26.10.17

La revolución de los dientes



i ayer la versión íntegra con piano en vivo de Octubre de Eisenstein, que maneja el asalto al Palacio de Invierno como una tempestad los pintores ingleses. La destrucción de la dependencia de la zarina o, mejor dicho, la emperatriz, muestra magistralmente la paradoja de su adoración y el escarnio. -Como inconscientemente al salir del cine me fui derecha a la Via Laietana por  la Plaça Sant Jaume, donde un grupo pequeño de separatistas esperaba la nefanda reunión de Carles Puigdemont con su gobierno y otros allegados. Torcí en el Call por Sant Honorat con ágil decisión y por allí me escurrí hasta donde hay una tienda de productos kosher. Por lo menos distinguí varias botellas de vino desde la calle, y algo de platería.
Observo con preocupación que siempre que escribo un post como el de "La ciudad de las fachadas" aumentan las visitas sobre mi tráfico habitual. Y me sabe mal porque no creo que esos posts, que son míos, no son ni mucho menos mi línea "editorial" o no "representan" lo que generalmente vengo publicando. No puedo creer que haya más gente interesada en la opinión que expuse ni en mi opinión concreta y personal, por lo que tiendo a pensar que más bien atraje la enemistad. Eso es algo que hay que sobrellevar y seguir con el pulso firme sin más.
Podría decir muchas cosas sobre mis impresiones de Octubre (Serguéi Eisenstein, 1928). La película se puede ver y descargar en Internet Archive. Aunque la versión que ayer se proyectó en la Filmoteca de Catalunya entre las 17:15 y las 19:15 aproximadamente es más corta en duración, se nos presentó como la versión íntegra enviada desde Moscú. Y eso porque hubo versiones en las que se habían cortado trozos que el stalinismo sacrificó.
En primer lugar quiero hacer una cala en un asunto no menor y es que en el ambiente de la sala ayer flotaba el artículo 155 de la Constitución. No soy dada a metáforas pero quiero burlar en este caso la taquicardia y usar el eufemismo. En la fila siguiente a la mía un grupo de estudiantes comentaba entre bromas que tal vez la película la presentaría Anna Gabriel, la política de la Candidatura d'Unitat Popular (CUP). Había muchos estudiantes y yo sospecho que eran de Ciencias Políticas o Politología, no sé cómo se dice ahora. La película la tenía que presentar Octavi Martí, pero no lo reconocí. Tampoco era Esteve Riambau. Quien fuera que fuese tuvo casi el lapsus de ir a decir re-pública cuando quería decir re-volución. Por un pelo y por usar de sus buenos reflejos zafó el error y su explicación nos introdujo la cinta con un dato muy interesante y es que las imágenes que se suelen usar para representar los diez días famosos son todas de la película. Es un dato remarcable a la vista de la gran cantidad de vídeos con imágenes descontextualizadas o contextualizadas en falso que vemos estos días. El archivo orwelliano aquel que modificaba la Historia era eso.
Hace años ya me referí en *A la flor del berro a Eisenstein como precursor del montaje, que incluso desarrolló el montaje rítmico. Los cinéfilos suelen comentar la escena en que se equipara a Aleksandr Kérenski, que dirigió el gobierno provisional, con el pavo mecánico que está sincronizado con la apertura de la puerta de acceso a las dependencias privadas del zar. También se suele comentar cómo la crueldad se concentra en una escena discontinua que se da cuando se ordena la elevación de lo puentes (para incomunicar los barrios obreros respecto al centro de Petrogrado). Un caballo muerto cuelga del ala levadiza que se va elevando sobre el Neva mientras la calesa cuelga del otro lado del borde. 
Pero mi escena preferida, después de la de los bolcheviques entrando violentamente corriendo en el Palacio, es la del ataque a la habitación de la emperatriz. Empieza más o menos en el minuto 1:33 del vídeo enlazado. Es una cámara llena de objetos y recuerdos íntimos, un altar, un bidet, iconos, una cama muy vestida con ropa suave y  mullida, cojines, huevos, retratos, colgantes, cortinajes, imágenes de santos. Cuando un bolchevique descubre en un sillón una tapa tapizada y acolchada que cubre wáter ríe entre la sorpresa, una cierta fascinación y el ridículo. El soldado rasga el edredón con la punta de su bayoneta y se levanta una exhalación de plumas que cubre la escena y el fotograma. Como en un fundido en blanco.
Los palacios fueron en todas las cortes de la Edad Moderna la sede del poder y como tales fueron percibidos e incluso odiados. Así se explica la destrucción del palacio de los virreyes en México el 1692, por una multitud hambrienta e indignada con el gobierno del virrey conde de Galve. Ahora se le conoce como Palacio Nacional y es la sede del poder ejecutivo federal. En la Edad Contemporánea yo diría que el Palacio de Invierno fue el último asaltado en Europa, pero no estoy tan segura.
El motín de 1692 se explica por la hambruna provocada por la falta de maíz y su precio, la revolución francesa por el trigo. Es de señalar que en Octubre, que no olvidemos que fue un encargo de Stalin para conmemorar la primera década de su régimen, los revolucionarios ríen y ríen. Eso me recordó al lema independentista de la "revolució dels somriures" a que se apela constantemente. Pero lo que es de señalar no es tanto ese detalle, como lo mal que tenían la dentadura los pobres rusos. Basta con ver cualquier fotograma de la película en plano medio o corto para comprobarlo. Todos los figurantes tenían la boca para llenar 200 consultas odontológicas y no cerrarlas en meses.

Nicolás II y la zarina Alexandra Fedorovna

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