11.7.17

La luz de un año

Com a claps de poesia, entre les planures d’Espanya se troben els jardins
 que he anat espigolant, abans no acabin de borrar-se
Santiago Rusiñol, Jardins d'Espanya


os jardines de España que conoció Santiago Rusiñol siguen ahí. A veces, en todo caso, lamentamos el abandono de algunos proyectos que empezaron bien pero que pronto padecieron alguno de los bandazos presupuestarios consistoriales. Vista la exposición en el Museu de Modernisme de Barcelona de muchas de las pinturas que constituyeron el álbum Jardins d'Espanya, se aprecia una sensibilidad por estos espacios llena de consideración y reflexión. Para los que fuimos a verla nos era fácil distinguir a distancia cuando se trataba de Mallorca, Arbúcies o Aranjuez, porque las variaciones de la luz nos lo declaraban sin necesidad de acudir a los rótulos. También pudimos ver cuadros en que la misma escena aparecía mostrada en la tarde o bien a otra hora del día.
Aunque los jardines siempre tienen su interés, tanto a lo largo del año como a lo largo del día, sabemos qué encontraremos en cada circunstancia. Posiblemente lo único que yo evito son las horas centrales del día, pero ni siquiera eso es absoluto, porque el esplendor que puede lucir por ejemplo Marimurtra en Blanes al lado del mar en un mediodía de verano es digno de ser disfrutado. Pero cuando voy a los jardines del palacete Albéniz en Montjuïc, prefiero ir a primera hora de la mañana. Aunque el palacete en sí no se puede visitar más que en alguna fecha de puertas abiertas, los jardines tienen un cierto encanto pero solo abren hasta las tres de la tarde. La parte de la solana tiene buenos árboles y son al gusto francés, basados en la simetría, con castaños, aunque con una entrada asimétrica con grandes ejemplares. La parte de la umbría, detrás del palacete, tiene una vista sobre el puerto y algunos ejemplares de camelios. Hasta donde yo sé no hay otros camelios en ningún jardín o parque público de Barcelona, así que vale la pena subir a verlos cuando florecen, que acostumbra a ser a mediados de mayo poco más o menos.
Pero, en general, el mediodía no es la mejor parte del dia ni el verano la mejor parte del año para visitar un jardín. A parte de por cuestiones de luz, que es más matizada cuando sube y baja el sol, por la mañana y por la tarde es cuando es más posible notar el aroma de las plantas y las flores. Visitar un parque a pleno sol nos impedirá muchos disfrutes. Idealmente habría que pasar todo un día para ver los cambios y apreciar cómo la sombra aporta además de frescura y un alivio al calor, matices que hacen que se perfilen mejor las formas de los vegetales y de otros elementos, como las piedras.
Dijo da Caravaggio (no sé porqué decimos "da Vinci" y sin embargo decimos "el Caravaggio") que era más fácil el retrato humano que pintar flores. Y aunque yo no lo sé sí puedo decir que pintar flores es difícil, más difícil de lo que parece. Captar su naturaleza vegetal para que un lirio no parezca un guante desinflado o un árbol no parezca la piel de un oso, marca la diferencia. Porque el detalle, con paciencia o talento, no es que sea tan difícil de plasmar. Se puede llegar a conseguir. Lo difícil creo que es eso, captar lo que les es propio a los vegetales y que incluso para la mayor parte de ellos pasa tan rápidamente si su vida es corta.
Últimamente me dio por dibujar piedras porque un poco ahí ya juega la luz, solo que al tratarse de un cuerpo irregular no es como representar las sombras y los claros de un cubo. Tratándose de algo inerte tiene sin embargo cierto interés, sea al lado del mar o cuando algún diente de león consigue hacerse un hueco o incluso pelado bajo el sol o la luna. Aunque se diría que estoy lejos de esas ramas que aparecen en el claustro de Rusiñol, que parecen estar entre flotando y volando en la luz, quien sabe si no tendrán las piedras también alguna de esas cualidades.
Santiago Rusiñol, Claustro de San Benito (1907)

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