16.11.14

El anticiclón de las Azores

Não têm uma hora certa
Mas quando se começam a juntar
Os Males do Mundo
É quando o bem se interessa
E encontra uma porta aberta, num lugar
Que era bem escuro
Os males do mundo (Madredeus)



Hablaba hace un par de meses con una enfermera de mi Hospital que tiene un cargo medio-alto. Le explicaba que aunque el principal y casi único incentivo de mi trabajo ha sido y es el trato con el público, había notado en los últimos años unos cambios en mi entorno que difícilmente hacen las relaciones laborables posibles. Cuando yo empecé a trabajar, primero en el Hospital de Bellvitge, en el año 1985, con 25 años recién cumplidos, todo el mundo me conocía. Yo presentaba algunos médicos a otros médicos porque ellos, si no tienen pacientes comunes, es raro (aunque no imposible) que se traten. Cuando llegaba el final de una promoción M.I.R. lo notaba porque se me malhumoraban mis médicos jóvenes, pero en cuanto les hacían un contrato ni que fuera para hacer guardias, ya volvían a ilusionarse. Y me invitaban a un pincho de tortilla de patatas revenida en el bar que teníamos al lado de la Biblioteca.
El año 2005 tomé posesión de una plaza en el Hospital Vall d'Hebron, en una convocatoria que ganamos 85 personas, se declararon desiertas unas 20 plazas y se habían apuntado unas 3.500 personas. Me decidí a moverme por tres razones: 1) porque profesionalmente no tenía la más mínima oportunidad de ser promocionada en el Hospital de Bellvitge; 2) porque se estaban empezando a jubilar los médicos, celadores y administrativos que eran mi referente; 3) porque me quedaba más cerca de mi casa. El Hospital Vall d'Hebron, sin entrar en detalles, es peor que el Hospital de Bellvitge. No para los enfermos, tal vez, pero para mí sí. Acaso, no lo sé, se debe a que al ser una organización más vieja y más grande, sus males (si los tiene) están más enraizados y son más inmanejables. Ese, les aseguro que no es mi problema desde hace muchísimo tiempo. O, por así decirlo, no hago de ese problema un problema mayor de lo que es.
El hecho de que se haya reducido a raíz de la crisis la base de la pirámide, no la capa superior jerárquica, que apenas se ha tocado, es algo en lo que no me detendré. Sí me merece un gran interés que tengamos tantísima gente de paso ya sea en prácticas, realizando el M.I.R. y equivalentes, rotando desde otros hospitales o simplemente con becas o sucedáneos que permiten que haya mano de obra barata en proyectos y empeños y ensayos que mueven efectivos y mantienen la maquinaria institucional engrasada.
La gente que está de paso como es obvio ya hace tiempo que se dio cuenta de que su esfuerzo no será reconocido más que con alguna merienda de despedida y en el mejor de los casos con un discurso de algún director cuando el reemplazo es masivo. Los contratos que les ofrecen y no a todos, por tener alguna continuidad económica, después de obtener el título de especialista o después de haber leído la tesis doctoral, me llenan de vergüenza, indignación, rabia o asco según el día
Me comentaba la enfermera a la que me referí al principio que incluso entre ellos, entre los residentes, las relaciones laborales también se han desleído. Aunque no se puede hablar propiamente de hostilidad, sí que hay que hablar de rivalidad o de suspicacias. Naturalmente siguen creándose grandes amistades y también parejas, pero en general las relaciones laborales créanme que ya no son como lo fueron.
Los amigos que yo he hecho en el trabajo ha sido después de muchos años de trato, de respeto profesional y de haber pasado por experiencias que nos han unido. Por lo tanto lo que hecho de menos no es hacer amigos sino tener unas relaciones laborales de mayor fluidez o simpatía, de confianza. Ay, la confianza...
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Casi a diario como con gente joven, investigadores predoctorales y postdoctorales que provienen de disciplinas no médicas. Al principio de trabajar en el HVH, también conocido como Valle Cabrón y Valle del Bronx, pasé 4 años en Investigación y conozco su trabajo, sus preocupaciones y su caldo generacional. Así que cuando estos días he leído íntegro el blog Azures (Açorianidade), mucho de lo que allí me encontré me resultó tremendamente conocido. Por eso no voy a caer en la broma consabida de hacer una broma entre el Programa Eurodysseé y Eurodisney. Ya bastante coraje me da la expresión "grupos con riesgo de exclusión social" como para referirme al eufemismo de la "Integración en el mundo laboral de jóvenes de diferentes ambientes y con diferentes experiencias educativas".
La autora del blog es una bióloga treintañera valenciana que domina su lengua, en los dos sentidos de "dominar" una "lengua". Aunque se me ocurre un tercero que no es al caso. Seriedad. Ustedes no se pueden imaginar lo bien que me lo paso cuando encuentro un texto bien escrito, fresco, lleno de ocurrencias y desprovisto de todas las afectaciones que se le suponen a una persona literariamente cultivada. Cuando precisamente el otro día me lamentaba de la menopausia y la endogamia cultural -que solo abandonamos por cierto para un mesticismo místico-étnico-benettónico o para apropiarnos citas de Chesterton y Coelho- no me esperaba que mis plegarias fueran atendidas así, con un pedazo de blog iridiscente, neurodivertido, vivencial, muchas veces valencianamente psicodélico. Está una harta de zorras escocidas y falsas. Y me perdonarán los que no saben que en los 1475 posts de este blog solo han pasado 4 palabras fuertes y 3 insultos. Que yo no dominaré mi lengua pero sí las matemáticas.
Todo el talento que le sobra a M.S.L. sé que lo sabrá entregar y espero que la vida le ayude donde no le ayuda este país de los G20.
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No es de extrañar que fermente en este orden de cosas un movimiento como Podemos, con gente alrededor de la treintena, con un discurso más despepitado que otra cosa. Lo que me extrañaría es que con gente de los 80 tan preparada y baqueteada calasen esas consignas populistas.

Retalito de tela fallera

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