16.4.13

Para qué os quiero (2)

a imagen podría ser de  un par de jirafas del parque nacional de Etosha en Namibia. El único bien patrimonio de la Humanidad namibio es precisamente un conjunto de petroglifos de Twyfelfontein en donde podemos ver claramente jirafas, leones, rinocerontes. Jirafa viene del árabe, "alta", nombre que ha predominado sobre el latino de camello-leopardo creo que en justicia. Además del largo cuello también tienen una lengua muy larga, pero tienen 7 vértebras cervicales como todo hijo de vecino, solo que en consonancia con la longitud del cuello también son largas. Se diría que los ejemplares de la foto son una pareja, siendo el macho el que bebe a la derecha. Para poder bombear la sangre necesaria al cerebro y a la presión suficiente, las jirafas poseen un gran corazón. Los naturalistas no se ponen de acuerdo de si las jirafas tienen el cuello largo para poder ramonear las acacias, que es su alimento preferido, o si tienen el cuello largo como reclamo sexual, como lo era la cola del pollo onagadori que vimos el otro día. Hasta que no he visto la imagen que enlazo nunca había tenido noticia de que las jirafas también son presa de los cazadores de bestias salvajes. Pero lejos de añadir más datos sobre la estupidez y la iniquidad de los hombres, algo sobre el que nunca nos falta material, avanzaremos en otra dirección.
Se suele decir que la fotogenia tiene mucho que ver con el cuello, de manera que un cuello alargado suele ser más fotogénico que un cuello corto. Pero los ideales de belleza, por lo menos los occidentales, están más cerca de Nefertiti que de las mujeres-jirafa birmanas. Sorprendentemente, o no, solo hay unos pies más deformes que los de los futbolistas y son los de muchas modelos de pasarela. Aunque hay modelos de pies, como las hay de manos, las que conocemos por antonomasia suelen tener salvo alguna excepción unos pies atormentadísimos e incluso objetivamente feos. Pero feos no de nacimiento sino a causa de haberlos sometido a zapatos imposibles y a una forma de caminar que es el no va más de la belleza canónica. Pies en garra, con los dedos alejados de poder mantener su pisada original, encallecidos, doloridos, con uñas engrosadas, micóticas y retorcidas. 
Veo en la prensa de hoy que el atentado en la maratón de Boston ha dejado muchos heridos de los miembros inferiores, cosa que tendrá que ver con el tipo de artefactos explosivos que hubieron pero que macabramente señala la vulnerabilidad de los deportistas, de esos dos pedacitos de su anatomía con los que ya veremos si muchos van a poder no ya correr sino incluso andar. Cada día que pasa veo más realista y más cervantista la película Brazil (Terry Gilliam, 1985), que empieza con un acto terrorista, un error burocrático y una cadena de escenas donde siempre hay una pantallita muy orwelliana que no sabemos bien si ven o les ve.