15.3.15

Recurrencias y ocurrencias

"Y después también un… poner
 también una pica en Flandes  para que… bueno…
 todo esto bueno yo os lo he dicho
 un poquito para que los investigadores aprendan
  a hacer estas cosas pero que yo creo que también
  desde nuestras universidades en España como
 se viene haciendo en el extranjero es hora de que llevamos
 ya varios años hablando sobre el tema de...
 datos, datos en abierto, publicar datos
 pero eh es hora de que hagamos algo en nuestras
 universidades, es hora que desde las bibliotecas
 se fomente el trabajo con… de cerca con investigadores
 con datos para facilizarles [sic] un poquito este
 tipo de retos que hemos hablado y bueno... es un poquito todo, cualquier pregunta. "
(Jornada FOSTER (*) Formar a los jóvenes investigadores en el acceso abierto al conocimiento. Universidad Complutense de Madrid 23-10-14 (45:05)


entro de las relaciones personales como en las relaciones laborales a veces tenemos la sensación del déjà-vu, de que una discusión ya se había recorrido o un tema que ya se había superado vuelve a reaparecer de forma inverosímil pasado un tiempo, de forma recurrente. De vez en cuando alguien se vuelve a arrogar el invento de la rueda con pueril alharaca, congresos, jornadas y eventos. Esto, según tengo reflexionado, se podría remediar siempre que cuando acometiéramos un tema no diéramos por sentado que es nuevo y que nadie más lo ha trabajado. A veces hay estudios que trabajan en paralelo, cada cual en una disciplina y construyendo toda una terminología que los hace incomprensibles entre sí o por lo menos impermeables. Esto ocurre, según yo he observado, a veces, entre la Medicina y la Enfermería. Pero no quiero poner ningún ejemplo porque eso sería tanto como señalar nombres y ser antipática. Otras veces hay estudios que simplemente obvian los experiencias o investigaciones previas porque se consideran superadas y se desestima su revisión. Pero la rueda ya está inventada.
La transcripción procede de una presentación de Luis Martínez-Uribe en la Jornada Foster de octubre pasado en la Universidad Complutense. Es un buen ejemplo de reinvención de la rueda pero también de que se le dé un papel casi exclusivo y delantero a las universidades en investigación, aunque sea por antonomasia. No solo se investiga en las universidades. Eso primero. Y, segundo, hace décadas que en muchas publicaciones, especialmente las norteamericanas, se habló de "bibliotecarios clínicos". De la misma manera que en el diagnóstico se consideraba determinante el uso de las tecnologías de la imagen y de laboratorio, también se observó que las fuentes bibliográficas eran muchas veces no ya de gran ayuda, sino concluyentes y se cuantificaron hasta demostrar que eran las más económicas. Se consideró que el bibliotecario tenía que trabajar más estrechamente con los clínicos para ayudarlos en el día a día y no solo " a toro pasado", cuando los casos ya habían sido resueltos, tabulados y discutidos para su publicación. Una de las bibliotecarias que en aquel entonces estaba por esos temas es ahora la autora norteamericana más citada en open data, Carol Tenopir
Donde Luis Martínez-Uribe pone una pica en Flandes yo entono un mea culpa. Tópico por tópico. En los años noventa colaboré con un grupo de investigación en la recogida de datos para una serie de unos cuatro mil pacientes con trastornos lipídicos. Aunque en más de una ocasión se me dio a entender de forma inequívoca que sin mí no se hubiera podido hacer el estudio principal, cuando se publicó el primero observé con amargura que entre los autores no estaba yo y además había alguno que no había hecho nada. Y cuando digo "nada" es nada. Esto mismo o parecido me ha ocurrido más veces y he llegado a varias conclusiones: que entre los autores siempre hay menciones por favores debidos, que no he sabido hacer valer mi trabajo y que la "ciencia" desde el punto de vista social anda muy atrasada. También podríamos hablar del famoso "techo de cristal" que sufrimos si no todas las mujeres las que somos tontas y no sabemos hacer que nuestro saber y nuestras labores sean reconocidas. Por eso hablo de mi culpa. 
Pero también hablo de que hay picas cargadas de arrogancia. Por lo menos en mi entorno siempre he observado que los bibliotecarios han colaborado con sus usuarios más allá de lo que se les pedía incluso. Sería injusto olvidar que muchísimas veces hemos obtenido un reconocimiento entre los agradecimientos de las publicaciones o las tesis, o que incluso se nos ha incorporado para dar alguna leccioncilla en algún programa de doctorado en el que se incluía la documentación. 
Una de las plumas neurocientíficas más ilustres que tenemos en Barcelona, que tiene unos 800 artículos en su haber, me oyó una vez emplear la palabra "profesional" para referirme a una colega. Y me dijo, "cuando dices profesional me recuerdas a las señoras que van a visitarse con mi mujer en Drassanes". Se refería a las prostitutas que atienden en el Centro de Atención Primaria de Drassanes, Centre de Prevenció i Control d'Infeccions de Transmissió Sexual, que se presentaban como "profesionales". Otro catedrático también me dijo una vez que "las bibliotecarias nunca irían en Mercedes". Y por el estilo tenemos infinidad de anécdotas más o menos malapáticas y malalácticas.
Este tipo de comentarios cuando una es joven le repatean pero con el tiempo se aquilatan y si bien nada los desprenderá de todo el veneno y la saña que llevan inoculados, incluyendo a las bibliotecarias, las putas y los Mercedes, hay que reconocer que al lado de la cruel realidad son hasta delicados, blandos, jocundos.
Entre recurrencias y ocurrencias va apareciendo alguna pica flamenca que pretende abrirnos los ojos a la "modernidad" y a un manojillo de gadgets, casi siempre traídos desde el extranjero, porque naturalmente "lo sant quan més lluny més miraculós".


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(*) Facilitate Open Science Training for European Research (FOSTER)