2.10.13

Tríptico crítico

La metáfora o caballo de batalla
ace meses, desde la primavera más o menos, que hay dos ruidos en mi piso. Uno procede del aparato frigorífico, tema palpitante en los no-frozen donde los haya. Lo movimos cuando quisimos darle caza a una salamanquesa o gekko y desde entonces probablemente porque se desalineó el motor hace un zumbido considerable y muy persistente. El otro ruido no sé de donde procede, aunque llevo unos días investigando y descartando. He contemplado la posibilidad de que incluso fuera una resonancia del ruido de la nevera, que está en el lado opuesto de la casa al de mi dormitorio. En cualquier caso un ruido continuo, a excepción de 4 o 5 días mal contados, especialmente por la noche, hacen que estar en mi casa haya dejado de ser un alivio en aquellos días que se necesita un descanso y un silencio reparador.  Incluso podría decir que es una fuente de preocupación, de una pequeña pero cierta irritación y de molestias.
Me acuerdo que hace ya unos cuantos años, un día especialmente caluroso por la madrugada, salí a tomar un respiro a mi terraza y pude advertir claramente como en el patio de vecinos, que es bastante amplio, se acoplaban los sonidos de cosa de unos 15 aparatos de airre acondicionado, más unos ventiladorcillos que hay en una estafeta de correos. Se concede poco valor a la acústica, cuando el hecho de que se tenga tan en cuenta en la construcción de puentes, de plataformas marinas, etc., nos debería indicar que no es un tema menor para asegurarse no ya el bienestar sino que una obra de ingeniería persista en el tiempo sin sufrir daños en su estructura.
A pesar de que en los últimos años algo se habló de la discografía unplugged, para desproveer a la música de toda la matraca decibélica eléctrica y desnudarla del follón, a pesar del movimiento slow-cities, aunque constantemente se nos recuerdan los estragos del estilo de vida que llevamos y de los campos electromagnéticos, no hay manera. La acumulación de aparatitos es tal que es difícil conseguir un poco de silencio. Extrañamente, el progreso nos ha deparado una tecnología más silenciosa en algunas ocasiones pero no en todas. A título de anécdota les diré que en Amazon se vende un aparatito que tiene por objeto producir un sonido que se propone neutralizar los otros ruidos de fondo que pudiera haber. El Marpac Dohm-DS Dual Speed Sound Conditioner es como un generador de un zumbido continuo y monótono, y dispone de un mecanismo que permite graduar el volumen.
Intento tomarme lo de mi ruidito como un caballo de batalla y estoy pensando en la segunda acepción que da a la expresión el DRAE: "2. m. Aquello en que sobresale quien profesa un arte o ciencia y en que más suele ejercitarse. La legislación testamentaria es el caballo de batalla de tal abogado Tal ópera es el caballo de batalla de tal cantante". No es que yo pretenda sobresalir, más bien pensaba en sentido que toma un "caballo de batalla" cuando algo nos reta y nos empuja a revisar nuestros esquemas o nuestra forma de actuar.

Totalitarismos
Intento leerme la entrevista a Bergoglio en "La Reppublica", y su palabrería desalienta mi escasa paciencia. En un anterior post deslicé la posibilidad de que el Papa Francisco se un revientaempresas, alguien encargado del desmantelamiento del Vaticano pero no en la dirección que pretende hacernos creer, sino en la de esos ejecutivos a quienes se les confía la ruina de una firma para malvenderla o dirigirla al concurso de acreedores. Sí, claro, cuanto dice podría defenderse por sí solo y porque se hace eco de las hermosas palabras de gente que honestamente siente la fe. No soy la primera ni seré la última que tache a Bergoglio de demagogo (el Adversus Haeresem de Sánchez-Dragó tampoco). ¿O es que alguien cree que la Iglesia se cambia desde el Vaticano, como este hombre pretende hacernos creer con ese populismo verborreico y ese personalismo de veta totalitarista? Realmente me enfada oírlo, y cuanto más melifluas y populachistas son sus consignas, más demagógico me parece. Su pontificado va precedido por las profecías de San Malaquías, donde el Papa Francisco es el último pontífice:
"San Malaquías dice: “In psecutione extrema S.R.E.sedebit. (S.R.E. = Sacræ Romanæ Ecclesiæ) Petrus Romanus, qui pascet oues in multis tribulationibus: quibus transactis ciuitas septicollis diruetur, & Judex tremedus iudicabit populum suum. Finis.”
En español la frase significa: “Durante la persecución final de la Santa Iglesia de Roma reinará, Pedro el Romano, quien alimentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la ciudad de las siete colinas [Roma] será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo. Fin.”
Para muchos, la imagen de este Papa, Pedro el Romano, es la imagen del Sumo Pontífice que tendrá que lidiar con los problemas del fin del mundo. Otros aseguran que no se trataría de una profecía del fin del mundo, sino, sobre el fin de la Iglesia Católica."
El artículo de Sánchez-Dragó tuvo su controversia, pero como el escritor la ha tenido muy a menudo y en diferentes campos de batalla, tampoco es que se le haga ya el caso que tal vez habría que dársele. Se le toma más bien como alguien que busca la provocación o se intenta asociarlo a una determinada ideología, cuando seguramente no encaja en ninguna, al menos de una pieza. No lo veo ni con tirios ni con troyanos.

Unanimismo
La palabra "unanimismo" me llegó a través de otro no menos famoso artículo del verano. Éste de Javier Cercas, titulado "Democracia y derecho a decidir", y se publicó en "El País" el 15 de septiembre pasado. Lástima que la columna desarrolle más el título, que es lo normal, que el primer párrafo, sobre el totalitarismo, que es el tema que a mí me interesa y que ha sido poco comentado: "Es posible que en los últimos tiempos estemos viviendo en Cataluña una suerte de totalitarismo soft; o, por usar de nuevo el término de Pierre Vilar, una suerte de “unanimismo”: la ilusión de unanimidad creada por el temor a expresar la disidencia. El instrumento de esta concordia ficticia no es la violencia, sino el llamado derecho a decidir".  Últimamente Artur Mas me ha recordado a Nicolás Maduro, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Y su episodio del pajarico bajo cuya forma se le apareció el finado Chávez es de la estirpe de la experiencia religiosa de Bergoglio al cabo de su elección por el cónclave:
-- A Lei è mai capitato?
--«Raramente. Per esempio quando il Conclave mi elesse Papa. Prima dell’accettazione chiesi di potermi ritirare per qualche minuto nella stanza accanto a quella con il balcone sulla piazza. La mia testa era completamente vuota e una grande ansia mi aveva invaso. Per farla passare e rilassarmi chiusi gli occhi e scomparve ogni pensiero, anche quello di rifiutarmi ad accettare la carica come del resto la procedura liturgica consente. Chiusi gli occhi e non ebbi più alcuna ansia o emotività. Ad un certo punto una grande luce mi invase, durò un attimo ma a me sembrò lunghissimo. Poi la luce si dissipò io m’alzai di scatto e mi diressi nella stanza dove mi attendevano i cardinali e il tavolo su cui era l’atto di accettazione. Lo firmai, il cardinal Camerlengo lo controfirmò e poi sul balcone ci fu l’“Habemus Papam”» (La Reppublica. Entrevista de Scalfari al Papa) (*)

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(*) Traducción de ABC «Cuando el Cónclave me eligió Papa, antes de aceptar pedí a los cardenales retirarme unos minutos en una sala contigua. Mi cabeza estaba absolutamente vacía y me había invadido una gran ansiedad. Para superarla y relajarme, cerré los ojos y desapareció todo pensamiento, incluso el de negarme a aceptar el cargo, como permite el procedimiento litúrgico. Cerré los ojos, y dejé de sentir cualquier ansia o emotividad. En un determinado momento me invadió una gran luz. Duró un instante, pero me pareció larguísimo. Después la luz se disipó y yo me levanté con rapidez. Fui a la sala donde me esperaban los cardenales y hacia la mesa sobre la que estaba el acta de aceptación. La firmé, el cardenal camarlengo añadió su firma y después, en el balcón tuvo lugar el ‘Habemus Papam’».

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