir la huella de harina hasta el lago, buscar por el arroyo que sale de él para encontrar a los ladrones que me 
mataron y se llevaron las cosas. No
van a buscar en el río nada más que mi cadáver. Después
 se cansarán en seguida y ya no se preocuparán
más por mí. Muy bien, puedo quedarme donde me apetezca. 
Con la isla de Jackson me basta; la conozco
muy bien y aquí nunca viene nadie. Y después
 puedo ir al pueblo por las noches, buscar por ahí y llevarme
lo que necesite. La isla de Jackson está bien» (*)
Mark Twain, Las aventuras de Huckleberry Finn

Se derraman más lágrimas por las plegarías respondidas
 que por las no atendidas"
Santa Teresa de Ávila


unque las "oraciones atendidas" suelen relacionarse con Truman Capote y su novela inacabada, la frase es de Santa Teresa de Ávila, en uno de esos contrastes que tanto nos gustan en el Álbum. También es bien curioso y creo que poco conocido que una de las muchas biografías que se han escrito sobre Jeanne d'Arc es de Mark Twain. Pero, cada cosa en su momento, hoy hablaríamos de las oraciones atendidas y los sueños realizados. 
Como ya dije ayer fui a ver "To Rome with love" (Woody Allen, 2012) porque creí poder amortizar la entrada, de 8,40 € si además de ver un estreno que no me seducía mucho, veía Roma y escuchaba hablar en italiano, lengua que ahora es objeto de mi atención. Woody Allen muchas veces trata en sus películas sobre los deseos o los sueños realizados y en "A Roma con amor" destacaríamos el estrellato del enterrador de muertos, que es capaz de cantar ópera muy bien siempre y cuando lo haga en la ducha, pero sobretodo yo me voy a referir a otras dos historias cruzadas. Una es la de Pene Cruz cuando se hace pasar por Milly (quien es la verdadera esposa de Antonio), cuando en realidad es Anna, uns prostituta dispuesta a realizar sus fantasías: "Io sono qui per satisfare i tuoi sogni". Cuando quien se cree que es su suegra le comenta bajo la Capilla Sixtina, "Laborare tutto il tempo sdraiato sulla schiena, non lo posso imaginare" (Trabajar todo el tiempo tumbado sobre la espalda, no lo puedo imaginar), Pene-Anna/Milly contesta: "Io sì". Otro día si quieren podremos comentar de las irreverencias de Allen hacia el arte europeo y la Sagrada Familia.
Bromas aparte, la segunda historia da más de lleno en las oraciones atendidas. Roberto Begnini en su papel de Leopoldo, un modesto oficinista, habla con sus compañeros del trabajo y le hacen ver que a nadie le interesa su opinión. Pero como a Mia Farrow después de visitar el médico chino creo que en "Granujas de medio pelo", se le cambia de un día para otro la vida y se hace famoso, de manera que los paparazzi le persiguen para arrancar su parecer sobre cualquier cosa, para saber qué ha desayunado, para saber si usa bóxers o slips, cómo se afeita. Como es natural el asunto acaba por ser agobiante y justo cuando la presión empieza a ser incomportable se olvidan de él y todo el circo mediático se desplaza hacia un nuevo personaje tan insignificante como lo somos todos en definitiva.
Cuando alguien se toma la molestia en leer mi blog, cosa que ya es de por sí sorprendente, aún me parece  muchísimo más inconcebible que se pretenda extraer de mis textos pseudoliterarios una opinión o incluso que se esfuercen por ofrecerme la suya, como si aquí se fueran a dirimir los importantes asuntos que tendrían que ser tratados en otro sitio y en el momento oportuno, por gente más preparada en cada tema. Como en Facebook. No sé de donde viene la manía de que las personas  quieran no ya opinar, sino la de querer tener una opinión formada. Supongo que es una costumbre que se ha exacerbado con las tertulias de los medios y con las redes sociales. Y me temo que lo peor de estar siempre sufriendo por tener una opinión formada impide que nuestra atención sea todo lo esponjosa y tierna que debería. Falla la escucha, el disfrute mero.
Después de todo lo dicho, que no deja de ser mi opinión pseudoliteraria sobre la opinión, no sé si les interesará que les explique mi opinión sobre las oraciones atendidas y demás. Ayer también lo pensaba, lo de los deseos realizados. Ahora que estoy en medio de un lío en el que me metí yo sola por mi optimismo inveterado, pienso que aunque estuviera de mi mano poner orden y justicia e incluso impartir premios y castigos, ni lo sabría hacer ni lo querría hacer. Prefiero que mi papel sea otro, no tener sobre mí la responsabilidad gigantesca de precipitar o provocar lo que en el fondo sé que hará el tiempo y la vida, o tal vez otras personas que por su posición se ven obligadas a hacer aunque sea mal. Y mis plegarias son siempre sobre todo de pedir fuerzas para soportar el día a día. Por eso comprendo perfectamente bien a Huckleberry cuando para evitar que su padre le pegue se hace el muerto, y lo liberado que se siente. Creo que se correspondería con la estrategia 36 de Sun Tzu, la de la retirada.
Ilustración de Leunig
-"¿Querría un cacahuete o un pistacho?"
 -"Esto suena de manera remarcable a una elección alternativa")
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"I says to myself, they’ll follow the track of that sack- ful of rocks to the shore and then drag the river for me. And they’ll follow that meal track to the lake and go browsing down the creek that leads out of it to find the robbers that killed me and took the things. They won’t ever hunt the river for anything but my dead carcass. They’ll soon get tired of that, and won’t bother no more about me. All right; I can stop anywhere I want to. Jackson’s Island is good enough for me; I know that island pretty well, and nobody ever comes there. And then I can paddle over to town nights, and slink around and pick up things I want. Jackson’s Island’s the place." Mark Twain, The Adventures of Huckleberry Finn

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