28.7.17

Opiniones y versiones



o hace falta recordar las diferencias entre una opinión y una versión, cuando una opinión ya se fundamenta en una cierta subjetividad mientras que una versión lo que pretende es establecer un punto de vista en un determinado momento en el tiempo. Han corrido litros de tinta sobre las versiones cinematográficas. Yo no sé si hay versiones literarias de obras cinematográficas, por lo tanto sobre guiones cinematográficos. Seguro que sí. A veces, se suele decir, las versiones cinematográficas superan sus fuentes. Tal vez uno de los casos más claros el "El tercer hombre" (Carol Reed, 1949), basada en el guion de Alexander Korda y éste en la novela homónima de Graham Greene, que se publicó el año 1950.
En la novela, al final leemos:
 «"Usted ha ganado. Ha demostrado que soy un maldito tonto."
 "No he ganado", dijo. "He perdido". Le vi alejarse a zancadas detrás de ella con sus piernas demasiado largas. No creo que le dijera una palabra: fue como el final de una historia, salvo que antes de que giraran y se perdieran de vista la mano de ella cogió el brazo de él... que es como suelen comenzar las historias. Disparaba muy mal y conocía muy mal a la gente, pero se le daban bien las novelas del Oeste (el truco de la tensión) y las chicas (no sé qué tendría). ¿Y Crabbin? Crabbin sigue discutiendo con el British Council sobre los gastos de Dexter. Dicen que no pueden presentar gastos simultáneos de Estocolmo y de Viena. Pobre Crabbin. Si lo piensa uno bien, pobres todos nosotros. (*)

En la película Rollo Martins se llamó Holly porque Joseph Cotten creyó que "Rollo" era un poco equívoco, que podía parecer gay (como si "Holly" fuera tan viril). Este papel se ve que Carol Reed quiso dárselo a Cary Grant, pero finalmente lo interpretó Joseph Cotten y la verdad es que lo hizo muy bien. Otra cuestión es que Rollo Martins en la película es bien conocido que es ignorado por Anna Schmidt (Alida Valli) en la célebre escena del final. Se ve el largo paseo con árboles a lado y lado, ella se acerca a Martins pero pasa por delante de él sin decirle nada y sigue su camino. 



Es decir, en la versión de la novela él se acerca a ella y la toma del brazo, dándose así a entender que de alguna manera ella acepta su aproximación y por lo tanto su amistad, o lo que surja. Indica el principio de algo cosa que, en la literatura y en otras industrias, deja una puerta abierta a una continuación, a una salida esperanzada. Pero resulta que Carol Reed cambió ese final como puede verse en el vídeo que inserto. Ese cambio ha sido señalado en algunos lugares como el motivo de la indignación del escritor Graham Greene: 
"Y sobre todo, al final de la película, altera su sentido moral, suscitando el enojo de Greene, que rompió toda relación con el realizador. En efecto, en el guión, a raíz del largo travelling que presenta a Anna volviendo del cementerio donde acaban de enterrar a Harry, Holly le espera, ella se acerca y se van juntos." 
Nunca he creído que Greene se enfadara con Carol Reed por haber versionado un final tan diferente. Primero porque tengo la idea de que G.G. fue un hombre tranquilo y segundo porque cuando este tipo de afirmaciones toman la forma de anécdota para mí no guardan mucho crédito. Graham Greene tuvo problemas por no casarse ni con la derecha ni con la izquierda, era un literato con matices.  Esa anecdota va dando tumbos por los diarios y por las esquinas de internet sin que sepamos a ciencia cierta de donde salió.
En "Qué grande es el cine" se habló, como no podía ser de otra manera, de ese final cambiado y resulta que Juan Miguel Lamet pudo explicar que sabía que la distribuidora había intervenido en ese trozo final para acortarlo. La explicación se encuentra a partir del minuto 4:21 de una grabación del programa que se hizo sobre "El tercer hombre". Lamet explicó que él había visto el estreno de la película, y cuando Anna Schmidt se estaba acercando al lugar donde estaba Holly Martins, a unos cinco metros de ese preciso lugar, aparece el fundido en negro y la frase "The end". Por lo tanto Carol Reed dejó un final indefinido o en el aire, abierto, mientras que la distribuidora de alguna manera lo mejoró al marcar la soledad en que deja Harry Lime a sus supervivientes. Y Garci cuenta que a Greene le gustó mucho ese final de Carol Reed. Al final de ese vídeo se puede ver en paralelo las dos versiones cinematográficas finales, la del estreno y la de la distribuidora, que es la que conocemos. 
El dilema moral de Rollo para delatar a su amigo (Orson Welles como Harry Lime), que sabemos que hacía negocios con penicilina adulterada pero que ya era un pieza desde su tierna infancia, es algo que en ningún momento hace dudar a Alida Valli en su papel de Anna Schmidt. Por repugnantes que sean los negocios de Harry Lime su amor por él es indefectible, incondicional. En la novela el personaje de Anna le dice a Rollo: "No le deseo, pero está dentro de mí. Es así... no es amistad. Pero cuando tengo sueños sexuales él es siempre el hombre". La frase (**) desaparece del guion, pero la interpretación de Alida Valli y todo el argumento cinematográfico en su lenguaje visual, la evocación a Antígona incluso, no nos deja ninguna duda al respecto.
El final de Greene era un poco favorable no solo a Rollo Martins sino al tipo de escritor que era Rollo Martins, de novelas del Oeste, con trazos simples y unos tipos humanos que responden a estereotipos incluso. El final de la película, la versión que ha predominado, le da una mayor estatura a la mujer que amó a Harry Lime, que aunque era un canalla, se engrandece al merecer una estima tan grande.
Releo estos días alrededor de ese eje el primer libro de Jane Austen, Sense and Sensibility, en que las dos hermanas Dashwood se enfrentan a la vida con diferentes actitudes, una desde la pasión y otra desde la prudencia y la sensatez, el recto juicio. Pero de alguna manera, Jane Austen como Graham Greene, se nos viene a decir que ninguna de las dos actitudes se puede proclamar como la acertada en estado puro.
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Creo que al menos para mí una filmación con Cary Grant en vez de Joseph Cotten me hubiera dejado una impresión bien diferente, pero que cualquiera de los dos actores podía hacer bien el papel.
El recurso al que alude Gaham Green al final de la novela, de hacer que el fin se acabe con un principio es una propuesta casi siempre bien aceptada. El don que tienen los autores de firmar el final probablemente les permite no solo rubricar la obra sino que les concede el poder de matar a un personaje, hacer nacer a otro, cambiar el color de una casa por grande que sea y producir todas las tempestades que le venga en gana. Y eso no los distingue de los pintores trogloditas que pintaban escenas de caza antes de salir a por comida. Hay autores que empiezan ya "matando". Lo bonito es que nos defiendan a lo largo de toda la obra la cohesión del desenlace, sin apaños.

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(*) «‘You win. You’ve proved me a bloody fool.’ ‘I haven’t won,’ he said. ‘I’ve lost.’ I watched him striding off on his overgrown legs after the girl. He caught her up and they walked side by side. I don’t think he said a word to her: it was like the end of a story except that before they turned out of my sight her hand was through his arm – which is how a story usually begins. He was a very bad shot and a very bad judge of character, but he had a way with Westerns (a trick of tension) and with girls (I wouldn’t know what). And Crabbin? Oh, Crabbin is still arguing with the British Council about Dexter’s expenses. They say they can’t pass simultaneous payments in Stockholm and Vienna. Poor Crabbin. Poor all of us, when you come to think of it».
(**) «Even Harry had done more for her than I had. I said, “You want him still,” as though I were accusing her of a crime. She said. “I don’t want him, but he’s in me. That’s a fact – not like friendship. Why, when I have a sex dream, he’s always the man.”»


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