12.1.13

Caducos, peremnes y adaptados

bviamente caducos, peremnes y adaptados no son categorías que los biólogos, hasta donde yo sé, manejen para clasificar en los mismos casos a determinadas especies de la naturaleza. Pero para el caso, debido a mi propia ignorancia sobre el tema, nos puede servir. Tiene el padre de una señora que yo conozco algo cosa de 90 años y un limonero que siempre tiene flor, fruto y hoja, aunque nunca en su plenitud. Como el clima de Barcelona es muy bonancible,  con una humedad que ya podríamos considerar peremne, aunque solo sea porque no es caduca ni adaptativa, se interrumpe únicamente por días de ímpetu ventoso. Cuando un barcelonés va unos días a Santander, sin ir más lejos, queda gratamente sorprendido por la robustez y el verdor de los árboles, y por lo general no se sabe que allí el aire se renueva nueve veces más que lo que suele ocurrir en el Mediterráneo, el cual -a pesar de la más lograda canción de J.M. Serrat- no deja de ser una cloaca si lo comparamos al Mar Cantábrico o al Océano Atlántico. No recuerdo la cita de Josep Pla pero puedo asegurar que escribió algo así como que sería ideal que lloviera entre 5 y 8 días al año. La imprecisión es mía, el escritor fijó el número exacto de días. Porque provenía del mundo rural y conocía bien el paisaje catalán hay que creer que esta afirmación provenía de observaciones bien fundamentadas. 
Los sufridos almeces (Celtis australis, cat. lledoner) de la foto de hoy son árboles caduquifolios y es una especie que ha venido a substituir en mi ciudad a los plátanos de sombra, que enfermaron en su gran mayoría. Pero originariamente el almez proviene del campo, del Mediterráneo oriental, donde se aprovechaban sus frutos, las almezas, y se usaban sus hojas para forraje. Y, lo más importante, sus ramas, manipuladas como a manos de un ortodoncista ya desde que brotan servían y sirven para fabricar horcas y bastones. Nadie lo diría. Las de la fotografía de hoy son del barrio de Roquetes, y la imagen también ilustra aquello que hablábamos de La línea recta el otro día. Aunque la casa, que está okupada por un autodenominado Taller de bicis, mantiene los ejes de la horizontalidad y la verticalidad necesarios para su propia estabilidad y la de los que allí vivieron, ya ven que el banco del mobiliario municipal está en plena pendiente.
Se podría considerar a los okupas como adaptados o adaptativos y la imaginería con la que suelen marcar su territorio invadido o recuperado suele apelar al eje donde se contrasta el cambio y la sorpresa, el nomadismo, de ahí que veamos predominar la imagen de una señora más bien anciana sobre una bicicleta, imagen a la que no estamos acostumbrados.
Cuando hablamos de caducidad hay que hablar siempre del odioso tema de la obsolescencia programada y el no menos odioso tema de la carrera armamentística o la moda de gadgets y electrodomésticos o andróminas multimedia. Cada dos por tres (seis) hay algo novedoso y todos sabemos que desde el momento que encontramos algo en las tiendas de verdad y en las virtuales es porque ya se ha fabricado algo que viene a substituirlo y condenarlo al olvido.  Hay miríadas de profesionales y de gallifantes cuyo única función está en mejorar maquinarias y programarios, interficies y toda la quincallería de juegos, plataformas y sistemas de comunicación e información. Como los gallifantes tienen que justificar su sueldo, bla bla bla. A veces, casi siempre, la mejora es abrumadoramente atractiva y además útil, otras simplemente se trata de una optimización o pura filfa y modernez novedosilla. Admitamos que acaba por ser algo irritante tanto cambio, tal vez especialmente para los que somos intermediarios y tenemos que pasar los días aprendiendo funciones que sabemos que perderán su vigencia en semanas, tal vez días.
Me acuerdo que a finales de los años 90 hubo en las bibliotecas un signo  clarísimo de capitulación de algo que había sido tan peremne como lo fueron las revistas inglesas. En la pérfida Albión mantenían un formato de papel que permitía de lejos identificar cualquier publicación periódica de las diferentes sociedades médicas. El formato de papel estadounidense era más parecido al estándar DIN-A4, ligeramente un poquito más corto y un poquito más ancho. La caja tipográfica se ajustaba bien a la fotocopiadora, aunque había que tener en cuenta esa particularidad. El formato inglés era mucho más pequeño y, como les digo, de repente y de un año para otro absolutamente todas las revistas de las sociedades científicas inglesas (British Journal of Ophtalmology, British Journal of Haematology, etc.) pasaron a adoptar el estándar DIN-A4, cuyas siglas no está de más decir que proceden del Deutsches Institut für Normung  (Instituto de Normalización Alemán).
De manera que así como hay una tendencia en Europa que oscila entre la centralización y la descentralización o entre el recorte y la corrupción, también la hay de distinguirse u homologarse, la de mantenerse o dispararse, etcétera. Por si a alguien le interesa mi sentir o mi opinión, que es muy distinto, diría que una prefiere vivir con la mayor tranquilidad posible y los cambios mínimos y justificados. No hará falta que les recuerde aquello de "A río revuelto ganancia de pescadores".  Me gusta rodearme de objetos que sé que me sobrevivirán y conservo una llave de hierro que pertenecía al baúl de mi bisabuela recontramaterna (la madre de la madre de mi madre). El baúl hace años que empodreció, aunque era de madera de castaño. Y eso porque si en Barcelona hay humedad, no les quiero ya ni contar la humedad que hay en Fisterra (La Coruña). 
Conservo esa llave porque me la confiaron y no ocupa casi nada de espacio, porque es todo lo que queda de aquella buena mujer que me antecedió, si no contamos la rueda de molino que sigue entre las ruinas de la casa donde había vivido y sobre todo trabajado. Tal vez alguna vez esa llave podrá abrir algo, no lo sé.
A veces vienen a  España, a las juderías, turistas de origen sefardí que conservan las llaves de las casas de sus antepasados y es que cuando fueron expulsados (*) no se pudieron llevar mucho más.
Yo diría que lo mismo que se piensan los impertinentes que como los genios a veces lo son, con ser impertinente ya se es genio, hay quien se cree que con ser moderno ya es famoso, porque la fama es pasajera.

Fotografía: Casa "Taller de bicis" de okupas en Roquetes (Nou Barris, Barcelona)


(*) Me permito una pequeña apostilla, en la que nunca se abundará bastante: se suele decir que los judíos fueron expulsados de España, así. Y sin embargo no se suele decir que primero habían sido expulsados de Inglaterra y de Francia, incluso de la Corona de Aragón, y que es en lo que acabó llamándose España en donde encontraron refugio hasta que se también se les negó. Por mucho que se repita que a los judíos se les expulsó "de España", no es verdad.

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P.S. La cita exacta está en El que hem menjat: "Trenta dies més de pluja a l'any i el país seria molt més agradable" (en el capítulo sobre "La carn d'olla") (28 de abril de 2013)