2.7.14

Post 1067: ¿Qué hay más preciso que la precisión?

No wonder we hate poetry,
and new stars and harps and the new moon. If tributes cannot
be implicit,

give me diatribes and the fragrance of iodine,
the cork oak acorn grown in Spain;
the pale-ale-eyed impersonal look
which the sales-placard gives the bock beer buck.
What is more precise than precision ? Illusion.
Marianne Moore (*)


as últimas semanas estuve con mi proyectillo de las Raras aves, el cual en un principio parecía que iba a buen ritmo pero que hace unos días se estancó. No creo que se deba a la incorporación de Paco, el pavo real retrosexual que un principio puso sus ojos en Fermina la gallina hasta que vio a la ñandú. Está claro que así como Jorge Luis Borges dejó dicho que hay que elegir muy bien a los enemigos porque uno se acaba pareciendo a ellos, también es verdad que hay que elegir muy bien a las parejas, aunque por diferentes razones.
Ya sabía yo que la humanidad había sido nefasta para los reinos vivientes que nos acompañan en nuestro viaje alrededor del sol, especialmente para los animales, pero también para los vegetales y los minerales. Y sin embargo nunca había sido tan plenamente consciente como hace unos días, cuando quise dibujarme con una parte de los personajes (Rufus, Trini, Paco, Genaro y Fermina). Ese tema aún anda algo tierno, evanescente y desvalido, de manera que lo dejaré reposar o avanzar sin aplicar ninguna presión.
Servidora, que -como muy bien se habrá podido desprender de este blog- no es de libros de "autoayuda", sí recomendaría vivamente La ley del espejo de Yoshinori Noguchi. Es un cuento donde se explica como alguien ve a través de lo que le pasa a su hijo el dolor que pudo causar a su vez a su propio padre. De ahí el título, que nos recuerda que las situaciones nos devuelven una imagen de nuestro propio conflicto. Algo que no incorpora ninguna novedad a lo que ya decían los olvidados filósofos griegos, por cierto, para quienes las cosas además eran según la opinión que sacábamos de ellas. 
Mis pájaros me han hablado de la espantosa soledad, como especies, a la que les hemos condenado unos y otros. Por no decir nada de la supervivencia, ya que son especies amenazadas todas aquellas que no están destinadas al descomunal consumismo humano. Y habiendo llegado a esa certeza no he podido seguir por el momento adelante con la broma, aunque sé que habrá un cambio de rumbo. Mi visita al Zooilógico de Barcelona para poder ver las avestruces y los pavos reales en movimiento y no en Youtube me causó una gran tristeza. Permitan que les confiese que he estado tentada de volver sólo por visitarlos, como visitaba de niña a mi abuela Consuelo, que tampoco parecía tener mucho que hacer en este mundo. En realidad también la habían sacado de su mundo o su mundo simplemente se había extinguido. Y lejos del modismo del pulpo en el garaje, la música para camaleones o el elefante en la cacharrería, habría que referirse lisa y llanamente a lo que se espera de un rinoceronte en un parque zoológico.
A diario tenemos la ocasión, y no solo cuando tenemos que tratar con nuestros enemigos, de encontrarnos con seres que nos puede parecer que no tienen suficiente vigor mental. Y no me refiero solo a los niños o a los viejos seniles, a los impedidos y mermados o a los jefes en general, me refiero a nuestros "iguales". Entonces la ley del espejo se me hace añicos cuando pienso en qué imagen le devuelve el reflejo al que se piensa que los demás somos tontos o que él/ella es listo. Probablemente acabará sabiendo que ante la grandeza de la vida el conocimiento humano es ínfimo, poco más que nada.
Hay un subgénero de listos tontos que es el de los falsos, tema en el que me temo que también excelieron los griegos. Y por falsos no me refiero a los que están en un error sino a las personas que nos quieren mantener a los demás en un error para engañarnos. En algunos casos la mera sospecha solo consigue pringar al más indefenso. Y aquí tengo que decir que si bien siempre sigo el consejo de Voltaire ("Aime la vérité, mais pardonne à l'erreur", esto es: Ama la verdad y perdona el error), me resulta extraordinariamente difícil perdonar el engaño.


(c) SafeCreative 1406011156061


____________
(*)
At first I thought a pest
Must have alighted on my wrist.
It was a moth almost an owl,
Its wings were furred so well,
with backgammon-board wedges interlacing
on the wing --

like cloth of gold in a pattern
of scales with a hair-seal Persian
sheen. Once, self-determination
made an ax of a stone
and hacked things out with hairy paws. The consequence --our mis-set
alphabet.

Arise, for it is day.
Even gifted scholars lose their way
through faulty etymology.
No wonder we hate poetry,
and new stars and harps and the new moon. If tributes cannot
be implicit,

give me diatribes and the fragrance of iodine,
the cork oak acorn grown in Spain;
the pale-ale-eyed impersonal look
which the sales-placard gives the bock beer buck.
What is more precise than precision ? Illusion.
Knights we've known,

like those familiar
now unfamiliar knights who sought the Grail, were
ducs in old Roman fashion
without the addition
of wreaths and silver rods, and armor gilded
or inlaid.

They did not let self bar
their usefulness to others who were
different. Thought Mars is excessive
in being preventive,
heroes need not write an ordinal of attributes to enumerate
what they hate.

I should, I confess,
like to have a talk with one of them about excess,
and armor's undermining modesty
instead of innocent depravity.
A mirror-of steel uninsistence should countenance
continence,

objectified and not by chance,
there in its frame of circumstance
of innocence and altitude
in an unhackneyed solitude.
There is the tarnish; and there, the imperishable wish.

Marianne Moore, Armor's Undermining Modesty


Al principio pensé que un bicho | habría aterrizado en mi muñeca. | Era una polilla, casi un búho, | con alas de hermosa piel peluda, | y cuñas de tablero de backgammon | entrelazadas sobre el ala || como un paño de oro con diseño | de láminas y un lustre de pelo de foca | persa. | Una vez, el tesón | fabricó un hacha de una piedra | y esculpió objetos con zarpas peludas. El resultado: | nuestro desordenado alfabeto. || Levantaos, porque es de día. | incluso los eruditos más dotados se pierden | con falsas etimologías. | No es de extrañar que odiemos la poesía, | y las estrellas y el harpa y la luna nueva. Si los elogios no pueden | ser implícitos, || dadme diatribas y la fragancia del yodo, | la bellota del alcornoque de España; | la mirada impersonal de ojos rubio cerveza | que le da al ciervo el anuncio de cerveza alemana. | ¿Qué es más preciso que la precisión? La ilusión. | Conocemos caballeros, | no tan populares como aquellos que buscaban el Grial, eran | duques a la antigua usanza romana | sin el añadido | de las guirnaldas y cetros de plata, y el dorado | damasquinado de las corazas. || Ellos no renunciaron | a ser de utilidad a los que eran | distintos. Aunque Marte sea excesivo | en la prevención, | los héroes no tienen necesidad de escribir una lista de atributos para enumerar | lo que odian. || A mí, lo confieso, me gustaría | charlar con uno de ellos sobre el exceso, | y de la desarmante modestia de la coraza | en vez de la depravación inocente. | El desinterés de un espejo de acero debería favorecer | la continencia, || objetivada y no accidental, | ahí en ese marco indispensable | de inocencia y elevación | en una genuina soledad. | Ahí está la pátina opaca y del deseo incorruptible.


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