5.4.13

Desvirtuar, virtualizar y desvirtualizar

pesar de todo, a pesar de apreciar las láminas de Pierre-Joseph Redouté que en días pasados hemos ido acumulando, resulta que también me gustan y mucho tres fenómenos artísticos que a ustedes a lo mejor nunca se les ocurriría mezclar. No ya en una pared, sino en un post. Serían el arte naíf, el arte primitivo y el arte primitivista y el de los niños. Al primero nos referimos apenas con Moses, la pintora que empezó a los 75 años a pintar esos maravillosos cuadros que luego se han cotizado mucho y que si queremos podemos obtener en pequeñas reproducciones de la factoría de postales Hallmark. De lo demás, apenas le concedí una referencia a las pinturas de Altamira, que son admirables y ultrapasan mis posibilidades expresivas. Pero por estar ocupada como ustedes saben con otros temas y otras pinturas, nada he dicho de los primitivistas, y muy poco de las más tempranas manifestaciones del arte, sea en la infancia de cada cual, sea de la humanidad. Así que hoy por fin mostramos una imagen cualquiera, todas valen, como modelo de la composición de un niño de 7 años norteamericano, la primera que he encontrado. No he buscado más.  Cualquiera que mire el dibujo y el coloreado de un niño puede admitir sin usar aquella condescendencia con la que algunas veces se les pretende gratificar, que tienen una gran fuerza, que gozan de la más efectiva expresividad, que usan los colores de una manera tan creativa y viva que solo podemos rendirnos ante su superioridad cromática. El uso de elementos dispares a cambio de la perspectiva, sean viñetas, sean tramas, sean textos, no puede ser más desprendido; tocan umbrales que apenas rozan las pompas de jabón, el humo, el vaho, las sombras de las paredes, las burbujas del vidrio soplado y los interiores de las canicas. Luego, todo eso se va desvirtuando.

A costa de esa palabra, desvirtuando, he entrado en una especie de bucle del que ya no sé si vale la pena desembarazarse. Y es que me doy cuenta de que el uso de la palabra "desvirtuando" y el de la palabra "desvirtualizando" no es divertido ni virtuoso a no ser que descartemos una de las dos formas, como si fueran incompatibles en la coexistencia. No sé si me explico. Vamos allá: creo que el proceso de conocer a alguien que solo conocíamos virtualmente se conoce como "desvirtualización". Por lo tanto bien podríamos hablar de su contrapartida, la "virtualización", que sería el proceso por el cual a alguien a quien tratábamos en la vida diaria o no tan diaria pasa a ser un contacto en alguna de las redes sociales. Ya se ha hablado mucho de que en Facebook hay muchos contactos de ex-compañeros del colegio o de la universidad, ex-compañeros que en realidad se pueden volver a ver o no. Pero yo a lo que me estoy refiriendo es a la oportunidad ideal, que "ni pintada", que da el mismo Facebook, para mantener el contacto con alguien a quien es posible que no volvamos a ver por desinterés o por aquel cúmulo de razones por las que se van perdiendo las oportunidades de encontrarse. Y aunque tal vez algún día me arrepentiré de lo que afirmo diré que es muy posible que ese factor (la virtualización más que la desvirtualización) sea el mayor atractivo o ¿virtud? de Facebook. Uf.




























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