22.12.14

Experimentados, expertos y escarmentados


Quiero partir de la base de que el lector ya sabe la diferencia que hay entre ser experimentado, experto y escarmentado.
Tal vez hubo un tiempo en que la experiencia estuvo sobrevalorada. En muchos oficios la experiencia no lo era todo pero era mucho. Ese valor ha cedido espacio a las habilidades sociales. Tener una agenda de contactos o muchos seguidores serían los indicadores máximos y vienen a relevar o revelar o rebelar a lo que en otro tiempo sería la buena fama lironda, la cual se trasmitía de boca en boca o porque se le hacían reconocimientos públicos a la persona en cuestión (premios, calles y hasta plazas, etcétera). 
No voy a hablar de mi oficio, que ahora ha perdido a mi entender mucho de su dignidad -si es que algún día la tuvo- con la matraca de la mercadotecnia, los freebies y la bibliocosmovisión. Pero puedo hablar de los profesionales que tengo más cerca y decir que en Medicina abundan un género de pseudodivinidades que de acuerdo con la bibliometría son eminencias de su saber, el cual por otra parte es casi siempre muy específico, muy limitado a un área que no es suficiente por sí sola para atender un enfermo. Armonizar la parte de la comunicación -Publish or perish-, la docencia, la gestión y la asistencia es titánico o hercúleo, y me temo que aunque hay algunos médicos que lo consiguen siempre es de una forma monstruosa, esto es atrofiando una buena parte de su personalidad e hipertrofiando otras. El hecho de que la oferta atienda la tiranía de la demanda (una demanda además especulativa) es un tema que merecería dos o tres posts aparte, cinco telediarios y trescientos tuits. Yo prefiero como médico para mí uno que no publique mucho.
Hace un tiempo, cuando me preguntaban por un buen especialista a quien recurrir más o menos podía dar una respuesta. Actualmente no la puedo dar porque intervienen demasiados factores y todos ellos cambiantes. Lo que un día es de una manera al día siguiente puede ser de otra manera, eso sin entrar si es mejor o peor. Lo bueno de los sistemas "estables" es que se pueden considerar sus resultados seriamente. Por ejemplo, no es posible valorar el rendimiento de un sistema educativo cuando no permanece el tiempo suficiente para que dé frutos. O no hemos percibido plenamente el desmantelamiento o la demolición de la sanidad pública porque hasta hace poco hemos ido disfrutando de la buena salud que nos había permitido tener el sistema nacional público. La elongación de las listas de espera quirúrgicas, su entelequia, suponen una peor condición de los pacientes y por lo tanto unas intervenciones con peor pronóstico y convalecencia. Hay cifras de las fugas de muchos casos a la sanidad privada, casi siempre dotadas con los mismos médicos que hay en la pública. Pero lo que no se dice es que la sanidad privada no lo cubre todo. O se dice pero solo cuando se presenta la ocasión ineludible.
Como me resulta muy difícil hacer favores más allá de lo que está en mis manos suelo por lo tanto responder, cuando alguien me pide consejo, que no sé. Contesto pero no sé e incluso cuando creo saber no contesto. Ya siempre he evitado hacer favores a terceros y pedir favores a terceros porque los favores hay que pedirlos a quien los puede hacer no a quien conoce a quien los pueda hacer. No sé si me explico. Naturalmente si alguien se quiere meter en un berenjenal, de esa manera tiene un desastre asegurado o bien obtendrá sinsabores y algún disgusto que otro.
Que simplemente para darse de alta de una compañía telefónica o de gas o de electricidad y para elegir la tarifa idónea haya que contar con todo un cúmulo de picardías, trucos, destrezas, informaciones y escarmientos, requiere un tiempo y unas ganas que poca gente es capaz de dedicarle. Por otra parte, aunque le dedicáramos ese tiempo a estudiar y negociar una tarifa, probablemente sería objeto de especulación mercadotécnica y no nos la mantendrían más allá de lo contratado. Nos pensábamos que con más compañías habría más competencia (en la teles, en los teléfonos, en los seguros), pero no está tan claro. De la misma manera, cuantas más panaderías hay más caro es el pan y no siempre es mejor.
A veces me temo que mi enciclopedia adopta formas de tribuna o de púlpito, cuando defiendo vivamente algo en particular o en general o porque como el fraile culterano Paravicino puede parecer que me enredo en disquisiciones enrevesadas, parabólicas y retóricas. Pero la verdad de la verdad es que solo pretendo ahuyentar toda esperanza de que la claridad sea alcanzable o descartable. El escepticismo incluso me parece tan ingenuo como la mismísima ingenuidad. 
El relativo éxito de Podemos es la facilidad con que emite o excreta enunciados claros de validez universal. Tan claros como discutibles e insoportablemente lenes.
A Aristóteles le debemos la palabra entelequia, y yo digo que el futuro hoy más que nunca es una entelequia.

"I know what I said ten minutes ago. That was the old me talking." (*)


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(*) Sé qué es lo que dije hace 10 minutos. Era mi viejo yo el que hablaba.


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