14.12.14

El metro cuadrado

"-¿Qué es lo que me da usted aquí? -dijo-.
No pido una limosna, sino las cosas
que no pertenecen a usted..., las cosas que por su condición
le ha sacado usted a mi marido...
a ese hombre débil y desgraciado... Cuando el jueves la vi
a usted con él en el muelle llevaba usted broches
 y pulseras de alto precio. ¡Así, pues, de nada le
vale hacerse la inocente conmigo! Se lo pido por
última vez, ¿me da esos regalos o no?"
Antón Chéjov, La corista.

iempre que voy al Coll me desoriento, o desnorto habría que decir. En vez de bajar por Horta me desvío hacia Gracia. Algún día lo conseguiré.
Los turistas se llevan una idea de Barcelona que a mí ya me parece bien porque de manera egoísta pienso en lo agradable que resulta caminar lejos de las cafeterías que pertenecen a cadenas, de las tiendas que pertenecen a franquicias y de las calles que pertenecen a las infraestructuras municipales (y no al revés). Por acá solo se podría descolgar algún turista muy perdido y eso porque queda cerca el Parque Güell.
Fui totalmente consciente de lo sobrevalorado que está el Ensanche (Eixample) desde que oí a una comunista que trabajaba conmigo que su ideal era tener un piso en allí, a poder ser un ático. Naturalmente se refería a la Derecha del Ensanche, que para los que no conocen Barcelona tiene un nivel superior al de la Izquierda y ya no digamos la Nueva Izquierda. De hecho la situación del Hospital Clínico y la prisión Modelo en la Izquierda o la del Conservatorio y la Universidad en la Derecha no es algo insignificante ni accidental.
El distrito representa una época de Barcelona, como lo fueron la de la calle Montcada en el siglo XV y el carrer Nou en el siglo XVIII, pero siempre en relación a una clase social en sentido amplio burguesa. Hace un tiempo recogí aquí (Horror vacui) unas cuantas imágenes de los "sombreros", remontes y añadidos al Plan de Ildefons Cerdà, que originalmente era un modelo de urbanismo higiénico y social. Pero se olvida muchas veces que el plan Cerdà también queda disminuido ante ensanches como todos los que se hicieron a semejanza del francés en Europa. A pesar de que hay algunos edificios dignos de ser recordados hasta en sus mínimos detalles no nos podemos abotargar por el saber hacer de los oficios y deberíamos admitir que a alguno le ocurre lo que aquellas casas que se construyeron de muy buena fe en la costa o en la montaña como segunda residencia.  Chalets suizos pequeñitos con 7 u 8 mansardas, techos de pizarra donde nunca nevó ni nevará, palazzos con un jardincillo minúsculo con hortensias, o villas cargadas de balaustradas para rodear un área de la que en proporción solo podría colgar un balcón y eso con poca gracia. El Eixample se quedó en un Haussmann pequeño. Si podría hablar de alguna de sus bondades me encallo en el fastidio que produce salvar chaflanes andando estrambóticamente, como andaban los invitados del jardín imposible de "Mon oncle" (Jacques Tati, 1958). Al lado del jardín de su hermana, la casa de Jacques Tati es una verdadera delicia, a pesar de los vericuetos que tiene que salvar para alcanzar su buhardilla.
La especulación inmobiliaria se ve corregida y aumentada por las comprensibles pretensiones de los propietarios y por la mezquindad de los recaudadores de los impuestos sobre los bienes inmuebles, pero lo sorprendente no es eso. Lo sorprendente es que haya quien tenga como máxima aspiración alcanzar un estatus que le permita vivir en la Derecha del Ensanche, algo que a su vez no es ajeno a la idea de desempeñar un trabajo en cualquiera de las profesiones liberales que permiten una vida holgada pero la buena conciencia de hacer algo útil y fino.
A mí me gusta perderme por los barrios de Barcelona, los que rodean el Eixample. Para mí no son menos Barcelona que lo que llamamos Barcelona, sino que son incluso más Barcelona. La Barceloneta, el Poble Sec, el Raval, la Ribera, Gràcia, Sarrià, Poble Nou, Sans, Sant Andreu, Horta, el Carmel y el Coll apenas reciben visitas de los turistas, de los fotógrafos tampoco. Ya no digamos Nou Barris. 
No creo que nunca se ponga de moda el Coll como se puso Montmartre. O el barrio rojo hamburgués.

 En el Coll. Carrer Móra d'Ebre. Barcelona
Foto de móvil: Domínguez

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