10.6.17

Post crudo

"¿Por qué no habla? ¿Por qué no se hace oír?, me preguntan
 con creciente insistencia en las cartas que recio de lectores
 desorientados por las continuas polémicas surgidas en
 torno a mí y a mi trabajo. He pensado en estas preguntas
 cuando hace un par de semanas me entregaron en Cascia
 el premio internacional Santa Rita “por haber sembrado
 en el mundo entero –así decía- a través de la fuerza
 seductora de la palabra la cultura del amor y del perdón”. 
Me pregunté cómo es posible, si en mi libro se
 perciben estos valores, es posible que se cree alrededor
 de mi persona, tal clima de odio y desprecio, como
 para que algunos de mis amigos me aconsejen que
 me marche de Italia ¿Qué es lo que no ha funcionado? ¿Dónde
 está la falta de comunicación por la que a un mensaje de prístina
 claridad se le ha dado la vuelta transformándolo, sin más, en lo contrario?
Susanna Tamaro, El aliento quieto

l mes pasado escribí sobre el tratamiento que recibe la información en medicinas complementarias en Estados Unidos y en España. Elegí los elementos básicos para contrastar como se trata el asunto desde las autoridades sanitarias de un país y de otro y lo hice para rescatar la idea de que la mejor manera de impedir el fraude era integrar las terapias alternativas en los sistemas de información en la manera en que se hace en los principales recursos que se ofrecen a los consumidores o a los usuarios de la sanidad, también a los agentes. El contraste con el trabajo del Observatorio OMC es tan marcado que nos arroja a la desazón y al fastidio. Alguien ha comparado la labor de este observatorio, que denuncia pseudoterapias e intrusismo, con el de una nueva inquisición, recordando aquella actitud a la que siempre parecemos estar dispuestos en estas latitudes.
Que la OMC albergue una página que lejos de cumplir una función informativa o formativa, se arrogue una función hostil, me parece desacertado. Tal vez la OMC en su papel de lucha contra el intrusismo se vea legitimada para desacreditar el bazar de las alternativas sanas a tantas enfermedades como se padecen, pero sería mejor en mi modesta opinión informar, con todo el rigor y la sencillez posible, de los abusos que puede haber (incluso en la medicina convencional). En este caso, como en otros, la mejor defensa no es un (buen) ataque sino una actitud constructiva. La página del Observatorio a la que me he referido al principio nos mezcla un poco todo y el reiki y la hipoterapia ocupan un mismo lugar indefinido y algo difuso en sus infografías, al lado de medicinas tradicionales milenarias como los son el Ayurveda (que aún se imparte en más de 500 universidades de la India) o la Medicina China, que además de la consabida acupuntura incorpora una farmacopea (más allá de la fitoterapia) que solo podemos señalar que es inmensa, prodigiosa y muy precisa. Hay terapias en las que las redes sociales y los escepticémicos se han encarnizado bastante, singularmente la homeopatía. Por todo ello y por mucho más, que no es el tema de este post, se puede decir que un documentalista más que encontrarse con información sobre las terapias complementarias, con lo que se encuentra es con una agria polémica, con una controversia que no avanza, que se encona en los consabidos argumentos pretendidamente científicos, con poca formación y mucha deformación.
Mi post obtuvo mucha difusión a través del muro en Facebook de una médica cirujana que muchos años ha practicado la homeopatía y que últimamente se ha iniciado en la llamada terapia neural. Sin embargo, para mi sorpresa, las reacciones a través de los conocidos emoticonos eran muchas veces de enojo, como si el post fuera contra las terapias alternativas. Y esto ocurre muchas veces, los lectores de Facebook leen someramente, responden a estímulos muy primitivos y su comprensión es tosca, no pasan de reaccionar a ideas muy rudimentarias y con colores primarios.
También, tal y como acabo de leer en el libro que cito de Tamaro, a veces la falta de comprensión o la hostilidad viene de la mala fe. Lamento profundamente haber tenido que llegar a esa conclusión que deja tan poca esperanza para nuestro progreso. Hay gente con mala fe, con una agresividad que les hace tergiversar y pillar las cosas por una arista que las hace brillar por el lado oscuro, que era precisamente el que no buscábamos. Son personas que han desarrollado el talento de retorcer cualquier planteamiento por simple que sea. Y con ello ocultan que en realidad no nos están ofreciendo algo a cambio. De hecho, si nos sentáramos a su lado podríamos ver claramente lo rutinario que les resulta esperar a que pase un argumento para zancadillearlo. Me recuerdan a un grupo de adolescentes que vi una vez en mi barrio, cerca de un centro de ciclos formativos creo que de grado medio. Había nevado y estaban apostados en una esquina que desciende por una bajada muy inclinada y con un ángulo bastante cerrado. Esperaban a ver resbalar a las personas que bajaban por allí desde la salida del metro. Me alertó su atención y adiviné que habían dejado de reír a la espera de su próxima "víctima", que era yo. Me arrimé a la pared y fui dando pasitos cortos mientras con la mano derecha extendida me iba enganchando a la cubierta rugosa. Y no sin dificultad fui avanzando. La señora que iba detrás cayó y desde el grupo de los muchachos salió una risotada general y gutural como un rugido con hipo que me arreboló.
He conocido muchas situaciones en las que se me provocaba. Es lo que en lenguaje taurino se llama "entrar al trapo", esto es, caer en una provocación y hacerlo irreflexivamente. A veces creo que con todo lo pusilánime y tancredista que nos parece Mariano Rajoy, en muchos casos evita las provocaciones que por ejemplo le extienden desde el gobierno de Cataluña (a falta de otros argumentos). Cuando mencionan los tanques, vieja figura de tan usada ya emética. Y, siguiendo con el lenguaje taurino, a veces se exige del escritor y del político una suerte de porta gayola que no tiene sentido, o una gaonera.

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