8.11.13

Post 1066: Fin

Hoy es el día de los Santos Mártires Coronados. Me suena haber pasado por donde se supone que están sus restos, en Roma, cerca de San Giovanni in Laterano (San Juan de Letrán). I Santi Quatri Coronati eran en realidad 8, pero eso no importa ahora tanto como el hecho de que para los romanos "coronados"  implica, como la palma, el martirio. Todos los santos que llevan corona y/o palma en su representación es que sufrieron tormento, pero no como el que quien más quien menos se sufre a diario sino un tormento de martirización con su agonía lenta y atroz. Los que concelebramos hoy fueron comidos por los perros, pero los hubo comido por los leones. Hace un tiempo se hicieron unas versiones discotequeras de canto gregoriano, pero no oí ninguna tan satánica como la que encontré del salmo 22, aquel introito que dice: "Libera me de ore leonis, et a cornibus unicornium humilitatem meam" (*). Mejor es la versión de los monjes de Silos  "De ore leonis libera me domini". Al parecer era la cancioncilla que cantaban los mártires cristianos en el circo, poco antes de que soltaran a los leones para que se los comieran. "Líbrame señor de la boca del león".
Esa frase también serviría para rogar que se nos librara de la calumnia y de las malas palabras, y es una de mis plegarias preferidas, puesto que yo no temo la boca de león alguno, pero sí temo algunas veces lo que sale de la boca de algunas personas, sobre todo cuanto se tuerce. Al principio de mi paso por este lugar hace más de 6 años yo hubiera buscado denodadamente una buena y santa versión del canto gregoriano. Y hasta hace un año también, incluso hasta hace una semana. Pero ya no tengo ganas. Y esa señal, junto con otras señales no menos indelebles, me determinan a poner punto y aparte en el blog.
Ha pasado por aquí gente que tuvo a bien dejar sus comentarios y guardo muchos y hasta buenos recuerdos de los que dejaron Manolotel, Cerillo, Ana de Buenos Aires, Aviador Capotado, Julia, Poz, Hernán, Crítico Constante, Luisa Cuerda, Francisco M. Ortega Palomares, Alejandro González Terriza, Segundo Piloto, Odisea, Pilar, Sergio y otros tantos. Atendiendo al post de ayer, El triple embudo, pienso que el primer filtro (el de la verdad) ha funcionado casi siempre, por lo menos en la medida de mis posibilidades, con las deficiencias propias de mis faltas de precisión y de conocimientos. El embudo de la bondad y el de la utilidad creo que también han funcionado. Por lo menos mis posts han servido para dar testimonio de una época, aunque no pretendiendo generalizar mi forma de ver las cosas.
En general estoy satisfecha con el servicio o el producto que he hecho y aunque no he obtenido éxito más allá de esta satisfacción íntima y del deber cumplido, pienso que sirve aún como ejemplo (no como modelo) de lo que se puede llegar a escribir. La imagen de hoy es una imagen de esta tarde de la vista que tengo del Tibidabo. Tengo detrás de mi mesa de trabajo otra vista, la de una gran parte de Barcelona y Badalona, pero salvo algunas ocasiones en que hay arco iris o tormenta o un suave atardecer sobre el Mediterráneo libre de la boina de contaminación verdosa, siempre prefiero las puestas de sol tibidábicas. La línea del horizonte parece un recortable, una sombra china, una de aquellas siluetas del gusto centroeuropeo. Y con una buena cámara se puede captar con mucho detalle el lomo erizado de Collserola. La línea del horizonte hace pensar en la lejanía, en la intemperie, en el sol, que es lo que rige sobre nuestra geometría. Me gustan esos pinos que reciben las últimas caricias de la luz. Y aunque la foto es más bien pobre, sirve como prueba de lo que quiso ser el *Álbum del tiempo, un lugar donde el momento -como quiso Schubert- es supremo. Muchas gracias a todos.



(*) Se suele traducir como "Sálvame de la boca del león, salva a este pobre de los toros salvajes".

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