3.10.14

En el quinto pino de Neverland

ltimamente estoy encontrando muchas cosas. No me refiero a esos calcetines que se quedan solos como si su pareja la hubiera abducido la lavadora. Tampoco me refiero al maldito tubo de pegamento. Siempre que necesito pegamento debo comprarme un tubo nuevo. Luego aparecen pero nunca todos y además aparecen cuando no los necesito. Es una maldición como debe serlo mi imposibilidad para que me vengan a la punta de la lengua las palabras "franquicia", "puntal" y "acanto" cuando las necesito, que suele ser más menudo de lo que nadie estaría dispuesto a creer. Esta condición mía no solo no mejora sino que empeora. Y aunque cada vez me cuesta menos invocar esas palabras, me van desapareciendo otras y pronto leeré en algún diario que ello es signo de degeneración cerebral y que me quedan todo lo más 8 años de vida.
Entre las cosas que he encontrado está un par de fotos de Concha Vázquez, la mujer del pintor Manuel López Garabal, que conocí el año de su muerte. Y una imagen de la Mixirica que bien podría ser de los años 50. La Mixirica era el lavadero público que quedaba más cerca de la casa de mis abuelos de Finisterre. Y yo había ido allí muchas veces con alguna de mis tías, acompañándolas, mientras lavaban. En casa de mis abuelos hasta los años 70 no hubo agua corriente por cabezonería del propietario. Finalmente, si no me equivoco, la tía que estaba al cuidado de mis abuelos le montó un pollo tan mayúsculo como sentido y justo, porque mi abuela estaba enferma y ella misma no podía andar bien por las secuelas de una poliomielitis.  De todas maneras, luego el agua corriente tampoco es que estuviera garantizada porque en Galicia era normal que si en un mes no llovía ya faltase el agua. No habían los embalses de otras regiones de España. Por esa razón y por muchas más una le tiene bastante rabia a los de la campaña #icebucketchallenge "contra la ELA" (esclerosis lateral amiotrófica), tontería de la que ya apenas se habla a no ser que haya alguna que otra víctima por tamaño desatino.
Y hoy he encontrado  algo que a una buscadora como yo le resulta más que un tesoro. Quise localizar a Rosaura Rubio Suriñach, una bibliotecaria que trabajó en el Institut Municipal de Salut Pública, institución que provenía del Institut Municipal d'Higiene decimonónico y que creo que ahora está diluído en una Agència. Rosaura se jubiló un poco antes de tiempo porque le vivían sus padres y aunque habían disfrutado de una senectud muy serena y ya nonagenarios jubaban tranquilamente al mus (si mal no recuerdo) con toda claridad, una cadena de acontecimientos los precipitó al final de su vida no sin padecer heridas complicadas, etc. De todo ello guardo en la memoria el relato exacto que me iba participando Rosaura. Tiempo después, cuando ya los padres habían muerto, uno detrás de otro pero con pocos días de diferencia, me la encontré cerca de Rambla de Catalunya y nos tomamos algo en el Hotel que creo que llamamos Gallery, en la calle Provenza.
Hoy encontré a través de su nombre un Registro nacional de extranjeros que tiene documentación microfilmada digitalizada de los movimientos migratorios a México entre 1854-1942. Creo que no le importará que sepamos que el día 3 de noviembre hará 83 años que nació. El 23 de enero de 1948 salió de Cuba y previo pago de una tasa de 200 $ fue admitida en México, país que según ese Archivo recibió en el intervalo de años mencionado a 45.000 españoles y a 4.000 cubanos. Naturalmente el año 1959 recibirían montones de cubanos, a causa de la revolución y sus expropiaciones y purgas.
No sabía que Rosaura había vivido en Cuba, pero sí sabía que había vivido en México, porque cuando compartimos aquel ratito en el Gallery me comentó que se había ido a pasar allí un año, tras morir sus padres. Es mi costumbre no hacer preguntas y siempre quedarme con lo que me explican, que en este caso estoy convencida de que se puede explicar hasta a un niño. Otra cosa más que recuerdo de Rosaura es que me dijo en alguna ocasión que provenían de Valencia, de lo cual no estoy tan segura como de todo lo demás.
En cualquier caso lo que es difícil de olvidar es que siempre me resultó una mujer elegante, detallista, nada cursi, vital y  amena. Así como encontré su documentación de hace tantos años, espero poderla encontrar a ella.
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Sirva hoy este ir y venir de personas como reflexión de que las continuas corrientes migratorias entre Europa y América me hacen inverosímil algunas posiciones indigenistas contra la España conquistadora. En parte porque los descendientes de los conquistadores son en más de una ocasión los mismos que los maldicen. Este tema nos llevaría ahora muy lejos y a jardines donde los senderos se bifurcan hasta el quinto pino.





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Este post ha tenido continuidad en el "Post 1145: Ab imo corde" y "Eva" y Ena Suriñach. Razón por la cual post data indico que el viaje a México el año 1948 no era como dice el registro por emigración, tampoco por exilio, es porque los padres de Rosaura eran artistas. Cantantes de ópera. Entonces España no mantenía relaciones diplomáticas con México pero sí con Cuba, por lo que la familia Rubio entró a México a través de Cuba.

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