29.9.17

Acervo y acerbo popular

"Aristobulus Ursiclos era rico de dinero y 
más rico aún de ideas. Demasiado sabio para ser tan joven, 
no ha­cía más que aburrir a los demás con su erudición 
univer­sal. Graduado en las universidades de Oxford 
y de Edimburgo, poseía más ciencia física, química, 
astronó­mica y matemática que literatura. En el fondo, 
era tan presuntuoso, que, a pesar de toda su erudición, 
parecía un necio. Su principal manía, o 
monomanía, como se prefiera, era la de dar 
explicaciones continuamente so­bre todo lo que formaba 
parte de las cosas más naturales; en fin, era un pedante, 
de trato más bien desagradable. La gente no se reía 
de él, porque no tenía ninguna gracia, pero 
quizá se reiría de él por su ridiculez."
Jules Verne, El rayo verde





o sé si en la actualidad los adolescentes leen a Jules Verne, ni siquiera sé si leen libros. Pero en mi generación a su edad algunos libros de Verne leímos, ni que fuera en las adaptaciones de Historias Selección de la editorial Bruguera. Mi preferido era Veinte mil leguas del viaje submarino. El autor abandonó los estudios de Derecho que le impuso su familia por la escritura y, sin embargo, o gracias a eso, nadie puede negar que había adquirido conocimientos en diferentes materias y creo que pocos son cuestionables. Incluso se ha advertido mil veces que predijo muchos inventos y descubrimientos, cosa que nos recuerda a Leonardo da Vinci. Contrasta la vida de Verne con la descripción del personaje de Aristobulus Ursiclos, su ridícula pedantería.
Cada vez que oigo la palabra "intelectual" me acuerdo de Aristobulus Ursiclos y de otros personajes de la vida real a los que ahora, al cierre del Parlament de Cataluña y el planteamiento de un referéndum ilegal, se les exige un posicionamiento claro. Pero tal vez la labor de nuestros intelectuales está enfocada en interpretar el pasado y, en el mejor de los casos, prever el futuro, pero eso menos. Después, pero sin ser una cuestión menor, hay que considerar otro factor, que es si hay que hablar de lo que en los años del Franquismo se conocía como "compromiso social" o si hay que hablar de "responsabilidad". En mi opinión, el intelectual debe conocer el pasado, hablar del presente y tener responsabilidad.
El clima está muy enervado y lo dice alguien que evita (hasta cierto punto) las situaciones de discusión y especialmente las de irracionalidad. Me siento un poco como debieron sentirse los varsovianos en 1939, entre los nazis y los stalinistas, algo que se recreó bien en "Katyń" (Andrzej Wajda, 2009). O como un compañero que tuve en el Hospital de Bellvitge, que fue a una boda al sur de Francia donde se enzarzaron en una pelea tal que acabaron en la comisaría. Tuvo que volver a declarar. Y la boda se había celebrado pero está claro que el banquete fue un desastre. 
Estos días el cantautor Joan Manuel Serrat recibió todo tipo de vituperios e insultos por haber hecho unas declaraciones sobre la falta de transparencia del referéndum convocado para el 1 de octubre próximo. Lo criticaron los independentistas, los nacionalistas y los supremacistas, algunos de ellos con unas maneras intolerables e incompatibles con la buena convivencia. Personas con otras tendencias propusieron que las caceroladas que se han ido convocando estos días en Barcelona que fueran contraatacadas con "Mediterráneo". No hace falta recordar que años atrás "Mediterráneo" fue considerada la mejor canción de los últimos 50 años en España. Pero otras personas, entre las que me encuentro, manifestaron su oposición a esa idea. Seguramente porque esa canción nos gusta a todos, tirios o troyanos, y nos inspira lo que se dice "buen rollo" y nos devuelve a una idea del mar que nos rodea arcádica, pura, alegre, limpia. El propio Serrat pidió públicamente -volviéndose a exponer a las hordas tuiteras y a algún pseudointelectual- que dejaran su canción tranquila. Porque esa canción aún le pertenece. Ya sabemos que cuando una canción, una imagen o un poema llega a popularizarse mucho se convierte en algo que pasa a pertenecer al acervo popular. Pero no al acerbo
Seguramente mi comprensión lectora no alcanza a percibir toda la fuerza de una frase como "en los treinta y tantos años de nacionalismo que ha sufrido Cataluña jamás has dado un paso al frente para distinguirte de Cataluña" (José María Albert de Paco), pero me atrevo a decir que esa afirmación contra Serrat es injusta y de poco fundamento, sólo habría que consultar la hemeroteca, cosa que puede hacer cualquiera, aunque no sea un periodista freelance. En el año 2014 Serrat ya se pronunció sobre el referéndum del 9 de noviembre, y  dijo que no estaba a favor de la independencia de Cataluña pero que sí estaba a favor de que se pudiera hacer un referéndum o consulta correcta. Protesté en la cuenta en Twitter de Albert de Paco pero naturalmente no obtuve respuesta y sí obtuve una reconvención por parte de una de sus seguidoras -que también lo es mía-. Si no entendí mal Serrat no se había pronunciado suficientemente y mi opinión no contaba gran cosa (yo no soy una intelectual y no tengo seguidores). Así dicho en resumen. 
Entonces a las dos condiciones con las que he pretendido definir a los intelectuales (su posición en el tiempo y su adhesión a unas ideas) hay que añadir la del número de personas que está dispuesta a aplaudirlos o de hacer seguidismo o amiguismo. La polarización de la sociedad no nos lleva muy lejos, como se ha visto con el ejemplo del caso de Serrat, que supongo que se habrá llevado un disgusto. Y no se lo merece. Serrat no le gusta a los exaltados de Llach pero tampoco le gusta a los ríspidos de Albert de Paco, que lo ven como "de la ceja" y por tanto ya queda descartado. La polarización se reproduce como un fractal y no nos lleva a ningún sitio.
El hecho de que la campaña del 1O reproduzca la imagen de un marcador futbolístico (1-0) no es baladí. Y por eso ayer el tuit de Gerard Piqué encontró más resonancia de la habitual, que ya es decir, entre los que más gritan y entre la afición del Barça y de la Selección Española. Diré que incluso, aunque no soy mucho de teorías conspiranoicas, creí en la ingeniería social de una mano negra que maneja el clima de un partido de fútbol de una liga ignominiosa con ambiente de bronca.

"Aristobulus Ursiclos et ses enjambées métriques" (León Bennett)

(c)SafeCreative *1709293624618 (2022: 2212172888142)